2012-03-09LeccionUniversitariosmc11

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bondad y en el amor de Dios que constituyen la base de mi fe. Mi enfoque racional se centra en la esperanza que tengo en su pronto regreso. No importa lo que suceda, es mejor creer en Jesús y que resulte que él no sea alguien real; que no creer y luego encontrar que todo lo relacionado con él es verdad.

Cristo murió para que yo tenga vida. La provisión (1 Tes. 5: 9) Hay muchas cosas que no entiendo respecto a la voluntad de Dios, pero hay algo respecto a la misma que es muy claro: soy salvo únicamente por el sacrificio de Jesús. Si creemos en él, seremos salvos. El arrepentimiento y el perdón, criterios para la vida eterna, son dones del Salvador. Es fácil distraerse olvidándose de dichas provisiones, algo que por lo general resulta en una salvación centrada en el yo, algo que se les ocurre a muchas personas que no cuentan para ello con ningún tipo de evidencia. No es de extrañarse que yo no conserve un gran entusiasmo respecto al regreso de Jesús. Si me pongo a pensar en mí mismo, ¡puedo estar seguro de que no estoy listo! La propuesta (1 Tes. 5: 10) Cristo murió para que yo tenga vida. El plan es sencillo y quizá demasiado fácil, porque parecería que lo simple da lugar a la frustración. Si yo pudiera hacer algo más por mi salvación eso significaría que tengo un objetivo por el cual trabajar. No obstante, Cristo murió para que yo tenga vida. Anhelo su venida no como una recompensa a mis esfuerzos, sino como el cumplimiento de su promesa. Todo lo que podré decir es ¡gracias! Debido a que él es la verdad, no debo preocuparme por nada. Nada debe impedirme que anticipe la oportunidad de decirle a Jesús, cara a cara: ¡gracias! El proceso (1 Tes. 5: 11) Consuela y enseña. Este es el medio de mantener un alto nivel de expectativas respecto al regreso de Jesús. El concepto de que obtenemos la vida eterna únicamente a través de Jesús debe consolarnos; y ese estado emocional de paz debe ser el mensaje que comparto con los demás. Adquirir confianza y seguridad, para luego compartirlas con los demás es una forma de conservar el entusiasmo por la promesa de su regreso. Tiene que ver mucho más con dar que con recibir. Si yo recibo esta seguridad de parte de Dios y no hago nada con ella, me sucederá lo mismo que a un charco de agua que no tiene salida. Sin embargo, si les doy a otros lo que yo he recibido, conservaré una vida vibrante y una renovada expectativa por el regreso de Jesús. PARA COMENTAR 1. ¿Acaso perdiste la esperanza en el reino de Dios? ¿Cómo la encontraste de nuevo? (Apoc. 1: 17). 2. ¿Qué es lo peor que podía suceder si te entusiasmas demasiado respecto al regreso de Jesús? Rich Carlson, Lincoln, Nebraska, EE. UU.

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