La paradoja de la inclusión financiera en américa latina
La paradoja de la inclusión financiera en
En América Latina, la inclusión financiera no es un lujo ni una moda: es el punto de quiebre entre perpetuar la desigualdad o abrir la puerta a una región más justa, productiva y sostenible.
Hoy, millones de mujeres sostienen en silencio la economía local desde pequeños comercios, cooperativas rurales o emprendimientos familiares.
Sin embargo, su acceso a financiamiento, formación y mercados sigue siendo tan limitado que la mayoría sobrevive a pesar de los sistemas financieros, y no gracias a ellos.
Por:
Raquel Maestro Salmoral
Las micro,
pequeñas y medianas empresas (MIPYMEs) representan
Los números hablan por sí solos. el 99% de las unidades productivas y generan más del 60% del empleo en la región.
Una parte significativa está liderada por mujeres, quienes además manifiestan mejores tasas de pago en créditos que los hombres.
Y, aun así, el déficit de financiamiento para negocios de mujeres en América Latina supera los 90.000 millones de dólares.
La paradoja es relevante: son más confiables como clientas, pero reciben montos más pequeños, en peores condiciones y con menos oportunidades de crecer. Millones de mujeres sostienen la economía, pero siguen fuera del sistema.
Brechas estructurales, no
invisibles
La exclusión financiera no solo significa la falta de acceso a un préstamo; es la ausencia de productos adecuados, la falta de educación digital, la desconexión de cadenas de suministro y la invisibilidad en políticas públicas. En la práctica, esto fuerza a millones de mujeres emprendedoras a operar en la informalidad, sin capacidad de acumular capital, reinvertir o protegerse frente a crisis.
El resultado es una economía que avanza contra un techo de cristal: millones de emprendedoras con ideas, talento y resiliencia siguen atrapadas en el mismo punto de partida.
Cuando la inclusión deja de ser discurso y se convierte en estrategia
Ante esta situación, es fundamental reconocer que ampliar el acceso a servicios financieros, digitales y de mercado es una estrategia inteligente de desarrollo económico. Cada vez que una mujer logra abrir una cuenta, acceder a crédito justo o integrarse a cadenas de valor, no solo cambia su vida: cambia la de su familia, de su comunidad y de toda la economía alrededor.
Los ejemplos están ahí. Programas de inclusión financiera y digital en países como México, Colombia o Paraguay muestran que, con las herramientas adecuadas, las mujeres emprendedoras multiplican ingresos, generan empleo local y aumentan la resiliencia de sectores completos.
Pero los esfuerzos aislados no bastan. Hace falta un ecosistema que rompa la inercia de la exclusión.
Strive México: digitalización para millones de microempresas
Desde 2022 hasta 2025, Strive México, un programa del Mastercard Center for Inclusive Growth, ha puesto en marcha un reto de gran magnitud: acompañar a 300.000 micro y pequeñas empresas (MSEs) para que fortalezcan su digitalización, usen servicios financieros digitales, y amplíen sus mercados. Estas son las características que han marcado la diferencia:
• No sólo impulsar el uso de tecnología, sino entender los obstáculos reales: barreras tecnológicas, desconfianza, falta de productos adapta dos, etc. El diagnóstico revela que la segmentación importa, ya que las MSEs manejan realidades diversas, lideradas por mujeres con distin tos niveles de digitalización.
• Basarse en un ecosistema de alianzas público-privadas, institucio nes financieras, plataformas de pagos y ventas digitales, mentorías personalizadas.
• Herramientas innovadoras como Con-Héctor, MicroMentor, Red Nodus, etc., que facilitan la adopción digital al conectar a las empresas con soluciones prácticas, y no meramente teóricas.
El resultado es significativo: esas MSEs no solo mejoran sus ventas, sino que también ganan resiliencia para enfrentar crisis económicas, digitales y logísticas. Además, logran acceder a mejor financiamiento y tejer redes de mercado
En otras palabras: transformar no de adentro hacia afuera, sino de abajo hacia arriba.
Strive Colombia: digitalización
+ crédito inclusivo
Strive Colombia (2024-2026) es otro frente para demostrar que la inclusión financiera puede escalar y diversificarse, con el mismo enfoque ecosistémico. Los puntos destacados en este caso son:
• Meta ambiciosa: lograr que 80.000 micro y pequeñas empresas adopten herramientas digitales que les permitan mejorar su gestión, su acceso al crédito, y favorecer la comunicación con clientes y proveedores.
