HIPÉRBOLE FRONTERA | AÑO 1 | NO. 04 | OCTUBRE 2020

Literatura y otras expresiones OCTUBRE

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Hipérbole Frontera Año 1 | No. 04 Octubre 2020.

Imagen de portada

Carmen Campuzano Título: Adán uno [detalle] Técnica: pastel/manta Año: 2002

Editorial

Mónica Morales Rocha Contribuciones

Karla Michelle Canett Mauricio Barranco Ortiz Artemisa Téllez Josué Barrera Marlon PV Carolina Camelo

Redes sociales

issuu.com/hiperbolefrontera

Hipérbole Frontera

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Hipérbole Frontera

hiperbolefrontera@gmail.com

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HIPÉRBOLE FRONTERA

EN ESTE NÚMERO [ M I R A D A

3 En portada | Carmen Campuzano

S E P I A ]

10 Escritura terapéutica | Paty Blake

14 Convocatoria No. 5: Preludio de invierno

Nota de la Editora

Estamos de regreso en

Hipérbole Frontera Un proyecto de divulgación literaria y otras expresiones

Llegamos a nuestra cuarta edición, en Hipérbole Frontera. Me llena de alegría la respuesta entre lectores; una comunidad que poco a poco crece en redes sociales y las generosas colaboraciones, tanto de los colegas que responden a la invitación como de quienes encuentran en esta joven propuesta un espacio para compartir sus primeros textos.

Esta Mirada Sepia va dedicada a la narrativa, gracias a las propuestas de Karla Michelle Canett, Mauricio Barranco Ortiz, Artemisa Téllez, Josué Barrera y Marlon PV. Cada cuento nos revela escenarios, historias y posibilidades de la imaginación diversas, para el disfrute lector.

En portada, me honra contar con la colaboración de Carmen Campuzano, y su Adán uno. Esta pieza forma parte de una serie-instalación que la artista visual de Tijuana desarrolló en 2002, como parte de un proyecto multidisciplinario con poetas locales. Se incluye, precisamente, el poema de Roberto Castillo Udiarte.

Y, desde Colombia, la ilustración de Carolina Camelo, artista visual que comparte su propuesta con nuestros lectores.

En la entrevista, tenemos a la escritora y terapeuta gestalt, Paty Blake. Ella nos comparte sus reflexiones en torno al vínculo entre la escritura, las emociones y la literatura.

Sean, pues, bienvenidos y ¡gracias por leer!

Mónica Morales Rocha Editora

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2 Nota de la Editora 4 Cuento Karla Michelle Canett 5 Cuento Mauricio Barranco Ortiz 6 Cuento Artemisa Téllez 7 Cuento Josué Barrera 8 Cuento Marlon PV 13 Ilustración Carolina Camelo

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EN PORTADA

carmen campuzano

Adán uno [2002] Técnica pastel/manta. Medidas 180x200 cm.

yo, adán, nada tengo que hacer en el mundo inventado por una divinidad anterior, si no tengo una fiel compañera que justifique la creación del Paraíso.

Roberto Castillo Udiarte Carmen Campuzano Artista Visual de Tijuana. Autora de los poemarios: Hilvanar el Alba (2020) Un ojo ve, el otro siente (2018) editados bajo su sello El Cuaderno secreto. Del cuento Mascotas Fantásticas (2000) PACMYC (2002) CONACULTA-CECUT, del Manual Para la Enseñanza de Artes Plásticas a niños Invidentes y Débiles Visuales (1999 ICBC-DIF). trazarenarena@gmail.com

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Karla Michelle canett ¿A qué sabe?

—¿A qué sabe?—. —¿Qué cosa?—. Me señaló el huevo con salchicha que estaba en su plato. Su madre le hacía el mismo huevo cada día. No le gustaba ningún otro, ni con jamón, ni con tocino, mucho menos con verduras. —Es huevo con salchicha, tu mamá te lo preparó. A ti te gusta el huevo con salchicha, ¿recuerdas?—. Mi papá me había hecho la misma pregunta unos cinco años atrás, pero no se refería a un desayuno, se refería a un pay de manzana que solía ser su favorito. —Es pay de manzana, lo hizo Sofía, mi mujer, mamá le dejó la receta antes de morir. A ti te gusta el pay con manzana, ¿recuerdas?—. Me contestó con otra pregunta —¿tu mujer?— sin dejar de ver la tarta que estaba sobre la mesa de madera del comedor. No sé si no escuchó el resto de lo que dije o si simplemente no le importó.

