HUMANITAS 72

Page 146

EL CONCILIO VATICANO II QUISO RESPONDER A ESTOS TRES ÓRDENES DE PREGUNTAS, QUE ESPERABAN UNA RESPUESTA: 1) LA RELACIÓN ENTRE FE Y CIENCIAS MODERNAS; 2) LA RELACIÓN ENTRE IGLESIA Y ESTADO MODERNO; 3) EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD RELIGIOSA, CON UNA NUEVA DEFINICIÓN DE LA RELACIÓN ENTRE FE CRISTIANA Y RELIGIONES DEL MUNDO.

26 Ante la afirmación: “El Concilio Vaticano II marcó un cambio de giro epocal en la Iglesia” hay quienes dicen “¡Menos mal, ya era hora!”, mientras otros dicen: “¡Desgraciadamente!”.

H 884

y la segunda “hermenéutica de la reforma, de la renovación dentro de la continuidad”. Luego Benedicto XVI se explaya en la descripción de la dinámica propia de la hermenéutica de la discontinuidad. Es el “espíritu” del Concilio —dice esta corriente— lo que debe guiar la interpretación de los textos, los cuales son a menudo el resultado de componendas. Ser fieles al Concilio significa entonces ser fieles a su espíritu, teniendo la valentía de ir más allá de los textos. ¿Pero quién decide en qué consiste este “espíritu del Concilio”?, se pregunta el Papa. Aquí parecería que Benedicto XVI critica únicamente el ala progresista y no la tradicionalista, si bien ambas se sitúan en la hermenéutica de la discontinuidad, pero con signo opuesto26. Ahora, bien, es precisamente al ala tradicionalista a la cual se dirige el Papa indirectamente, en la parte quizás más comprometedora de su discurso, cuando esboza un análisis de la relación entre la Iglesia y la edad moderna, de manera que el problema existe mucho antes del Vaticano II. Esta relación —retomamos el pensamiento del Papa— tuvo un comienzo sumamente problemático con el proceso a Galileo, y se rompió con el Iluminismo (Kant) y con la revolución francesa, hasta llegar a ser un enfrentamiento ideológico abierto con el liberalismo radical y el positivismo cientificista. La Iglesia (Pío IX) reaccionó ante semejante espíritu de la edad moderna “con ásperas y radicales condenas”. En este punto —y es la parte más interesante de su discurso—, la lectura que hace Benedicto XVI del mundo moderno invierte la situación planteada por los tradicionalistas. Para explicarles las aperturas del Concilio Vaticano II, afirma que no es que la Iglesia haya modificado sus principios (inmutables), sino que en el mundo moderno se han producido desarrollos imprevisibles: la revolución americana ofrecía un modelo de Estado moderno laico, garante de la libertad religiosa, pero no neutro respecto a los valores; las ciencias naturales e históricas reconocían gradualmente el límite de su método, con repercusiones incluso en el terreno exegético, y por último los crímenes del régimen nacionalsocialista exigían definir de un modo nuevo la relación entre la Iglesia y la fe de Israel.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.