En primer lugar está constituido por diversas obras, ensambladas sin orden ni concierto. En segundo lugar estas obras no corresponden a los métodos lógicos de Occidente. Los escritores de Oriente siguen más vale las leyes de la composición musical que las de la literatura. Se trata de un tejido de temas, de interrupciones y, a grandes intervalos, de reanudaciones, de disgregaciones flotantes, de alianzas vastísimas al par que sutiles, verdaderamente musicales, de ideas. 1