El fin y los medios

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PENSAR ES GRATIS 2 – EL FIN Y LOS MEDIOS – ALDOUS HUXLEY

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epiléptico en la violencia de su emotividad. Llega hasta ser necesario recurrir a la fisiología en ayuda de la sensibilidad. Los artistas del siglo XVII representan los éxtasis de los santos como si fuesen francamente sexuales. Las vestiduras del siglo XVII se contuercen como tripas. En el ambiguo personaje de Margarita María Alacocque, la piedad del siglo XVII contempla a un corazón que sangra y que palpita. Parecería que la Cristiandad Católica no se ha recobrado nunca totalmente de esta orgía de emocionalismo y sensacionalismo. La importancia del bhakti con relación a las creencias cosmológicas se discute en el capítulo próximo. Sólo nos preocupan aqui su aspecto fisiológico y su aspecto social. Los resultados son, como ya lo hemos visto, generalmente y hasta cierto punto buenos, pero, más allá, malos. Sin embargo, todas las personas, particularmente las que tienen costumbres viscerotónicas, pueden disfrutar del bhaktí tan agradablemente, que éste cuenta con todas las probabilidades para poder sobrevivir. En nuestros días, a la mayoría de los europeos les parece intelectualmente imposible tener devoción por las personas sobrenaturales que eran objeto de veneración durante la Contrarreforma. Pero el deseo de adorar persiste y el proceso de adorar mantiene sus atractivos. Las masas continúan andando por la senda de la devoción; pero los objetos de este bhakti ya no son los santos ni un Dios personal; son la Nación o la clase personificada y el caudillo endiosado. El cambio resulta totalmente para peor. Es claro que, dada la existencia de los tipos viscerotónico y somatotónico, las prácticas religiosas de carácter emocional y fisiológico siempre serán populares. Las prácticas fisiológicas pueden adaptarse a casi todas las especies de creencias. El método emocional impone, por otra parte, a quienes lo practican, una teología personalista. A los que disfrutan el bhakti, no puede persuadírseles de que abandonen sus prácticas gozosas y las creencias que se relacionan con ellas. ¿Qué debe hacer en estas circunstancias el idealista racional? Hasta donde yo alcanzo a ver, le corresponden dos tareas principales. Debe hacer cuanto pueda por divulgar el hecho de que el método fisiológico y el emocional no son los únicos que pueden utilizarse para la educación religiosa de uno mismo, y especialmente que existen alternativas para el bhakti y para las creencias casi seguramente falsas a que el bhaktí está siempre asociado. Se ha desacreditado tanto la teología mística durante los últimos siglos, que muchos europeos con mentalidad religiosa, ni siquiera están advertidos de que exista una alternativa para el bhakti, Debe proclamarse que existe tal alternativa y deben explicarse sus aplicaciones y sus inferencias cosmológicas. La segunda tarea que se le presenta al idealista racional es, de las dos, la más ruda. Aceptando como cosa inevitable que continuarán existiendo grandes residuos de practicantes del bhakti marga, deberá hacer cuanto esté en su poder para desviar esta corriente incontenible de bhakti hacia aquellos canales en que pueda causar menos daños. Por ejemplo: es evidente que el bhakti dirigido a caudillos divinizados, a naciones, a clases o a partidos personalizados, tiene que lograr resultados perjudiciales, no sólo para la sociedad, sino también, y finalmente (cualesquiera fuesen sus efectos inmediatos con relación a las virtudes menores), para el individuo. Repetir esta evidencia cuando viniese y cuando no viniese al caso, es tal vez la más enfadosa pero también la más necesaria de las tareas que le corresponde emprender al idealista racional. Su actitud para con las religiones trascendentales debiera ser discriminativamente crítica. Lo que debe tener siempre presente y debe recordarle siempre al mundo es que cada vez que se piensa en Dios, en el concepto aristotélico, como comandante en jefe del ejército, más bien que como el, orden del ejército como una persona trascendente, más que como un principio de integración inmanente y también trascendente-, siempre tienden a sobrevenir las persecuciones. Es un hecho realmente significativo que virtualmente no hayan existido persecuciones en la India antes de la llegada de los mahometanos. El peregrino chino Hiuen-Tsiang, que visitó la India en la primera mitad del siglo VII, y que ha dejado una narración circunstancial de


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