SANTIAGUEÑOS EN MALVINAS

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Tcnl (R) VGM Hugo Anibal Quiroga

Una decisión Personal “La iniciativa de parlamentar es mía”, señala el teniente coronel Italo Piaggi. “Mi apreciación de situación me llevaba a considerar que no teníamos ninguna posibilidad Rentable de continuar combatiendo, de combatir para algo. Y eso resulta no solamente de la evolución de la situación, sino de una comunicación con mi comandante de brigada en Puerto Argentino, el general Omar Parada, a quien requerí una información esencial para la continuación de las operaciones: si el comando tenía algo previsto para revertir la situación de Darwin. En caso contrario, si la continuación de la resistencia de mi guarnición servía para algo, por ejemplo si se lanzaba un ataque desde Puerto Argentino contra la cabeza de playa en San Carlos. En ese caso la resistencia de Darwin aferraría a las fuerzas británicas que atacaban allí, lo que aliviaría una posible presión sobre el flanco de una operación de aquel tipo. Necesitaba saber si el aniquilamiento de la Fuerza de Tareas “Mercedes” servía para algo. Se me contestó que no había nada previsto en materia de refuerzos o una operación contra el grueso de las fuerzas británicas. Esa radio conversación es lo que me lleva a tomar la iniciativa y a asumir la total responsabilidad del cese del fuego en la guarnición En esos momentos la posición ocupaba un perímetro de 1200m. de largo por 300 de ancho que podía ser prácticamente pulverizada por los fuegos terrestres, navales y aéreos del enemigo. Las bajas totales (muertos, heridos, fracciones cercadas o que se habían rendido) se sumaban al estado sicofísico del personal que era de regular a malo. “Aquí comienza a pesar el problema personal del combatiente que está capacitado para luchar hasta perder la vida”, señala Piaggi. “Y el contrapeso que implica es decidir sobre la vida o la muerte de los hombres que están a sus órdenes y que deben ser empeñados en combate sin una razón suficiente. Tenía que decidir por sí o por no el sacrificio de mis hombres sin razón justificada.” Continuando con mi relato, quedé sorprendido por el buen trato de los ingleses hacia nosotros mientras nos tenían prisioneros. Recuerdo que a nuestros heridos, los llevaban a un barco hospital en donde los operaban, y a los que tenían lesiones leves los curaban en el galpón en donde quedamos alojados. En San Carlos, continué ejerciendo con mi oficio de cocinero, siempre custodiado por los Gurkas que se distinguían, además de sus rasgos asiáti- 116 -


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