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UN VERDADERO MASON Los hombres que integran las filas masónicas son hombres selectos. Dado el elevado fin a que propende la masonería, sus componentes deben poseer, además de algunos requisitos y cualidades indispensables, cierta preparación y capacidad intelectual que les permita profundizar en los estudios masónicos. No basta que el masón sea trabajador y honrado. Tampoco es suficiente que sepa al dedillo los nombres de los distintos símbolos y ceremonias y el sistema de organización jerárquica a que la institución ajusta sus procedimientos. Hay muchos hermanos que tomando la forma por el fondo, los medios por el fin, solo comprenden superficialmente el valor de los símbolos. Estos fueron tan sabiamente elegidos que el masón que medite con detenimiento acerca de su significado encontrará cada vez nuevas verdades y más bellas enseñanzas. Los trabajos leídos en las sesiones, los Consejos y enseñanzas impartidas por el Venerable Maestro y demás hermanos, deben ser escuchados con la mayor atención por el masón, con objeto de ampliar sus conocimientos y alcanzar el grado máximo de perfección moral e intelectual a que debe aspirar. Si fuere necesario criticar el trabajo o el comportamiento de un hermano menos preparado, es menester que proceda con tino y mesura la tolerancia e indulgencia deben adornar siempre al masón. El Masón debe ser obediente, disciplinado y estar siempre dispuesto a acatar los llamados de sus superiores. La obediencia, la sumisión, la disciplina y el valor son rasgos que, entre otros, forman al hombre. Deben existir mutua confianza y estricta obediencia, obediencia a todos los que están más arriba que él. En la vida profana el masón debe observar irreprochable conducta. El hombre no vive para sí solo. Vive igualmente para el bien de los demás, tanto como para el propio. Cada cual tiene deberes que llenar: deberes hacia los hombres, la familia, el Estado y la Humanidad. Estos deberes son sagrados y el buen masón debe tratar de cumplirlos lo mejor que pueda. El masón debe ser honrado y decir siempre la verdad, En los tiempos actuales los hombres son sobornados por todas partes. Acabar con la mentira y el cohecho, es obra laudable a la cual debemos prestar nuestro eficaz concurso. El masón debe ser un hombre valiente. El valor es una cualidad que todos los hombres se complacen en honrar. Sin embargo, no es el valor temerario al que aquí me refiero. Valeroso es el soldado que hace frente al peligro sin moverse, mientras que las balas esparcen la muerte a su derredor. Todos conocemos y mientras haya hombres se admirará la epopeya que relata cómo Leonidas al mando de 300 espartanos sucumbió heroicamente en el paso de las Termópilas. Pero el hombre que se vence a si mismo, demuestra tanto o más valor que estos heroicos soldados. Este valor consiste en vencer sus pasiones, de los malos hábitos y defectos. Este es el valor que debe demostrar el masón. El masón debe hacer obras de caridad y de beneficencia. El hambre y la miseria que encontramos a cada paso, nos presentan muchas oportunidades para hacer el bien. Visitar a los pobres, atender a los enfermos y socorrer a nuestros semejantes, es, seguramente, el deber más sublime del masón. Cuanto bien hagamos, queridos hermanos, no lo hagamos por la fama, la gloria o el éxito. Si por cualquier motivo la actuación de uno de nuestros hermanos merece el elogio o aplausos del mundo profano, posean además del milagro del cerebro el milagro del ojalá sea este: ¡Este caballero es Masón!


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