Historia indígena de guarionex

Page 1

Historia Indígena de Guarionex Por: Gilberto Annesdy Rodríguez Tellado http://www.facebook.com/AnnesdyTelladoPageOfficial

Estoy pendiente, necesito agarrar esa bola. Es mi última oportunidad para demostrarles a estos chorros de naborías que nosotros los nitaínos sabemos jugar Batú. Tengo que dejar de pensar y estar más pendiente. - Vamos Mabó dale duro a la bola. – Grité con entusiasmo. Bendito, Mabó es uno de mis mejores amigos. Desgraciadamente no es muy bueno que digamos en el deporte Batú. Sin mencionar que la primera vez que tomó la bola en sus manos, la tiró a una vasija ancha y se emocionó. Sentí una vergüenza delante de los demás compañeros de la escuela. Mabó para disimular dijo que se inventó un nuevo juego que él le puso por nombre el baloncesto, obviamente nadie le creyó. Lo que quiero decir con todo esto es que mi amigo es pésimo en los deportes. Un grito descomunal logro escuchar, era Mabó que por fin pudo golpear la bola. -

¡Esta bola es mía! – Exclamé con alegría.

Estaba corriendo para atrapar la bola, sin darme cuenta estaba cerca del terminar de una cascada hasta que caí al río. -

Auxilio, ayúdenme. – Grité con todas mis fuerzas.

Mabó que estaba disfrutando su triunfo, fue el que se dio cuenta que me estaba ahogando. - Guarionex se ahoga. – Gritaba Mabó a los demás niños taínos. – Agueybana me va a matar. Los estoy viendo de lejos, ya mis fuerzas se están acabando y las corrientes me están arrastrando. Me estoy ahogando. Le dejo mi alma a Maquetaurie guayaba (el dios de la muerte). No pasó ni un instante cuando siento las manos de alguien arrastrándome a la orilla del río Tinajas. Era Mabó salvándome la vida. Él estaba tan cansado que no pudo subirse conmigo a la orilla, así que el río arrastró a Mabó. Mi amigo, el valiente indio, se sostuvo de una gran ciba (piedra). Tenemos que actuar rápido, no sabemos cuánto tiempo podrá aguantarse de allí, además la luz de guey (sol) está a punto de abandonarnos para dejar a su entrada a caraya (luna) para dejarnos saber que ya es de noche.


- ¿Qué ocurre? – Dijo llegando mi hermana mayor llamada Tanamá que su significado es mariposa, muy bonito para ella de verdad. - ¿Se van a quedar todos mirando cómo idiotas? Abey vamos a tumbar esta palma a ver si lo pueden agarrar. – Mirándonos molesta sigue mandando, digo perdón preguntando - ¿Se van a quedar ahí parado?, ayúdenos. Logramos tumbar la palma y Mabó pudo agarrarla. La sostuvo hasta que lo pudimos jalar hasta llegar a la orilla en un área que no estaba la corriente y él pudo subir hacia donde estábamos nosotros. - Se pueden ir, se acabó la función. – Dijo mi hermana a todos mis amigos que nos encontrábamos jugando. Mabó a ti también va el mensaje te puedes ir. Guarionex móntate en la nueva canoa de Abey, último modelo, móntate ahora. - Tana – le dije – Mabó estaba ahí porque me salvo la vida. Así que trátalo bien. Y se va con nosotros. Mabó se montó en la canoa tímidamente. -

¿Qué tu hacías allí?

-

Jugando Batú – le dije un poco asustado, – ella es siempre una exagerada.

-

Cuando nuestro baba se enteré.

-

¿Se los vas a decir a nuestro padre?

- Nuestro baba es el Cacique Agueybana del Guainía y te ha dicho que no te quiere con tus amigos naborías. Nuestra bibi, osea nuestra madre ha dejado que Mabó sea tu amigo pero eso no te da derechos en pasarte con los demás, eres tan corriente. - Mi amor – interrumpiendo Abey. – Creo que estas exagerando un poco, además Mabó le salvo la vida a Guarionex. - ¿Y? – Contestando Tanamá – nosotros tuvimos que salvar a Mabó y no estamos exigiendo un premio. Realmente no sé cómo Abey soporta a mi hermana mayor. Abey pertenece al Yucayeque Abeyno. Ese pueblo era uno de los más cercanos a nosotros, pero geográficamente se encontraba un poco retirado. A pesar que Abey vivía lejos, sacaba de su tiempo viajando en canoa para visitar a su “adorable” novia. -

Si tu padre se llega a enterar,- me susurró Mabó a mi oído.

