Germán Camacho López
continuó—simplemente, todo esto… creo que desde el mismo día que aquel forastero te agredió, han pasado tantas cosas que tienen o no que ver directamente conmigo y se han acumulado dentro de mí, que ahora parecieran querer explotar en mi cabeza— —De alguien escuché alguna vez que el corazón y el cerebro rivalizan todo el tiempo, sin embrago, cuando
se
ponen
de
acuerdo
suceden
cosas
maravillosas—dijo Hans—y posiblemente, yo podría aconsejarte en muchas materias, pero de algo estoy seguro… —¿De qué? —Estoy convencido—continuó él tomando su mano y llevándola sobre su pecho—que debes escuchar esa voz y ella te va a guiar por el camino correcto. —Puede ser—asentó ella recuperando su hermosa sonrisa— —Confía en ti niña y confía en Dios, lo demás ya llegará—
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