Dejé de ir a las grupos de apoyo cuando no fueron capaces de hacer un círculo decente con las sillas. —¿Sí saben que la torpeza motriz también es un síntoma? No todo se trata de olvidar cosas—. Sofía estaba embarazada y yo rodeado de timoratos con sobrepeso. Nunca regresé. Tampoco a casa de mi padre. Después de aquella navidad cuando Javier, mi hermano mayor, llegó de sorpresa para estar más tiempo con papá. —¿Y ese quién es?—, me preguntó en un susurro. Javier pudo escuchar. —Soy un viejo amigo de la familia—. Yo no fui tan prudente. Me despedí y le dije a Sofía que era hora de irnos. Y nunca regresé. Y mi padre nunca conoció a su nieto. Y mi mujer nunca ha vuelto a preparar pay de manzana.

Karla Michelle Canett (@ArreLaQueBarre, Mexicali, B. C.) Egresada de Docencia de la Lengua y Literatura y de la Maestría en Lenguas Modernas ambas de la UABC, donde también se desempeña como docente Gestiona el proyecto Habitaciones Propias (@habitaciones_propias) junto con Elma Correa. Es parte del equipo editorial de Plástico: Revista Literaria.

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Mauricio Barranco ortiz Conejo Rojo Hace dos días viví lo que se podría catalogar como “mi primera borrachera” en la cual realicé peripecias dignas de algún libertino sin temor al futuro; en consecuencia poseo recuerdos bastante bochornosos. Muy a pesar de mi diligencia la situación se salió de control y, aunque el resultado superó mis expectativas, mi único problema radica en que aquella noche yo no fui quien se divirtió en lo absoluto. Dos amigas y yo celebramos el fin del semestre yendo a por un trago a una tasca escondida en un rincón de la ciudad, el ambiente era sereno lo cual relajó mis nervios. Luego de revisar la carta me decanté por ordenar pulque ante cualquier otra bebida de tinte alcohólico pues supuse que algo como un curado no se me subiría tan pronto a la cabeza; era la mejor opción para una primeriza como yo, además el sabor me despertaba curiosidad gracias al recuerdo de mi abuelo. La bebida fermentada me deleitó a tal grado que terminé consumiendo casi 2 litros enteros.

Salimos del lugar tambaleándonos a la par que contábamos chistes insípidos, pero graciosos. Yo trataba de mantenerme consiente, luchaba contra la euforia del momento cuando, por el rabillo del ojo, vi una pequeña criatura esconderse en un callejón. Fuese por impulso o mera estupidez, decidí seguirle el rastro y me separé del grupo. Cuando alcancé al ser descubrí que se trataba de un conejo rojo con collar verde. La primera razón que pude evocar fue a un niño maldoso pintando su pobre mascota, entonces mi corazón de pollo decidió llevarlo a casa y cuidar de él. Me acerqué con cautela, lo tomé en brazos y mientras le observaba el animal habló: “Me llamaste con la bebida sagrada, así que ahora me haré cargo”… Dicho aquello, de alguna manera, seguía consiente pero ya no poseía control sobre mi cuerpo.

En un instante me vi a mí misma saltando de aquí para allá cometiendo locuras tales como ponerme a bailar en la carretera, robar un carrito de supermercado y montarlo cuesta abajo, buscar pelea en lugares poco propicios, trepar un asta de 8 metros para gritar incoherencias y disparates a todo pulmón mientras mis amigas sólo me seguían el paso y reían. Aquella noche fue tan larga que ni siquiera me di cuenta del momento en que caí rendida y a raíz de ello mis amigas acordaron prohibirme el acceso al alcohol. Ahora cada que intento explicar lo sucedido sólo ríen y me sermonean.

Simplemente podría dejar pasar el asunto y seguir con mi vida, pero no sé qué hacer ahora que el conejo volvió y dijo: “Le agradaste a mi madre y quiere verte”.

Mauricio Barranco Ortiz (Ciudad de México, 1997).

Trabajador temporal de casi todo. Actualmente se encuentra trabajando en una novela y demás cuentos englobados dentro de una misma temática. Además de la literatura también le interesan otros campos artísticos tales como la escultura, la cinematografía y la pintura y el dibujo.

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Artemisa tÉllez Diario íntimo

Deseo a todos los hombres que en su próxima vida sean mujeres y a las mujeres, no tener una siguiente vida.

