CUARTA
PARTE.
DE
LA
ESCLAVITUD
HUMANA
Capítulo 17. Los hombres son vencidos, además, por la liberalidad, principalmente aquellos que no tienen de dónde sacar lo necesario para sustentar la vida. A pesar de ello, el prestar ayuda a cada indigente supera con mucho las fuerzas y la utilidad del hombre privado, ya que las riquezas de un particular son muy desproporcionadas' para conseguirlo. Además, la capacidad natural de un solo hombre es muy limitada como para ligar a sí mismo a todos por la amistad. De ahí que el cuidado de los pobres incumbe a toda la sociedad y sólo se refiere a la común utilidad. Capítulo 18. Es totalmente distinta la norma que hay que aplicar al recibir beneficios y al expresar la gratitud, sobre la cual véase 4/70e y 4/71e. Capítulo 19. Por otra parte, el amor libidinoso, esto es, el deseo de engendrar que nace de la belleza, y en general todo amor que delata una causa distinta de la libertad de ánimo, se transforma fácilmente en odio, a menos -lo cual es peor- que sea una especie de delirio, y entonces es fomentado con la discordia más que con la concordia. Ver 3/31e.
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Capítulo 20. En lo que concierne al matrimonio, es cierto que está acorde con la razón, si el deseo de mezdar los cuerpos no es I engendrado por la sola bel1eza, sino también por el amor de procrear hijos y de educarlos sabiamente; y sí, además, el amor de ambos, a saber, del varón y de la hembra*, tiene por causa no sólo la belleza, sino también y principalmente la libertad de ánimo. Capítulo 21. También la adulación produce la concordia, pero mediante el torpe crimen del servilismo o la perfidia, puesto que nadie es cautivado por la adulación más que los soberbios, que quieren ser los primeros y no lo son. Capítulo 22. En la abyección existe una especie de piedad y de religión. Y, aunque la abyección sea contraria a la soberbia, está, sin embargo, el abyecto cerca del soberbio. Ver 4/57e. Capítulo 23. También la vergüenza contribuye a la concordia, pero sólo en aquellas cosas que no se pueden ocultar. Además, como la vergüenza es una especie de tristeza, no se refiere al uso de la razón.
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