El Esoterismo Cristiano

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Biblioteca Masónica Humanitas 21

APRECIACIONES SOBRE EL ESOTERISMO CRISTIANO

caer en los prejuicios de la crítica «positiva», que un método es «inaceptable por incontrolable» (p. 389); sería necesario rechazar entonces todo lo que es obtenido por conocimiento directo, y particularmente por comunicación regular de una enseñanza tradicional, que es en efecto incontrolable,,, ¡para los profanos! (6) La confusión del Sr. Valli entre esoterismo y «heterodoxia» es tanto más sorprendente cuanto que ha comprendido, al menos mucho mejor que sus predecesores, que la doctrina de los «Fieles de Amor» no era de ningún modo «anticatólica» (era incluso, como la de los Rosa-Cruz, rigurosamente “católica” –en el verdadero sentido de la palabra), y que no tenía nada en común con las corrientes profanas de las que debió salir la Reforma (págs. 79-80 y 409). Únicamente que ¿dónde ha visto que la Iglesia haya dado a conocer al vulgo el sentido profundo de los «misterios»? (p. 101) Le enseña por el contrario tan poco que se ha podido dudar que ella misma haya guardado consciencia de ellos; y es precisamente en esta «pérdida del espíritu» en lo que consistiría la «corrupción» denunciada ya por Dante y sus asociados (7). La más elemental prudencia les recomendaba, cuando hablaban de esta «corrupción», no hacerlo en lenguaje claro; pero no es necesario concluir de ello que el uso de una terminología simbólica no tenga otra razón de ser que la voluntad de disimular el verdadero sentido de una doctrina; hay cosas que, por su misma naturaleza no pueden ser expresadas de otro modo que de esta forma y esta vertiente de la cuestión, que es con mucho la más importante, no parece haber sido considerado para nada por el autor. Aún hay un tercer aspecto, en cierto modo intermedio, donde se trata también de prudencia, pero en interés de la doctrina misma y no de los que la exponen, y ese aspecto es al que se refiere más particularmente el símbolo del vino para los Sufíes (cuya enseñanza, digámoslo de pasada, no puede ser calificada de «panteísta» más que por un error muy occidental); la alusión que se hace a este símbolo (pp. 72 y 104) nos indica claramente que «vino» significa «misterio», doctrina secreta o reservada, porque en hebreo iaïn y sôd son numéricamente equivalentes; y para el esoterismo musulmán, el vino es la «bebida de la élite», que los hombres vulgares no pueden usar impunemente (8). Pero retornemos a la confusión de los puntos de vista «místico» e «iniciático»: es solidaria de la precedente, pues es la falsa asimilación de las doctrinas esotéricas al misticismo, el cual procede del dominio religioso, que lleva a considerarlas al mismo nivel que el exoterismo y a querer oponerlas a éste. Vemos muy bien lo que en el caso presente ha podido causar este error: y es que una tradición «caballeresca» (p. 146), para adaptarse a la naturaleza propia de los hombres a los que se dirige especialmente, comporta siempre la preponderancia de un principio representado como femenino (Madonna) (9), así como la intervención de un elemento afectivo (Amor). La relación de tal forma tradicional con la que representan los Sufíes persas es totalmente justa; pero sería necesario añadir que es-tos dos casos están lejos de ser los únicos donde se encuentra el culto de la « donna-Divinità», es decir del aspecto femenino de la Divinidad: se encuentra en la India también, donde este aspecto es designado como la Shakti, equivalente en ciertos aspectos a la Shejinah hebrea y es de resaltar que el culto de la Shakti concierne sobre todo a los kshatriyas. Una tradición «caballeresca», precisamente, no es otra cosa que una forma tradicional para el uso de los http://members.tripod.com/gh31


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