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La vivienda tendrá que ser un espacio que halle un entorno inmediato que unifique las ideas de colectividad y privacidad, pero sin encontrar barreras limitantes y conectores transitorios restringidos. La sociedad pudo darse el tiempo de repensar lo valioso de su encontrase en la soledad de lo privado, quien no disfruta de su soledad está condenado a no disfrutar su arquitectura mencionaba Barragán. Añoramos la libertad de transitar en nuestras ciudades y gozar del espacio común, encontrarnos en lo público con lo desconocido, “El otro” que nos alimenta con las aleatorias vivencias de aquello que nos es ajeno y que rara vez nos deja sin reflexiones. Bajo esta coyuntura se considera pensar sobre otros factores que tienen relación con la vivienda en un futuro de múltiples infortunios. La migración y el cambio climático ya actúan con certeza. Gran parte de las poblaciones rurales serán desplazados de sus asentamientos por cambios endémicos que harán que la vida ahí ya no pueda ser una opción, incrementos de temperatura, erosión del suelo, inundaciones esporádicas o sequías a falta de precipitaciones estacionales. Las siguientes interrogantes a las que nos someteremos, inmiscuirán en la posibilidad de volvernos con mayor frecuencia comunidades itinerantes, si la arquitectura que siempre ha sido efímera, será mutable en un mundo dónde la planificación cada vez merma más, y que premisas surgirán en la interminable construcción de un promisorio contexto.