• Deudas sin interés rotativo, alianzas con fintechs y asociaciones estratégicas para que los productos financieros digitales lleguen sin burocracia excesiva.
• En algunas regiones específicas como Huila, fomentar oportunidades reales de integración de emprendedores con canales digitales, formación y acompañamiento local.
Este modelo busca convertir tecnologías en palancas reales de cambio, donde las MIPYMES pueden avanzar desde la informalidad financiera hacia la formalidad, sin depender de tasas abusivas o productores de servicios financieros poco accesibles.
Mujeres Transformadoras:
inclusión financiera y redes de cuidado en Paraguay
Con apoyo de USAID, a través de la iniciativa Mujeres Transformadoras, Fundación Capital fortaleció el empoderamiento económico de 3.499 mujeres en Caazapá, Caaguazú y Guairá a través de 260 Grupos de Ahorro e Inversión y programas de capacitación empresarial y en resiliencia. Como resultado, se movilizaron más de 182.000 USD en ahorros, aumentaron los ingresos de 2.140 mujeres, 57 grupos fortalecieron su capacidad de organización mediante la puesta en marcha de Planes de Soluciones Comunitarias, y se fomentó el acceso a 129 productos financieros gracias a alianzas con entidades nacionales como el Banco Nacional de Fomento, el Crédito Agrícola de Habilitación y la Cooperativa COOPEDUC.
Un componente innovador fueron los Espacios de Cuidado Autogestionados, que brindaron tiempo libre semanal a las participantes mientras sus hijos estaban en entornos seguros. Este modelo flexible y comunitario refuerza que la inclusión financiera también requiere redes de apoyo y soluciones de cuidado compartidas.
Lecciones a partir de estas experiencias
Tomando estos ejemplos juntos, revelan que:
• La inclusión financiera es imperativamente necesaria, no opcional: no sólo para quienes viven al margen, sino para la sostenibilidad económica de todos los países.
• Digitalización sola no basta; se necesita un acompañamiento humano, personalizado, que combine tecnología con apoyo presencial, mentorías, creando productos financieros que respondan a los desa�íos locales.
• Mujeres, jóvenes y contextos rurales siguen siendo los más excluidos, pero también los que más ganan cuando los programas se diseñan pensando en sus realidades.
• Graduación, ahorro, herramientas digitales y alianzas locales son ingredientes que funcionan, y lo hacen de forma sostenible cuando se implementan con cuidado.
El objetivo: cambiar vidas
Estos programas no son títulos en folletos; son historias reales. Familias que antes no sabían qué hacer si un cultivo fallaba, microempresarias que no podían pagar los costos de sus pequeños negocios, jóvenes sin saber usar una app de pagos; ahora cuentan con capacidad de ahorro, activos propios y voz en su comunidad.
Si queremos despertar conciencia y hacer que la inclusión financiera deje de ser un mero discurso y se convierta en política pública, en decisión empresarial, en cultura societaria, debemos:
• Exigir transparencia: saber cómo se reparte el financiamiento, quién lo recibe, con qué condiciones.
• Diseñar políticas públicas que reconozcan la diversidad: género, ruralidad, contexto sociocultural, tipo de negocio, nivel de digitalización.
• Apoyar modelos donde lo financiero, lo productivo y lo humano se articulan, para que la inclusión financiera no sea un parche, sino una arquitectura de transformación social.
El futuro no puede esperar. América Latina no puede permitirse seguir relegando a la mitad de su fuerza emprendedora. La inclusión financiera no es un tema marginal: es un imperativo económico y democrático.
Cada día que pasa sin transformar las reglas del juego es un día en que perdemos innovación, productividad y bienestar colectivo. Sin mujeres incluidas plenamente en el sistema financiero, no hay desarrollo posible en América Latina.
La inclusión financiera es la llave que abre puertas a la dignidad, la autonomía y el futuro compartido. En cada mujer que accede a crédito justo, en cada joven que aprende a usar una billetera digital, en cada familia que ahorra para invertir en su tierra, late una verdad poderosa: cuando las personas prosperan, las sociedades enteras florecen.
América Latina no necesita parches; necesita reconocer que la equidad económica es el camino hacia un desarrollo real y sostenible. Y ahí, la inclusión financiera no es el destino, es el punto de partida.
Diseño:sebastianbarbosa.com Fotos: Fundación Capital