Fortuna 148

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Opinión~Earthgonomic 50 n REVISTA FORTUNA FEBRERO 2016

Responsabilidad social

Paulina Martínez*

Sociedad informada, sociedad participativa

P

ara muchas personas, la apertura de internet significa una revolución tecnológica, pero también un cambio social que dio origen a lo que conocemos como Sociedad de la Información. Sin embargo, esta era donde el intercambio de contenidos ha facilitado la comunicación entre diversos sectores, en millones de puntos de conexión, también ha propiciado el estancamiento de las personas detrás del monitor. Vivir en una sociedad de la información ha derivado en el cambio de percepción que tenemos de nuestro entorno, así como la interacción que tenemos con él, algunas cosas para mejorar y otras tantas probablemente sólo son diferentes, simplemente porque en el pasado la visión que teníamos de nuestro entorno se limitaba a los sitios donde estábamos presentes y podíamos observar o a las que nos hacían referencia, pero que ya nos resultaban un tanto ajenas. Digamos entonces que nuestro involucramiento era de primera mano. Ahora todo es diferente. Nuestras circunstancias no son sólo lo que sucede en la colonia, ni siquiera de nuestra ciudad o país, porque ya somos parte de un entorno planetario. No obstante, estoy segura que a pesar de todos los beneficios de esta nueva sociedad no debemos caer en la comodidad de creer que la información va a resolver por sí sola los problemas del mundo. No importan los alcances que tenga, de hecho tampoco la cantidad de personas que tengan acceso a esa información, porque lo que se requiere es dar el siguiente paso: hacia la acción. En un principio se hablaba de la democratización de la información y de la reducción de las desigualdades, sin embargo, estas son cada vez más notorias ya que internet sigue siendo ajena a casi la totalidad de gente de

Vivir en una sociedad de la información ha derivado en el cambio de percepción que tenemos de nuestro entorno, así como la interacción que tenemos con él.

los países más pobres e incluso las zonas marginadas de los países más desarrollados. Entonces la información no lo es todo; es indispensable, claro; es útil, por supuesto. Se dice comúnmente que quien tiene la información tiene el poder. ¿Poder de qué?. Tal vez es la respuesta que nos ha faltado responder. Como organismos vivientes estamos en continua evolución, de ahí que el entorno y nuestra relación con él desemboquen tantos cambios. En esta interacción con el exterior, propiamente con el entorno natural, hay muchos esfuerzos por usar la tecnología a favor del medio ambiente, pero he visto que algunas veces se pasa de propuesta en propuesta, con esfuerzos que sólo pasan de un monitor a otro. Los planes quedan, a lo mucho, en legislaciones y siendo positivos en la agenda pública nacional. Basta mirar el Plan de Acción sobre la Sociedad de la Información y del Conocimiento de América Latina y el Caribe de 2015 que tuvo como lineamiento “Promover el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones para la mitigación del impacto del cambio climático y ampliar su uso para la prevención, mitigación y atención de los desastres naturales o situaciones de emergencia”. Unos minutos por Internet nos dará referencia a las propuestas, pero no muchos indicadores de acciones derivadas de ellas. Se habla también sobre los monitoreos de clima con las nuevas tecnologías, acciones preventivas por fenómenos naturales pero, ¿Cómo se trabaja de raíz?. Tal vez con el involucramiento de la mayor cantidad de personas que ya no son ajenas a una realidad global. Pero tampoco he podido encontrar algo que vaya más a allá de campañas virales exitosas por la cuantificación de los hashtag que genera. Entonces ¿no será que parte del problema radica incluso en la definición de la participación ciudadana?. En mi búsqueda de información sobre el tema encontré el Informe del Índice de Participación Ciudadana Ambiental, comparativo entre datos registrados en 2013-2014 sobre acciones emprendidas por las diversas dependencias de SEMARNAT.


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