Tranquilo, - respondí, - nadie se enterara, además tú ves que mi hermana me regaña y está pendiente de mí, pero nunca le dice nada a nuestros padres.


Guarionex, esto es diferente. Por poco te mueres. Si el Cacique Abueybana se entera soy hombre muerto, por llevarte al río Tinajas.

-

Tranquilo, no pasará nada, ya verás.

Llegamos a Guanía en el cual el Cacique era Agueybaná, mi baba. Eso quiere decir que mi padre gobernaba el pueblo. Mi hermana Tanamá me llevaba directamente a nuestro bohío. Al primero que vemos cuando entramos es a Turey, es considerado socialmente un bohíques. Para mi baba era un sabio, para Tanamá es considerado un loco de la vida. -

Hola, Guarionex - ¿Cómo están tus hijos y tu esposa?

-

Turey yo apenas tengo 17 años de edad. – Le contesté con ganas de reírme.

- Algún día los tendrás, no seas impaciente mi indio favorito. – Turey deja de mirarme y mira de arriba abajo a Tanamá. – Cada día que pasa se ve más joven, Jayuya. ¿Y qué vas a hacer con tu hija mayor? Tanamá esa joven no la veo en muy buenos pasos que digamos. -

Turey, yo soy Tanamá. Jayuya es mi madre.

- No se le dice madre, se le dice bibi, habla con propiedad. –Se retira caminando Turey. – Estos jóvenes hoy en día se creen que todo lo saben. Entra nuestra bibi, con la comida. -

Ummm, huele rico, - dije mientras que me sentaba rápidamente.

-

Bibi, ¿Dónde está nuestro baba? – preguntó Tanamá.

- Está preparando el Areyto de esta noche. ¿Por qué preguntas hija? - Abey y yo nos quedamos mirándola disimuladamente. -

Por nada bibi. – contestó Tanamá.

Entra mi hermana menor, Ana, su significado es flor.


- Hola chicos. – Se sienta a comer mi hermanita y sigue hablando - ¿Guarionex eso es verdad que por poco te ahogas en el río Tinajas jugando batú? Se les cayeron las comidas a mi bibi. Mi hermana Tanamá puso una media sonrisa. -

Como los chismes vuelan. – dijo Abey. - ¿Verdad mi amor?

- ¿Fuiste a jugar en el río Tinajas con tus amigos? Nosotros no te dimos permiso jovencito. – Me regaño mi madre fuertemente. Mabó entró en la conversación, tratando de cambiar el tema. -

Ana, mira que te traje. – dijo Mabó entregándole una bola de caona.

-

Mi favorito, gracias Mabó. – tomo Ana la bola de caona y se la llevó bien feliz.

Mi hermana Ana coleccionaba las caonas. Tana y yo la molestábamos mucho, ya que para nosotros esas piedras brillando de color oro no tenía ningún tipo de uso. Eso si eran muy hermosas. Hay que ser bien bobo para coleccionar el oro, algo que no tiene valor, solo el sentimental. Mi bibi no dejaba de mirarme con desilusión. - Será bruto mi hermanito, el batú se juega en el batey, no en las cascadas de un río. – Se burlaba mi hermana Tanamá. -

Se puede saber ¿cómo pudiste salir de ese río? – preguntó mi bibi.

-

Mabó me salvó la vida. – dije con orgullo.

- Y Abey y yo salvamos a Mabó, ya que el imbécil de mi hermano pesaba tanto, a Mabó no le quedaba fuerza para luchar contra la corriente del río. – dijo Tanamá. - Te felicito mucho Mabó – dijo mi bibi. Voy hablar con mi esposo para celebrarte esta noche en el Areyto. -

Eso es vamos a celebrar. – dije con alegría.

- Vamos a celebrar es mucha gente, – dijo mi bibi con tristeza, – tendré que castigarte, no podrás ir a la ceremonia de esta noche. Sabes que no tolero la desobediencia. Quiero que seas un indio de bien y por eso tu baba y yo te queremos criar como corresponde.


¿Van a homenajear a Mabó en el Areyto de esta noche y yo estaré castigado en mi bohío ? La palabra castigo no va conmigo, me las arreglaré para disfrutar esta noche del Areyto. Ya está a punto de comenzar una de las ceremonias más esperadas por nosotros los taínos. Los indios van a celebrar el Areyto, mientras que yo acostado en mi hamaca mirando al techo bien enzorrado. Cuando estaba a punto de quedarme dormido, escucho un gran ruido que viene de afuera, me desperté pero actuaba como si estuviera dormido, estaba un poquito asustado. -

Hola, – se asomó Mabó asustándome, inmediatamente caí de la hamaca.