No tiene usted la mínima noción de lo grave que puede ser que no me venda una toalla suelta, señor, por favor, es de vida o muerte. Él insistía que me fuera a otra farmacia, a otra y otra hasta que alguien aceptara. Es ilegal ¡Por Dios, no son drogas ni cigarros es un maldito cótex! Lo siento. El paquete completo costaba 35 pesos, mismos que yo no tenía, los zapatos me apretaban y no tenía tiempo de ir a trajinar, me había salido de la oficina. Le supliqué, luego lo amenacé y al ver que no lograba nada salí mentando madres y me metí al primer sevenileben que encontré.

Abrí una caja de támpax, saqué uno y me lo eché en el bolsillo, pagué una caja de chicles y salí a todo correr. Los dedos presos en el zapato amenazaban con romperlo y éste con romperlos a su vez. Sentía tanto coraje. Detrás de mi escuché un grito: señorita, señoritaaaaa –su voz se intensificó cuando me vio echar la carrera. Entré a la oficina, directo al baño. Me lavé las manos y me metí el tampón lo mejor que pude.

En cuanto me senté a la computadora el supervisor me preguntó por qué había tardado tanto. Comencé a tartamudear y no sé siquiera si contesté algo, pero gracias a dios se fue.

Un espantoso sopor se apoderó de mi cuerpo ¿qué tengo, qué tengo? Estoy monstruando…

Me tomé dos cafés: el primero me hizo lo que el viento a Juárez, el segundo me dio dolor de estómago. El supervisor me miraba de reojo mientras yo me consolaba hablando “cosas de mujeres” junto al garrafón de agua. Edith dice que no tome limón, ni café, cosas frías ni calientes; Dolores sólo dice que cuando viene San Andrés, así es...

Por fin no se aguantó más, nos advirtió que le iba a decir todo a la licenciada cuando llegara y repitió cinco veces que aunque no lo respetáramos él estaba a cargo, aunque no lo respetáramos él estaba a cargo, aunque no lo respetáramos él estaba a cargo, aunque no lo respetáramos él estaba a cargo, aunque no lo respetáramos él estaba a cargo. Nos dio risa -Javier da risa- y me regresé a mi lugar de donde me levantaba mucho porque tenía ganas de hacer pipí y miedo de manchar el asiento.

Volví en un ruta 100 y caminé 20 minutos con el suéter amarrado sobre las nalgas.

Llegué a casa, me di un baño largo hirviente y después me recosté en mi cama: Gracias, Virgencita, que no estoy embarazada.

Artemisa Téllez (CDMX, 1979) Escritora y tallerista. Maestra en Letras Mexicanas por la UNAM. Ha participado en

antologías nacionales e

internacionales, revistas y publicaciones periódicas. Autora de varios libros entre los que se encuentran: Crema de vainilla (Voces en Tinta, 2014), Larga herida (et.al, 2018) y Casa sin fin (Verso destierrO, 2018). www.artemisatellez.com

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josuÉ barrera Sin palabras

Escuchaban el viento, el roce de las hojas de los árboles, el golpe de las piedras en el suelo, las gesticulaciones al comer, las risas y el llanto, pero no las palabras. Por más que gritaran el sonido de su vocalización era inaudible. Primero fue la sorpresa, la inquietud de no escucharse, después la terquedad y la furia. Al final la gente lloró e intentó desgarrarse la garganta con sus propias manos. Pero todo fue vano. Sin ninguna explicación, la gente había perdido su voz. La resignación llegó con el tiempo. El lenguaje de señas era el idioma en común. Así pasaron varias generaciones, hasta que de pronto una mujer joven gesticuló una sílaba: dijo “sí”. Su voz se escuchó con claridad. Los que la escucharon se sorprendieron, pero después creyeron que era un gas que se le había salido de su cuerpo y rieron. Se rieron de ella pero la imitaron. Entonces la gente empezó a decir “sí” para todo. La palabra adquirió un sinfín de significados. Decían sí para preguntar algo y también para responder. Sin embargo no era motivo de confusión. Llegó el día en que sin motivo alguno y de forma natural alguien dijo “no” en vez del “sí”. Entonces el mundo volvió a ser el mismo.

Josué Barrera Autor de 4 libros de cuentos y compilador de dos antologías de narrativa sonorense. Fue Jefe del área de literatura y bibliotecas del Instituto Sonorense de Cultura de 2016 a 2019. Actualmente coordina el proyecto SonoraBooks y es cofundador de IoBEditorial.

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Marlon pv Narrador testigo de la infamia burocrática Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un androide. Estaba tumbado sobre su espalda dura y confundido, observaba las sutiles marcas de soldadura en su brazo izquierdo. Al levantar un poco la cabeza veía su vientre aún abierto con un circuito de cables y una estructura robótica que simulaba sus costillas. ‘’¿Qué me ha ocurrido?’’, pensó. No era un sueño.

