William Atkinson - Conocete

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individualidad, deja que los otros piensen por él, y acepta lo pensado como verdad comprobada y permite que la impresión se forme en su subconscientividad, de donde emerge como un pensamiento propio. Muy poca gente piensa por sí sola. La mayor parte dejan a los demás el cuidado de formular ideas por ellos, y de exponerlas en veladas frases, etc., que la negativa persona se apropia y repite, creyendo que está expresando los resultados de su propio pensamiento. Hay muchas formas generales de sugestión; una ojeada sobre ellas nos dará facilidades para apreciar mejor la importancia de la sugestión mental en la vida cotidiana. Hay cuatro fases generales o clases de Sugestión Mental; a saber:

I. Sugestión de Autoridad. II. Sugestión de Imitación. III. Sugestión de Asociación. IV. Sugestión de Repetición. La Sugestión de Autoridad es la impresión hecha sobre la mente del individuo por otros que se expresan con real o asumida autoridad, que da a sus afirmaciones un peso superior a su racional valor. Cuando uno cuya autoridad es aceptada, hable con firmeza y un aire de convicción, encontrará mucha gente que acepte sus conclusiones y sus ideas en su valor aparente sin ensayarlas en el crisol de su juicio. Tan importante es el efecto producido por la apariencia de autoridad, que personas de poco escrúpulo se han compuesto para imponerse a muchas buenas gentes por medio de una imprudente asimilación y de un aire autoritario, sin base real para sus pretensiones, y el pueblo ha aceptado sus dictámenes y reclamaciones sin objeción. Carruaje propio, un aire de gravedad y maneras aparatosas imponen a mucha gente la sugestión de autoridad, y desde este momento, todo cuanto se afirme es aceptado sin discusión. La historia de los impostores en religión, de todas las épocas, demuestra la importancia de esta forma de sugestión. Y esto es tan evidente hoy como lo era hace cien, o hace quinientos años. Muchos hombres y muchas mujeres asumen este aire de autoridad y hablan algo a lo “Así dice el Señor” y ­¡oh sublime necedad!­ miles de carneros humanos van tras ellos y dan su duramente adquirido dinero para henchir las arcas del “apóstol” o “profeta”. Tan verdad es esto, que muchas personas, indudablemente desequilibradas, han asumido el aire autoritario y han tenido sus millares de sinceros prosélitos. La gente sugestionable rara vez se pregunta: “¿Qué me dicen mi razón y mi juicio acerca de esto?” Pero pregunta: “¿Qué dicen el Sr. Fulano o la Sra. Perengana sobre el asunto?” Oyen constantemente la voz de la autoridad, en lugar de usar y desarrollar su máquina pensadora. Mejor para animar la individualidad, la desaniman. Las personas individualistas no vacilan en hacer suyo el conocimiento de otras que tienen experiencia en la materia de nuestra predilección, pero usan siempre su juicio en la decisión de si esas otras personas conocen la cosa realmente, y nunca aceptan la nueva apariencia y maneras de autoridad como cosa real. Se parecen al

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