EDICIÓN 52

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Análisis

Agosto de 2011

protagonista social a convidado espontáneo VIENE PAGINA ANTERIOR

rias en su dinámica económica y social a nivel nacional. Al menos un Plan sectorial indicativo articulado con el Plan Nacional de Desarrollo a cargo de cada gobierno. Es lo que debería liderar Confecoop, no Dansocial. El anterior “Plandecoop” (1980-1990) se puede emular en el presente. Repasar el “Plan Nacional de Desarrollo Estratégico del Sector Solidario” (1993-1994) que en su momento lideró Confecoop. Revisar la consistencia actual del Plan Decenal “Bitácora Solidaria” (2006-2016)

1. Estimular participación, identidad y compromiso. Hacer real la participación de los asociados en el gobierno y desarrollo de su propia organización solidaria, como dueños, gestores y usuarios. Hay que acabar con la apatía, la falta de compromiso y el privilegio egocéntrico de los pequeños grupos que se perpetúan en el gobierno de algunas cooperativas. 2. Fomentar Inversión y Capitalización Demostrar que la propiedad solidaria y la construcción de capital social productivo son posibles a través de la cultura del ahorro y de la ampliación de la base de asociados. La empresa solidaria necesita de grandes recursos financieros y esto sólo es posible vinculando el mayor número de asociados. El desafío es desarrollar proyectos productivos sostenibles que generen riqueza colectiva para el conjunto de asociados. Crear sí, grupos empresariales cooperativos y no grupos económicos centrados en el capital. 3. Ofrecer productos y servicios con valor agregado Ofrecer productos o prestar servicios de óptima calidad a los asociados, según sus necesidades y de manera competitiva en el mercado. No dar más de lo mismo. Hay que se ser innovadores, generar valor a través del servicio y desarrollar modelos productivos que respondan al mercado. 4. Ampliar el mercado segmentado Atender ágil y adecuadamente las necesidades de los asociados según sus características y expectativas, estén donde estén, con amplio portafolio integral y diversificado. Esto significa generar impacto real en la comunidad. Algo bueno tiene que suceder cuando el colectivo está unido y es eficiente como empresa en el sector de la cadena productiva donde se encuentra. 5. Administrar con productividad y calidad Alcanzar la máxima eficiencia operacional en el uso de los recursos para prestar servicios y beneficios que

definido por Dansocial. Si el sector solidario no sabe para dónde va, es muy difícil articular las acciones locales y regionales y hacer visible la incidencia nacional en lo social, en lo económico y en lo político. El Plan sería el norte, el derrotero, con objetivos retadores y estrategias regionales que impulsen la competitividad. 5. Crear Sistema Nacional de Educación solidaria Es indispensable un Sistema Nacional de Educación Solidaria. No auspiciado por el Estado sino por el conjunto de las organizaciones solidarias.

Así existe en otros países más avanzados que el nuestro. Ese sistema debe adoptar metodologías pedagógicas de aprendizaje participativo, vivencial y experimental, sobre los fundamentos de la cultura solidaria. Un camino es trabajar el enfoque metodológico de la investigación social cualitativa y enfatizar de manera específica la “investigación-acción-solidaria”. Es la manera de identificar la esencia de la cultura solidaria, sin la cual no podrá desarrollarse una verdadera cultura asociativa. Educación articulada con el ámbito

de cada organización solidaria y con su propia cultura local. Esto implica un consenso nacional. No se trata de educación en el sistema educativo formal; se trata de educación activa para mejorar la práctica de la solidaridad asociativa. Esto nos permitirá asentar las bases de la Economía Social en Colombia, como “Tercer sistema” o “Economía alternativa”, basada en la “propiedad solidaria” reconocida por la Constitución Nacional desde 1991, a diferencia de la propiedad pública y de la propiedad privada.

Desafíos en lo microsocial

satisfagan a los asociados. Las cooperativas tienden a ser ineficientes en sus procesos administrativos y tecnológicos y en la toma de las decisiones. En muchos casos se gerencia la pereza y la rutina. Muchos directivos no se esfuerzan por prepararse en las competencias necesarias para administrar con diligencia. Pocos le apuestan a las prácticas éticas de buen gobierno. La esclerosis administrativa llega cuando se cree que el nicho de mercado está asegurado mientras los asociados sean fieles y contribuyan con sus aportes sociales. 6. Generar impacto con responsabilidad social Generar impacto positivo en la comunidad, impulsar proyectos de beneficio real, participar en la solución de los problemas y hacer visibles los resultados de la gestión social. El interés por la comunidad es un principio cooperativo. Hay que ir más allá de lo que se hace por el conjunto de

asociados. No más “entropía solidaria” mirando el ombligo de la organización o creyéndose la mejor, sin conexión alguna con la realidad del entorno. 7. Profundizar la educación para la solidaridad Desarrollar procesos educativos sostenibles e innovadores entre los asociados, directivos y empleados sobre las competencias solidarias. Procesos pedagógicos creativos de largo alcance que permitan desarrollar una verdadera cultura solidaria. Crear métodos didácticos para mejorar los procesos de enseñanza aprendizaje con los adultos. Involucrar siempre a los niños, a los jóvenes y a las familias de los asociados. Incorporar en la pedagogía solidaria las nuevas tecnologías de información y comunicación. 8. Acrecentar el compromiso con el medio ambiente El movimiento cooperativo, con sus organizaciones solidarias, debe ser modelo en la preservación del medio ambiente y

en la formación de prácticas culturales sobre el cuidado de la tierra. La ética ambiental y ecológica fundamentada en la solidaridad asociativa debe ser el mejor aporte de las cooperativas a la sociedad donde vivimos. Ecología cooperativa debe ser el pacto con la “Ética global solidaria” en todos los pueblos de la tierra. En conclusión es mucho lo que falta por hacer sobre estos y otros desafíos si miramos en perspectiva estos primeros 80 de años de cooperativismo en Colombia. Construyamos sobre lo construido, pero ante todo, comprendamos con la máxima conciencia: el más grande desafío del movimiento cooperativo colombiano a través de sus organizaciones solidarias, mantener su propia identidad, naturaleza y características fundamentales, mediante la práctica genuina de los valores y principios que inspiran al cooperativismo universal.


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