Entrevistas realizadas a Conrado Domínguez

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dedicar a vago, a algo ilegal o indebido. De hecho, mi papá no me quiso proteger (en el sentido de darme apoyo económico), me obligó a trabajar y me puse a repartir revistas en una camioneta. De ahí sacaba dinero para ir en la tarde a la ENAP, en el antiguo edificio ubicado en Academia 22, lo que se conoce como la Antigua Academia de San Carlos. “A la distancia, agradezco la actitud de mi padre, porque en esa etapa me volví independiente. Dejé la casa de mis padres y armé la mía, eso me permitió luchar para sacar adelante la vida. Ahora con mis hijos me doy cuenta de que uno los protege demasiado y que no debe ser así, a los hijos hay que aventarlos al aire y que comiencen a volar, porque si no, se parten su mandarina en gajos”. –¿Qué les dirías a los padres que cuentan con un hijo con capacidades artísticas? –Se han acercado amigos en los últimos meses pidiéndome consejo en este aspecto. Sé que el mercado del arte está muy difícil y, en lo primero que pienso, es en cómo se puede incrementar el ejército de desocupados. Ahora que si la gente tiene recursos para apoyarlos, pues adelante. “En el mundo del arte hay un pastel para 500 o mil artistas, el problema es que hay 100 mil que quieren un pedazo de ese pastel. A la par, no hay quien regule la competencia desleal hacia esta actividad, hay gente que por hobby pinta y, sin gran preparación, se atreve a exponer y/o vender sus cuadros. Estas personas perjudican a los profesionales que nos dedicamos los 365 días del año a crear. Eso no se me hace justo, entre otras cosas, porque engañan y confunden a la gente sobre lo que es arte”. –¿Los creadores deberían contar con mejores estrategias comerciales para la difusión y venta de sus piezas? –Por supuesto. Actualmente estoy muy interesado por la mecánica de la mercadotecnia y el estudio de una serie de fenómenos en este campo. El mercado está muy manoseado y hay una hiperinflación en los precios. Hay que sustentar objetivamente el valor del arte, en esto va incluida la técnica, la trayectoria del creador y, principalmente, el respeto al comprador. “A partir de las crisis económicas como la que ahora nos presentan, los artistas nos hemos visto en la necesidad de hacer de ‘marchantes’. En una ocasión platicando con Rodolfo Sanabria, gran pintor, decía que tenía 10 ó 15 años sin tratar con galerías y pudo sobrevivir, entonces qué está sucediendo, que los artistas hacen las conexiones directamente. Creo que las galerías deberían de fungir como las notarías, dando fe de que lo que muestran cumple con los requisitos necesarios para convertirse en una pieza con valor artístico, y con ello, darle confianza al coleccionista y garantía de lo que adquiere”. –Cuando inicias una obra, ¿te planteas el tema de la técnica o das rienda suelta a la libertad creadora? –Siempre parto de un boceto cuando es talla en madera, es parte del proceso natural de la técnica que realizo últimamente, trato de subir niveles y hacerlo en varias dimensiones. En el caso de los cuadros elaborados unidimensionalmente, lo hago sobre la pieza como dicen los italianos a piacere (a placer), eso me ha permitido hacer más cálida la obra en el sentido de que está realizada con libertad, pero la parte que más me ha inquietado y que domina mi propuesta plástica es la de transmitir una emoción; no me interesa ni el mensaje, ni la 5


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