IN CRESCENDO

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Calas a la literatura chimbotana última

nante que es la mentira (p.27). O sea, según elucubraba el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, nadie que se precie de buscar la verdad en medio de la exuberancia verbal hechizando a la inteligencia, se puede tranquilizar y quedará imposibilitado entonces de recibir dócilmente los datos venidos de la realidad, sin antes cuestionar su probabilidad de mentira. O, como en la línea del epistemólogo Karl Popper, célebre por su teoría acerca de la presencia de las innumerables seudo proposiciones formando parte de la ciencia, menguando en forma notoria su avance, de hecho estancando su progreso en el tiempo: las palabras se utilizan adrede en el arte del engaño profesional. En la segunda parte, que lleva por título El poder de la palabra, conformada de catorce parágrafos, Brander Alayo amplía sus puntos de vista hacia otros ámbitos, empezando por hablar del papel excluyente de los medios de comunicación masiva (nacionales e internacionales) informando, evitando al mismo tiempo incomodar, únicamente diciendo cuánto le conviene al poder dominante, alimentándolo de maneras diversas, aquello con lo cual éste va a estar de acuerdo o hablando acerca de cómo las monstruosas compañías, las famosas transnacionales de capitales foráneos, operando en todos los puntos del orbe, cuyas enormes chimeneas son las más grandes causantes del preocupante cambio climático y, por ende, de la abertura en la capa de Ozono protegiendo al planeta de los rayos ultravioleta emitidos desde el sol, pero que, merced a su inmenso poder económico, siempre consiguen la aparición de las voces defendiéndolas a como dé lugar, sin interesar las consecuencias: diarios de Latinoamérica y Estados Unidos también han dicho que los resultados sobre el calentamiento global suenan más a psicosis que a realidad (p.37). Todo se va configurando en un sistema global donde, por medio de la palabra oral o escrita, combinadas con imágenes estáticas o en movimiento, un importante sector de hombres queda al margen de participar de los festines propiciados por los términos denominados “progreso” y “desarrollo”. El igualmente incansable promotor de literatura infantil escribe: Esto tiene como efecto la exclusión generacional de millones de inteligencias de los países pobres, por tanto, su marginalidad histórico-formal (p.38). Después, en el parágrafo 3, arremete contra una serie de mitos entronizados en nuestra realidad, sobre todo aquellos que, viniendo desde afuera, han logrado imponerse en base a la constante propaganda mediática: La imagen de la Estatua de la Libertad, –anota convencido Alayo Alcántara– rascacielos de Nueva York, súper héroes que nunca mueren, venden la idea que el militar al servicio del imperio de EEUU es invencible (p.39), amparándose en una soteIN CRES. 2(2) 2011

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