Un jodido día

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escuela, camión, leer, dormir y empezar de nuevo. Todo apuntaba a una vida simple y monótona. Un día decidió salirse de sí mismo para entrar en otro sí mismo, es decir, ser otro sin dejar de ser. Los cambios comenzaron pero la monotonía, ahora de la nueva vida, no se hizo esperar. Los estudios apuntaban a una existencia no justificada, y sin sentido.

Los días en aquella ciudad horrenda seguían avanzando con una métrica aterradora. El tipo estaba decidido que quería hacer su vida en «verso libre». Dejó la escuela en un impulso de crepúsculo. Él había decidido dedicarse de lleno al «arte» y así es que se puso a hacer unas tétricas pinturas y a salir de noche como vampiro hambriento buscando la sangre inspiradora para su existencia. En ocasiones también escribía algunos versos o sonetos. Él sabía perfectamente que era un inútil. Todos sabemos que el «arte» es inútil. Claro que el arte es inútil siempre y cuando el artista esté vivo, al menos en la poesía así funciona. ¿Qué falta para que el tipo fuera un poeta? ¿Que escribiera poesía? No, a él le faltaba morirse para ser poeta, pero eso es algo que no estaba en sus planes. Para él la poesía era un entretenimiento solamente, aunque todo lo que hacía para él era un entretenimiento y un entrenamiento mental. Inspirado por Poe, cada vez eran más «oscuras» sus obras. Artizó la noche de forma extraordinaria. Al poco tiempo había vendido gran parte de su obra y por eso seguía viviendo con una comodidad grandísima. Pero seguía teniendo un gran problema ya que descubrió que el arte no era el sentido de su existencia. De momentos a momentos se sentía triste y miserable y bebía una botella de tequila. Siempre tenía una botella de tequila debajo de la cama. Cada vez el maldito insomnio era mayor y menores las ganas de pintar o de salir. Al poco tiempo el tipo tenía una barba enorme y un pelo sucio y largísimo; de peso no había perdido mucho ya que ni en los peores momentos dejaba de comer. Tenía un gran apetito y le gustaba mucho comer solo. La cosa era que tampoco la comida era el sentido de la existencia, pero sí un matiz muy fuerte de la misma. En el tiempo de la miseria creativa le llegó una nueva interrogante: ¿Habrá un cielo como dicen los católicos? ¿O hasta un mundo de las ideas como decía Platón? El tipo nunca había pedido nada a Dios, sólo de niño le pidió algo, pero jamás lo cumplió. Así que desde entonces no era muy


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