-

¿Qué haces aquí? – pregunté mientras me paraba del suelo.

- Vine a rescatarte, lo malo es que no encuentro la llave para abrir el caney. – dijo Mabó con cara de preocupado. - Mabó – dije lentamente para buscar las palabras necesarias para no lastimar a mi mejor amigo, a la persona que le debo mi vida. – He, ¿no te ha dados cuentas que no necesitamos llaves? nuestros hogares son de pajas. De momento escucho tambores, maracas, güiro y silbatos con un ritmo bien pegajoso. Me estaba imaginando a los indios danzando en el batey. Realmente la curiosidad me estaba matando. Así que decido escaparme olvidar que estoy castigado. No soy tan bruto como para no tener un plan. Cuando entendiéramos que la ceremonia estaba a punto de terminar, tendríamos que avanzar para que nadie se diera cuenta que estuvimos en el Areyto. Si el tiempo no nos daba, Mabó iba a fingir que estaba poseído para que Turey perdiera un poco de tiempo para sacarles los espíritus malévolos. De verdad que soy un indio bien brillante. Yo debería ser un cacique cuando crezcas, porque esta inteligencia que tengo no se puede desperdiciar tan fácil. Vamos caminando hacia el areyto, escondiéndonos en los arbustos. Veo a lo lejos a mi baba jugando batú con los indios y caciques de los Yucayeque cercanos. Miro a los lejos una fogata con piedras. La curiosidad me invadió cuando veo sentarse a sus alrededores muchos indios, entre ellos estaban Tanamá, Abey y Ana. -

¿Qué van hacer? – Preguntó Mabó.

-

Jugar la botellita indígena. – contesté.

-

¿Qué es eso? – Preguntó Mabó.


-

Cuando crezca lo sabrás.

-

Guarionex tenemos las mismas edades.

De momento ciento unas manos en mi hombro, mi cuerpo se frisa y cuando me viro era el sabio Turey. - Qué bueno que llegaron. ¿Dónde dejaron sus canoas? – decía Turey. Realmente no sabíamos de qué estaba hablando. - Ya encontramos un estacionamiento en los ríos, espero que sea un lugar seguro. – Mabó le decía a Turey siguiendo la conversación. - Seguro que sí, nuestras tierras son seguras. – contestó Turey. - ¿Qué están esperando? Vengan llegaron a tiempo para nuestro momento de narrar historias. - Hay un problema – Le hablaba Mabó, mientras que yo continuaba maravillado de que Turey el que se pasaba en mi hogar no nos reconociera. – Necesitamos algo, unas caretas, es que así disfrutamos mejor las narraciones. - De verdad que ustedes los indios del Yucayeque de la isla nena de Bieké son bien extraños… Su nombre era… -

Mabí – dijo Mabó.

-

Sol – dije.

-

Bueno chicos vamos para la ceremonia.

Turey caminó quedando delante de nosotros. Mientras que nosotros nos reíamos de nuestros nombres inventados. -

Mabó por poco te tiras al medio, – dije riéndome.

-

Por lo menos no me llamé, Sol. Eso sí que es loco. – dijo Mabó.

-

Eso será moda algún día. Ja j aja. Yo siempre hago la diferencia contesté.

Turey nos consiguió las caretas que Mabó les pidió, y así nos sentamos alrededor de la fogata juntamente con los demás indios. Mabó quedó al lado de Tanamá y yo al lado de Ana, ya que eran los únicos espacios que quedaban en el círculo. Turey tomó la participación especial. - Estamos aquí, – moviendo las manos y los pies rápidamente. – Hoy no les voy a narrar una historia, – se escuchaban los murmullos de los demás indios. – Esperen, shh, es que


tenemos una visita especial, tenemos a Mabí y Sol. Nuestros visitante del Yucayeque Bieké y les doy el privilegio de contarnos una historia. Comienza tu Sol.

Todos los indios comienzan aplaudir.

- Había una vez. – me quedé mirando a todos seriamente. – Había una vez una diosa llamada Madona. Ella es la diosa de la naturaleza. - Disculpa. – Habla Tanamá interrumpiendo mi relato, – la diosa de la naturaleza les decimos Attabeira o Attabex, nunca había escuchado Madona. -

Jovencita, ¿Quién es el que vive en Bieké? – Pregunte seriamente.

