El misticismo de la masoneria

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recepción de la luz (la transmutación de la carne y el "hacer surgir" el Espíritu -La Luz del Alma, que es la Iluminación). La duración variaba en los diferentes ritos (y con cada aspirante individual bajo preparación). En los Misterios Celtas de los Druidas, el período en que al aspirante se le sumergía en las tinieblas, era de nueve días y noches. Entre los griegos, en Eleusis, era tres veces lo anterior. Y en los ritos aún más severos de Mitras, en Persia, cincuenta días de oscuridad, vida solitaria y ayuno, se imponían al aventurado neófito que, mediante estas pruebas exclusivas, se hacía por fin merecedor a la plena comunicación de la luz del conocimiento (de la parte exotérica de la Iniciación). "La oscuridad, como la muerte, es el símbolo de la Iniciación (la resurrección o la vuelta a la Luz). Era, por esta razón, que todas las iniciaciones en la antigüedad se verificaban de noche. La misma costumbre prevalece en la Francmasonería y la explicación es la misma. La Muerte y la Resurrección se enseñaban en los Misterios, como hoy se hace en la Francmasonería. La Iniciación era la lección de la muerte. El pleno goce o autopsia, la recepción de la luz, era la lección de la Regeneración o Resurrección. "La Luz es, por consiguiente, un símbolo fundamental de la Francmasonería. Es, en el hecho, el primer símbolo a la fuente de vida, como también una profesión del verdadero amor). "El Obispo Patrick sostiene esta opinión y piensa que la costumbre derivó de los antiguos patriarcas y se trasmitió por una tradición general a los tiempos posteriores. "La instrucción de Pitágoras a sus discípulos se hacía en estos términos: "Ofrece sacrificios y adora con vuestros pies descalzos". (No adoréis, no practiquéis el Rito de la elevación, a menos que sea en pureza, "con los pies descalzos", o sea, descubiertos, "libre s de sensualismo o de cualquier motivo egoísta posterior", porque entrar al Santo de los Santos, al Santuario Interior, al Templo donde empieza y acaba la Vida, sin esta pureza de corazón, es degradación y, en consecuencia, se llega a ser doblemente degradado). "Los Mahometanos, cuando se disponen a recogerse en oración, dejan sus zapatillas a la puerta de la mezquita (emblemático de la verdadera adoración del Alma y del Espíritu de Creación y Re-creación). Los Druidas practicaban la misma costumbre, donde quiera que celebrasen sus ritos sagrados, y se dice que los antiguos Peruanos dejaban siempre sus zapatos a la entrada cuando asistían al magnifico templo consagrado al culto del sol (todo esto, simbolizando el espíritu exotérico de los Misterios). "El rito de descalzarse es, en consecuencia, un símbolo de reverencia (y tributado por la primera creación de Dios a El, en reconocimiento de la nobleza y pureza del acto de creación, cuando no está contaminado con la lujuria de la carne). Expresa, en el lenguaje del simbolismo, que el punto que se va a alcanzar (o a entrar) de esta manera humilde y devota, está consagrado a algún propósito santo.


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