las interminables pérdidas, las ciudades diferentes, los estallidos de pasión y olvido,
la desdicha declinada en frecuente y dolorosa despedida,
el torrente de agresiones amorosas, peldaños de granito...
Distancia, distancia. Y procura durar.
Durarte sin escribir tanto in memoriam
que el brazo no se hurte al hormiguero que te habita.
Nunca dejes de creer, huye del vacío
donde se produce el estallido sin eco de los prismas relucientes, calidoscópicos, sumisos.
Aprende a saber, no a urdir.
Resplandor de lo diáfano, estricta aventura en la pureza. Disuelve los sueños que no te sueñan
en el preciso abandono del ramal ya circulado.
Aventa los aromas, congela en trastiendas los elixires y ambrosías que tu recuerdo secretea.
Porque “así pasa todo, y la vida y la muerte, y lo que más queremos”. Nada podrá suceder entonces fuera de ti mismo.