-

Usted, – contestó seriamente Tanamá.

- Pues déjeme continuar, – le dije. – Bueno otro indio que quiera cuestionar mis creencias para sentarme y no narrarles nada. – Todos se quedaron callados. – Pues continuó, Madona le gustaba cantar y un día se enamoró del dios Yocabú el dios supremo. Y tuvieron un hijo que le pusieron Herculin, era bien fuerte, había heredado los poderes de sus padres por medio de la fuerza. Realmente su cabello le daba la fuerza. Un gran día se enamoró de una india, ella era mala. A la india no le gustaba como le quedaba el pelo a Herculin, un día lo recortó para que tuviera de moda y se convirtió en humano. -

Eso no da miedo, interrumpió Ana.

- Vamonos Tanamá. – Se paró Abey. - Quedasen, ahora viene lo más importante, – dijo Mabó parándose inmediatamente. – Los dioses de la muerte Maquetaurie Guayaba quien regía en el coabey, el paraíso de los muertos, se enteraron que Herculin ya era humano. Ellos siempre soñaban por el paraíso de los padres de Herculin, así que decidieron atacarlo para vengarse. Y se lo llevaron arrastrado y nadie sabe de él. Lo peor de todo es que Maboyas y Guabancex merodean de noche el paraíso de los muertos para que Herculin no se escapara, y como el perdió sus poderes, dejó de ser un dios, así como era un indio más, murió. Eso lo que dices porque su cuerpo no se pudo encontrar pero se dice que de noche pasa por estas tierras buscando su alma liberar para encontrar la paz.

- Me entró algo. – Interrumpió Turey. – Es Herculin que quieren hablarnos. – Turey comenzó a mover rápidamente sus manos y pies. - Soy Herculin y quiero notificarle que el dios está furioso y quiere destruir la aldea.


Todos los indios comenzaron a gritar fuertemente. De verdad que Turey estaba loco. Herculin no existe. . Turey tienen un trance con alguien que yo inventé, esto está bueno. Sin mencionar las caras de espantos que tienen Abey y mis hermanas. Eso está para dibujarlo en una piedra y guardarlo como recuerdo. Como les iba diciendo, Herculin nunca existió. Pero no sé si Turey recibió un trance y pensó que era Herculin… no se realmente. Lo que sí puedo contarles es que de momento una fuerte lluvia acompañada con fuerte viento comenzó azotar a lugar. -

Es un espíritu maligno, - gritó fuertemente Turey.

Todos los indios comenzaron a correr hacia sus bohíos para proteger sus pertenecías, nuestro bohío se fue volando pero mi bibi, Tanamá, Ana y mi baba pudimos tomar nuestras pertenencias y salir corriendo hacia una cueva. Mientras que corríamos, observamos jayabacanás (árboles) salir de raíces de las tierras, nosotros no perdíamos nuestro norte hasta entrar a la cueva. Ana se me queda mirando. -

Hey, esa hamaca es de mi hermano, - me dijo Ana mientras me empujaba.

Lo sabía, - dijo mi hermana Tanamá mientras que se acercaba hacia mí y quitándome la máscara. – Sabía que lo de Madona no podría inventárselo nada más y nada menos que nuestro hermano. ¿No estabas castigado hermanito? Tanamá – habló mi baba, - hay cosas más importantes en estos momentos. Como por ejemplo volver a levantar nuestra comunidad. -

Su padre tiene razón chicos, - respaldo mi madre las palabras de mi padre.

Agueybana, puedes contar conmigo para ayudarles a reconstruir la aldea. – dijo Abey. En la espera que terminaran los fuertes vientos y las lluvias nos quedamos dormidos. Aparentemente mi baba fue el primero que se despertó. Jayuya, - llamó mi baba a mi bibi, - quédate con Ana y Tanamá en la cueva. Nosotros nos iremos a reconstruir. No quiero que vengan con nosotros, no sabemos cómo se encuentra el río en estos momento. Comenzamos a reconstruir los bohíos, nos tardamos casi tres semanas. Abey tuvo que marcharse para ayudar a su gente y mi baba me envió con él y Mabó para que ayudara a su tribu. Todo parecía estar llegando a la normalidad, sin imaginar que algo peor que el huracán estaba por llegar.