Estaba decepcionado porque lo habían depositado en un cuerpo económico, cuando en vida, se aseguró pagar uno de los modelos de lujo.

Marlon PV Es poeta y escritora de Tijuana. Estudió Lengua y Literatura de Hispanoamérica (UABC). Ha publicado en Revista Espiral (2018) y Gramanimia (2018 a 2020). Colaboró con intervención poética con Roberto Romero Molina y Supersadfish. Expuso en Relaciones Inesperadas y el Instituto Goethe de México (2019) y en Nett Nett (2019).

CHARLES M. SCHULZ

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PATY

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MÓNICA MORALES ROCHA A

propósito

del

Taller

de

Escritura

Terapéutica que la escritora y terapeuta

Gestalt, Paty Blake, ofrece a la comunidad en modalidad a distancia, aprovechamos para abrir el diálogo en torno a la relación entre la escritura, las emociones y la literatura.

HF: Quienes escribimos hemos atestiguado el efecto liberador de este ejercicio, a nivel personal. En tu caso, ¿hubo un vínculo intencional (consciente) entre tu ejercicio poético y la incursión, desde lo académico con tu maestría, al ámbito de la psicología?

PB: Están muy relacionados el ejercicio de la

escritura en general, el de la poesía y el de la terapia. Esto es algo que he ido descubriendo poco a poco, desarrollándome en una práctica y en otra, primero intuyendo similitudes y después buscando y encontrando grandes conexiones.

Mi relación con la escritura y la lectura se dio desde niña. En específico con la escritura, cuando cumplí 7 años, alguien cercano (no recuerdo quién) me regaló un diario. Como yo era fan de los comics de Archie y quería ser HIPÉRBOLE FRONTERA

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como Betty, empecé a escribir en él al estilo tradicional de iniciar con “Querido Diario”. Así continué hasta que tenía como 17 años y posteriormente lo he continuado de forma intermitente hasta la fecha. Para mí ha sido siempre regresar a mis cuadernos, sea con fines creativos literariamente o para escribir para ponerme orden.

A la par, se dio mi acercamiento en la adolescencia a los libros y en específico a la poesía. Escribir lo poético, ver lo poético. Y en

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ese ver y vivir, la metáfora que descubrí tan conectada con todo lo que leía de psicología desde la adolescencia, y tan conectada con la terapia en la que ahondé en la maestría. Así encontré que los efectos de la escritura en las personas van mucho más allá de la liberación de emociones: nombrar sana, escribir da un orden. La escritura es un espejo en el que podemos vernos y conocernos, escuchar nuestras voces y dialogar con ellas. Hay estudiosos que han ahondado en ello, y me encanta encontrar estos estudios y saber que

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que no es un campo tan olvidado como parece a simple vista.

HF:

En

retrospectiva

(El

Árbol,

Amanecer de viaje, Ciudad A y lo que escribes actualmente) ¿qué identificas que aportó a tu poética el conocimiento

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FH: A grandes rasgos, ¿qué puede aportar el taller de escritura terapéutica a poetas y narradores? ¿Cuál ha sido la experiencia en los grupos que has acompañado?

PB: El Taller de Escritura Terapéutica no tiene

fines literarios, debido a que se ubica en un

de la psicología gestalt y, viceversa, tu oficio poético a tu desarrollo como terapeuta?

PB: Entender el uso del lenguaje

poético me ayudó a comprender cómo soñamos, por ejemplo, cómo una parte de nosotros mismos construye su propio lenguaje y acomoda el mundo en nuestros sueños. Las palabras portadoras de significado y metáforas con las que construimos nuestro mundo interno.

Tener este acercamiento a la poesía me ayudó a comprender cómo en terapia también por medio de metáforas damos orden a nuestro mundo.

Por otro lado, la experiencia en terapia me ha ayudado a comprenderme más a mí misma y a las personas. Los hilos que mueven una conversación, por ejemplo, están vinculados de formas tan ancestrales a nuestro árbol familiar, a nuestras experiencias tempranas, a nuestras creencias y visión del mundo.

Tener esa experiencia me ayuda a conocer más niveles de las palabras, que son el material con el que escribo.

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punto anterior a ellos. Antes que ser escritores somos seres humanos que disfrutamos escribir y comunicarnos por este medio, y que buscamos el bienestar. En ese nivel partimos en el taller. Por eso va dirigido a cualquier persona, tenga o no intenciones de escribir literatura, lo haya hecho o no.

