Línea Recta Nº 71 Febrero 2018

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cia mezclada con cinismo. Si los caricaturizas te felicitan públicamente y en privado piden comprarte el original del cartón que los mencionó. Optan por el “jajajaja no me dolió”. Se olvidan o ignoran u omiten saber que yo no dibujo para ellos, sino para un lector imaginario, un ciudadano. Otros mandan regalos y cariñitos y se exhiben como mis amigos y me piden comer con ellos para explicarme mejor lo que he malinterpretado. Pero cada vez que puedo les explico que cuando dibujo no veo amigos, veo funcionarios, veo empleados manejando los recursos (y las esperanzas y las expectativas y el futuro) de la gente. Y los observo como se observa a un jardinero que te dijo que cobraría por hacer determinada labor en tu patio. Si la haces bien, pues fantástico, para eso te pagaron, y mucho. No tengo por qué aplaudirte. Pero si lo haces mal, sacaré mi pluma y te lo diré cuantas veces sea necesario. El caricaturista político no elogia. El 10 LÍNEA RECTA · FEBRERO 2018

caricaturista político que usa su pluma para aplaudir es un retratista del poder, no crítico del poder. La caricatura nace como contrapeso de los poderosos, como arma de los que carecen de poder para vigilar y pincharle las nalgas a los que lo tienen. Con el tiempo la caricatura política se convirtió en parte del periodismo. Esto es, parte de un contrapeso fundamental para las sociedades, parte esencial de un monitoreo colectivo. Por eso es indispensable estar equidistante de toda la clase política. Si creen que un acto ha sido malinterpretado por mi pluma, a lo mejor tu equipo no está manejando bien el asunto de la percepción, de lo que proyectas para afuera. Almorzar conmigo no lo arreglará. Entender la crítica podría ayudar. Y mucho, si lo haces con inteligencia. Es indispensable que los políticos defiendan el derecho a la crítica desde sus puestos y curules. Cuando no exista la crítica como tal, el espejo les mentirá siempre y nunca sabrán lo monstruosos que se ven. La libertad de expresión no es algo que esté allá, inamovible, blindada, intocable. Es más frágil de lo que creemos. LR. ¿Piensa que la libertad de expresión se está perdiendo? AP. Esa libertad en particular siempre estará bajo asedio. Y estos días son

días muy oscuros para ella. Cuando no vienen de arriba los intentos para limitarla, judicializarla, criminalizarla y acallarla con cañonazos de convenios publicitarios con letra chiquita, las amenazas vienen de abajo, de nosotros mismos. Hemos convertido las redes sociales en plazas con antorchas, cadalsos, guillotinas y turbas enardecidas en donde privilegiamos el linchamiento por sobre el entendimiento. Lo que nació para hablar libremente es ahora un instrumento para ver a quién le cerramos la boca hoy. Y esas amenazas de arriba pueden verse favorecidas por las que vienen de abajo. Los extremos pueden tocarse y actuar como una boa constrictor alrededor de su presa. La crisis de los medios tradicionales agudiza el panorama. Necesitan sobrevivir y la dependencia al gran dinero y lo que está detrás de él vuelve peligroso el libre ejercicio del periodismo. Pocos son los medios que intentan buscar soluciones desde el oficio y con más y mejor periodismo. LR. ¿Cuál crees que sería la solución a este problema? AP. Pues tenemos que buscar salidas y reinvenciones creativas entre todos los interesados, estudiando de cerca experiencias ya probadas, potenciarlas y arriesgarnos a probar modelos nuevos sin sacrificar la ética


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