Estábamos en la canoa, Abey, Mabó y yo nos dirigíamos de regreso a nuestro hogar. Mientras que estábamos en la canoa, observo a lo lejos, paradas en nuestras orillas tres naves frotantes, como canoas gigantes. Me bajé rápidamente y comienzo a gritar en el cual mi baba se acercó hacia a mí. Observe que esas personas estaban hablando con mi baba. -

Tenemos que defendernos, – grité con todo pulmón.

Guarionex, - me detuvo mi padre, - nosotros somos indios pacíficos no atacamos, no peleamos, además esas personas parecen agradables. -

¿Personas? - entró a la conversación Turey, - creo que son dioses.

-

Viste hijo, nuestro sabio el Turey lo acaba de afirmar.

Los hombres con test de piel muy pálida, muy blancos. Ellos se acercaron a nosotros y todos los indios, incluyendo a mi padre se arrodillaron delante de ellos. -

Guarionex no seas irreverente, - me susurro Mabó.

-

Ellos no son dioses, estoy seguro. – le contesté,

A pesar de mi seguridad de que no son dioses, me arrodille delante de esos hombres blancos, si verdaderamente son dioses que hagan algún tipo de magia. De lo contrario de mí no van a recibir nada. Pasaron los meses en el cual estos hombres de color pálido llegaron a nuestras costas. Yo no aguantaba más, pusieron a toda mi gente a trabajar; sacando mucha caona, las famosas piedras de oro que tanto le gustaba coleccionar a mi hermana, para estos hombres parecía tener mucho valor. La felicidad que teníamos los indios comenzó a cambiar, ya no jugábamos como antes, ni siquiera nos dejaban creer en los dioses que adorábamos. Nos comenzaron a obligarnos a adorar a un solo dios. Me acostaba a dormir todas las noches bien temprano, ya que el cansancio era intolerable de tanto que trabajábamos sacando caona. Un gran día pasó algo muy inusual, observo que en unas de sus naves el famoso jefe, montó a Tanamá, Ana y Mabó a una de las tres naves. Mi baba y mibibi llorando mientras que otros pálidos los aguantaban. Mi baba se pudo zafar de uno de los pálidos y corrió hacia la nave que tenían a mis hermanas y a mi mejor amigo, en el cual produjo que gran parte de las personas se encontraban a bordo bajaran y comenzaran a golpearlo. Aproveché la lamentable situación para subirme a la nave, los únicos que se dieron cuenta de mi presencia fueron mis hermanas. Mabó y mi bibi que se me quedaron mirando con serenidad. Tiraron a mi padre a la orilla, ocasionando que mi madre corriera donde él, mientras que los pálidos abusadores entraron a la nave y comenzaron a salir de la Isla que tanto amé y nos llevarían a alta mar. Pasaron las noches, nadie se daba cuenta de mi presencia, me ocultaba donde almacenaban las comidas. Una de las noches mientras que dormía, escucho un grito que provenía de la puerta del almacén de comida, una voz que era muy familiar para mis oídos.


-

Suéltame, feo asqueroso, - decía mi hermana Tanamá en nuestro dialecto.

Cállate india, que no te entiendo nada, - decía el hombre en su lenguaje, - mañana llegaremos a España y te voy hacer mía antes que lleguemos. El hombre pálido comenzó a forcejar con mi hermana, observé un objeto que tenía ellos en el almacén en el cual era muy pesado. Lo levanté y me fui por la espalda de aquel hombre y lo golpee con el objeto en su cabeza. Gracias hermano, - dijo Tanamá mientras que se levantaba. – Mataste a uno de los dioses. -

¿En serio cree que es un dios?

-

Bueno si fuera un dios, no lo hubieras podido matar supongo.

Mientras que charlábamos Tanamá y yo, no nos percatamos que más hombres de piel pálida habían bajado. Se quedaron mirando a su compañero que se encontraba en el suelo y se enfurecieron ocasionando que me aguantaran dos hombres, mientras que otro me comenzó a golpear sin compasión. Has firmado tu sentencia de muerte indio infeliz, - dijo el hombre que me estaba golpeando. Todos los hombres pálidos me cargaron hasta la parte de arriba de la nave. Ana, Tanamá, Mabó y otros indios estaban mirando aterrorizados. Queremos enseñar lo que hacemos con los indios rebeldes, - dijo uno de los hombres. Todos me tomaron y me tiraron hacia el agua. Mientras que la nave se alejaba, escuchó a mis hermanas gritando y llorando. A pesar que sabía nadar, las olas estaban muy altas para mí. Me cansé me dejé llevar. Deje que agua me hundiera y le entregue mi alma a Maquetaurie guayaba (el dios de la muerte). No escuchaba nada, pensé que había muerto, cuando de repente me despierto vomitando el agua. Me despierto en el río Tinajas. - ¿Se van a quedar todos mirando cómo idiotas? Abey vamos a tumbar esta palma a ver si lo pueden agarrar. ¿Se van a quedar ahí parado?, ayúdenos. Los indios tumbaron la palma para poder salvar a Mabó. Esto ya no había vivido antes. - Se pueden ir, se acabó la función. – Dijo mi hermana a todos mis amigos que se encontraban en el lugar. Mabó a ti también va el mensaje te puedes ir. Guarionex móntate en la nueva canoa de Abey, último modelo, móntate ahora.


