William Atkinson - Conocete

Page 60

CAPÍTULO XIV

DESEO

El Deseo es la potencia motriz de la vida, es el incentivo de la acción. – El hombre es lo que desea ser. – Pero no hay que dejarse dominar por el deseo; hay que someterle al juicio de la razón y al dominio de la voluntad. – Cultivo del Deseo.

El deseo es la gran potencia motriz de la vida, el gran incentivo de la acción. Un hombre es, en gran manera, lo que la calidad y grado de sus deseos han querido que fuese. El deseo es el fuego que produce el valor de la acción. No importa cuán espléndidamente pueda un hombre estar dotado con otras facultades mentales; no importa cuán grandes puedan ser sus poderes de percepción, razón, juicio, aplicación. O aun voluntad; a menos que no posea asimismo un fuerte deseo para ejercitarlas, las otras facultades no entrarán jamás en acción. El deseo es el gran incitador de las actividades mentales y físicas, el acicate de la voluntad. Como hemos dicho en un trabajo sobre la materia, el deseo es el fondo de todo sentimiento. Antes de que podamos amar u odiar es preciso desear. Antes de que podamos manifestar valor y energía, es preciso que deseemos. El deseo de algo late siempre en toda acción de la vida: deseo consciente o subconsciente. El pensamiento abstracto es una cosa fría y desnuda, falta de vitalidad y calor; el deseo está lleno de vida, moviéndose, ansiando, esperando, añorando, insistiendo y hasta empujando a la acción. El deseo es realmente la fase de acción mental que constituye la fuerza motriz. Podemos darle al deseo los más populares nombres como “ambición”, “aspiración”, “ansia de logro”, etc.; pero el deseo es el principio básico de toda ansia, de toda expectación y de toda necesidad. No solamente es nuestra vida determinada en gran manera por la naturaleza y calidad de nuestros deseos, sino que nuestros hechos y su cumplimiento dependen materialmente del grado de nuestros deseos. La calidad del deseo determina por qué sendero mental queremos caminar; pero el grado determina hasta dónde queremos caminar. La mayoría de la gente manifiesta muy poco deseo; necesitan muchas cosas, es cierto, pero no las necesitan con bastante eficacia. Sus deseos acaban en un mero “quisiera” y “necesito”; pero no alcanzan la esfera de acción. El deseo no expresado es como el vapor que en una caldera no ha alcanzado la intensidad requerida para poner en marcha el mecanismo. Aumenta la intensidad y el grado, y el vapor se precipita por las válvulas y en un momento los pistones se ponen en marcha y las ruedas empiezan a girar. Los grandes hombres en todas las esferas de la vida han poseído fuertes deseos de obtención, de

60


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.