El objetivo en el taller es utilizar la escritura como una herramienta para nuestro bienestar. Quienes escribimos, sabemos que hay en la escritura algo amorfo que nos hace sentirnos mejor después de escribir, como si algo se vaciara y tomara un sentido. En el taller exploramos varias formas de dirigir estas intenciones con la finalidad de que cada integrante vaya encontrando sus maneras de resolver en diferentes casos y experimente cómo la escritura puede funcionar como un medio para que su resultado sea encontrar estados de bienestar.

La experiencia que he tenido, tanto en la práctica individual, como con los grupos que he guiado, ha sido que las personas van integrando la práctica de escribir en su vida cotidiana y la van teniendo a la mano como una posibilidad para cuando se necesite.

Cuando vas a terapia te dicen que escribas en tu casa, pero es raro que alguien te dé alguna indicación adicional.

En el Taller de Escritura Terapéutica tenemos un proceso de 2 meses de duración en el que vamos guiando un camino de autoconocimiento que bien puede también ser un excelente complemento para quien lleva terapia, o ser simplemente una muy buena experiencia de reforzamiento de las propias capacidades sanadoras para cualquier persona que quiera entrarle a esta experiencia.

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Es un viaje grupal pero en el que cada integrante tiene su propio destino individual, de acuerdo a sus necesidades y enfoques de los ejercicios a los que les va dando prioridad en su práctica diaria. Para ingresar el único requisito indispensable es el compromiso para escribir todos los días por lo menos media hora, durante dos meses.

Al finalizar este proceso, veo en las personas mejoras en la forma de conectar con las propias emociones, mayor seguridad en sí mismos al reconocer diversas voces propias internas, y un mayor sentido del orden interno. No podemos resolver todos nuestros dilemas en dos meses, pero los participantes se van con una brújula mucho mejor calibrada para saber por dónde seguir explorando y qué temas pueden continuar atendiendo.

Y un punto muy importante es que salen con mayor confianza en la escritura como una herramienta que está a la mano para comprenderse a sí mismos y escucharse. Esto es útil para todos los escritores y para todas las personas.

Más información, al correo de Paty Blake: patyblake@gmail.com

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Carolina camelo

Desintegración (2020) Ilustración, rapidógrafo sobre papel.

CAROLINA CAMELO (Bogotá, Colombia) Al querer descubrir entornos y diferentes contextos culturales; mis proyectos analizan la experiencia humana desde la exploración sensorial proveniente de un espacio que reinterpreta, combate y construye las emociones políticas del Ser, gracias a los viajes, el trabajo comunitario a través del arte y la pedagogía popular. Busca trascender el dolor en actos de resistencia como forma catártica física afectiva mental del cuerpo, el principal exponente afectado por la guerra e irrupción mediática del poder. carolina-camelo@outlook.es

Comparte tus proyectos en torno al libro, la lectura y otras expresiones artísticas en HIPÉRBOLE FRONTERA. La publicación de tu anuncio es sin costo.

Para más información, envíanos tu mensaje a; hiperbolefrontera@gmail.com

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HIPÉRBOLE FRONTERA: CONVOCATORIA NO. 5 | PRELUDIO DE INVIERNO

Hipérbole Frontera Revista de divulgación literaria y otras expresiones artísticas, convoca a escritores y artistas visuales, a participar en el No. 5 Preludio de invierno, correspondiente al mes de noviembre de 2020.

Favor de enviar tu propuesta al correo electrónico: hiperbolefrontera@gmail.com antes del 25 de octubre de 2020; con las siguientes características: Poesía: extensión máxima 45 versos (en total). Arial, 12 puntos, en archivo formato Word, "guardada" con el nombre del autor, Narrativa: extensión máxima media cuartilla. Arial, 12 puntos, interlineado sencillo, en archivo formato Word, "guardada" con el nombre del autor, Fotografía, obra plástica y/o técnicas mixtas, digitalizada y "guardada" con el nombre del autor, en alguna de las siguientes dimensiones: Página: 210 x 297 mm | 2480 x 3508 pix | 300 dpi Cuadrado: 180 x 180 mm | 2126 x 2126 pix | 300 dpi Media página horizontal: 210 x 150 mm | 2480 x 1772 pix | 300 dpi

En todos los casos, enviar breve semblanza personal, de máximo 50 palabras.

Los trabajos recibidos serán seleccionados para su publicación. Los autores serán notificados vía correo electrónico. De no aparecer en el No. 5, es posible que se reserven para ediciones futuras.

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Hipérbole Frontera | año 1 | No. 4 | octuBRE 2020.