- Tana – le dije – Mabó estaba ahí porque me salvo la vida. Así que trátalo bien. Y se va con nosotros. – Realmente estaba repitiendo el mismo dialogo que había hecho semanas atrás. Mabó se montó en la canoa tímidamente. -

¿Qué tu hacías allí?

- Jugando Batú, antes que me des un sermón como quiera nuestra bibi me va a castigar por esto. -

Guarionex, realmente no te iba a delatar con nuestros padres.

-

La que me va a delatar con nuestra bibi es Ana.

Todos se me quedaron mirando asustados. Llegamos a Guanía caminé directamente a nuestro bohío, si las cosas están ocurriendo como lo soñé en el río mientras me ahocaba, entonces posiblemente podrían visitarnos esos hombres de piel pálida. Cuando entramos nos saluda Turey. -

Hola, Guarionex - ¿Cómo están tus hijos y tu esposa?

Me quedé callado, esto no puede estar pasando, esto yo siento que lo viví anteriormente. Turey mira de arriba abajo a Tanamá. – Cada día que pasa se ve más joven, Jayuya. ¿Y qué vas a hacer con tu hija mayor? Tanamá esa joven no la veo en muy buenos pasos que digamos. -

Turey, yo soy Tanamá. Jayuya es mi madre.

- No se le dice madre, se le dice bibi, habla con propiedad. –Se retira caminando Turey. – Estos jóvenes hoy en día se creen que todo lo saben. - Turey, - grité fuertemente. - Soy viejo pero no sordo. - Disculpa Turey, necesito hablar contigo. Le explique a Turey la visión que obtuve en el río Tinajas mientras me ahogaba. De cómo apareció un huracán en el Areyto de hoy y como aparecieron los hombres pálidos a nuestras costas. Como se llevaron algunos indios en esa nave, incluyendo a mis hermanas y a Mabó. Como terminaron empujándome a alta mar. Turey solo me contestó que pudo a ver sido una premonición, que a veces eso se cumple a medias pero casi nunca se cumple todas las premoniciones que tenemos porque el destino lo podemos manejar cada uno de nosotros.


En ocasiones si se cumple todo, no pase tan rápidamente todos los sucesos como en la visión. Como quiera que sea, paré a mi hermana Ana cuando estaba a punto de entrar a nuestro bohío y le pedí que no dijera nada con relación a que por poco me ahogo en el río Tinajas jugando batey y así lo hizo no me delato. Fuimos a Areyto a celebrar, cuando se terminó la ceremonia, ya estaba esperando que lleguen los azotes del huracán que vi en mi premonición pero nunca llegó. Ni una gota de agua cayó del cielo esa noche. Caminé hacia Turey. Tienes razón Turey, al parecer no todo lo que uno vez en una premonición sucede. Solo partes. -

Eso es así mi indio, parece que tengo a mi sucesor aquí… tú.

Realmente no sé si algún día llegaran hombres pálidos a la costa de nuestra la Isla. Si algún día llegan, se tendrán que ver conmigo porque defenderé a mi gente. Si me tengo que montar nuevamente a la nave a defender a mis hermanas lo haré….. Dejaré una huella en mi familia, los amaré y los defenderé hasta la muerte…….

-

Guarionex – gritó Mabó. – Vente a jugar batey.

-

Guarionex, ¿te pasa algo? – me preguntó Tanamá.

-

Nada, - le di un beso en la mejilla a Tanamá y salí corriendo a jugar.

Hay veces que las premoniciones o los sueños se hacen realidad, aunque termine llorando en el mañana, viviré el presente y disfrutaré todos los días que me queden con mi familia y mis amigos.

FIN


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.