Magisterio 15
MIÉRCOLES, 10 DE ENERO DE 2018 Profesional
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Profesional
Suplemento Nº 33 Miércoles, 10 de enero de 2018
El papel de las habilidades no cognitivas en la Educación: una aproximación Si las intervenciones más duraderas son las que se realizan en la niñez, y la niñez se realiza en el entorno familiar, se hace necesaria una mirada más atenta a las relaciones paterno filiales y materno filiales y su efecto en la Educación de las habilidades no cognitivas.
José G. Clavel, Universidad de Murcia
C
omo todo el mundo sabe, Rafa Nadal tiene una fuerza mental casi tan valiosa como su zurda y eso le permite remontar situaciones adversas durante los partidos. Ese carácter para no venirse abajo ante las dificultades –resiliencia, le llaman–, ¿no les vendría bien a nuestros jóvenes? ¿No se podría enseñar? ¿No se podría aprender? Estas y otras preguntas similares ya hace tiempo que venían discutiéndose entre los pedagogos y psicólogos; la novedad está en que desde comienzos de este siglo han encontrado eco en los estudiosos de la economía de la Educación y eso puede tener algún interés para el lector de estos comentarios: sin pretender resumir todo lo que ha pasado en estos tres lustros, quizás pueda aportarle una panorámica de por dónde va la investigación, qué se empieza a saber y cuáles son las implicaciones de política educativa que se derivarían de los diferentes hallazgos. Dicen que el origen estuvo en el trabajo de Coleman y sus colaboradores a mediados de los años 60 (Coleman et al., 1966). El informe que lleva su nombre provocó la aparición de un grupo de investigadores y equipos, muchos de ellos economistas, que dirigieron sus esfuerzos al estudio de la mejor distribución de los recursos escasos en el entorno del proceso educativo. Con el paso del tiempo se fue avanzando en el cuerpo teórico, se recogieron datos más precisos y los
nuevos ordenadores permitieron que se fueran afinando las técnicas econométricas: se estaba preparando el terreno para que una suma de factores colocara en primera línea esa serie de destrezas que hoy conocemos por habilidades no cognitivas. Posiblemente el primer desencadenante del proceso ha sido la popularización de los datos. La disponibilidad de los resultados de PISA, así como del resto de grandes bases de datos pusieron en manos de equipos de cualquier fortuna un material excelente para la investigación, complementado con la generosa difusión de la información necesaria para poder analizarlo. Esa facilidad para manejar una materia prima de calidad permitió análisis cada vez más sofisticados e inclusivos –una de las pegas que se puso en su momento al Informe Coleman era que empleaba solo datos norteamericanos y los resultados no eran extrapolables– que terminaron en un descubrimiento rompedor, algo así como lo que supuso para los astrónomos a mitad del siglo XVIII postular la existencia de Neptuno a partir de los desajustes en la órbita de Urano. Como resumió algunos años después el profesor Levin: “... the measured relationships between test scores and earnings or productivity are modest and explain a relatively small share of the larger link between educational attainment and economic outcomes. What has been omitted from such narrow assessments are the effects that education has on the development of interpersonal and intrapersonal skills and capabilities that affect the quality and productivity of the labour force”. (Levin, 2012; p.270). Y ese octavo planeta que explicaría los desajustes era, en este caso, las habilidades no cognitivas de las que estamos hablando. Así lo publica-
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¿Se pueden enseñar las habilidades no cognitivas? ¿Cómo? ¿Cuánto duran? ban Heckman y Rubinstein al año de ganar el primero el Nobel de Economía: “It is thus surprising that academic discussions of skill and skill formation almost exclusively focus on measures of cognitive ability and ignore noncognitive skills... No single factor has yet emerged to date in the literature on noncognitive skills, and it is unlikely that one will ever be found, given
the diversity of traits subsumed under the category of noncognitive skills”. (Heckman y Rubinstein, 2001; p.145) De esta forma, comenzaba el siglo con una nueva batería de variables explicativas disponibles. Variables que, afortunadamente, ya llevaban un cierto camino andado en otras ramas del saber, y que por coincidir en su objeto, la persona, constituían un bagaje relativamente sencillo de incorporar a la economía. Precisamente esa polinización cruzada, sin prejuicios (Heckman, 2011), que se ha producido entre saberes, ha sido otro de los factores decisivos para el florecimiento de las habilidades no cognitivas en la última década.
Un desarrollo orgánico en el que podemos destacar un esfuerzo inicial para poner un poco de orden entre tanta habilidad y definirlas con precisión; luego, una vez definidas, los intentos de medirlas; más tarde, una vez medidas, los intentos de analizar su impacto; y por último, una vez analizado su impacto, la formulación de propuestas de política.
Y lo primero ha sido poner un poco de orden que, como ya señalaba el profesor Heckman en el texto citado anteriormente, buena falta hacía. Hoy, sin haber aún dado con una taxonomía universalmente aceptada, ya están disponibles varios elencos sistematizando mucho del mate-
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Sección coordinada por la Fundación Europea Sociedad y Educación
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