Paso de Gato #37

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DOSSIER TEATRO CUBANO CONTEMPORÁNEO

brante, dinámico, intenso, altisonante a ratos, filoso como la punta de un cuchillo, siempre en movimiento y con tareas a ejecutar. En general, nuestras obras son corrientes y mareas altas, y hemos agotado esa corriente para definir ahora mismo que queremos encontrar también algunas zonas de paz. Desde los inicios chocamos con la realidad de la carencia y decidimos que no queríamos suplirla ni disfrazarla, decidimos trabajar con los despojos; y mirándolo ahora desde lejos, es una equivalencia de esa forma de estructurar y de actuar o componer a todos los niveles. Se ha dicho que el nuestro es un teatro pulcro y ascético, no sé si como elogio o como crítica. Nuestro trabajo es encontrar otra belleza en los despojos, aunque otra vez se trate de subvertir lo que para la mayoría puede ser el canon de la belleza. No aludo al teatro pobre, hablo de los despojos aludiendo a la real escasez que siempre nos acompaña y a la utilización mínima de recursos en todos los niveles del espectáculo: la rosa en un vaso de cristal, sin adornos y sin lazos, para decirlo con las palabras de nuestro gran precursor. Subversión y restricción garantizan una relación difícil y compleja con el espectador. Nuestro más reciente estreno, una versión sobre La orestíada de Esquilo, es otro grito desgarrador enraizado en el tema de la destrucción y el poder, el poder disfrazado de belleza, que se apodera de todos los discursos para, solapado, seguir arrebatando la sangre de este mundo. Otra vez enfrentamos un modelo clásico para, en el choque, encontrar una respuesta inédita. Agamenón, Electra, Egisto, Casandra y Clitemnestra, no son sólo aquellos personajes que Esquilo dibujó para hacer un llamado a la defensa de la estabilidad política. Hemos realizado un proceso de subversión total de esos arquetipos para develar la profunda corrupción que en nuestro mundo nos hace partícipes del juego del poder. Subvirtiendo los modelos de conducta que Esquilo propuso, abrimos una mirada sobre la condición humana, sobre el concepto de civilización que muchas veces esconde la indiferencia por el débil, el irrespeto por la diferencia cultural, la masacre disfrazada del buen vestir, la muerte en nombre de las buenas costumbres. Clitemnestra no es una mujer fatal e infiel a su hé-

ABRIL / MAYO / JUNIO 2009

roe, es una cuidadora de tradiciones; Egisto no es el macho matador, es un huérfano de la guerra; Orestes es también un cobarde y Electra se aferra a la imagen triunfadora de un padre para reclamar esa herencia. La síntesis escenográfica, la belleza del color y los vestuarios, una belleza que proviene también de la síntesis, la alusión a las guerras que nos acompañan sin que podamos dejar de vivir nuestro cotidiano y preocuparnos por comer mejor, cinco actores por primera vez en escena, un tema musical grabado por primera vez en nuestra historia, un violín en vivo y los cantos del coro de mujeres, un micrófono para la canción final liderada por Atenea, con traje negro y tul rojo aludiendo al buen vestir, todo ello refuerza una imagen ruda y bella al mismo tiempo, que guarda más de lo que dice y que hace que esa fuerza que viene del mutismo produzca una relación emotiva con el espectador. Es también un espectáculo más tranquilo por fuera. Los atridas son un punto importante en la biografía del Estudio. Yo diría el centro de una encrucijada que quizás nos abra, ahora mismo, una puerta hacia una dimensión artística no otra pero sí otra. Nuestra intención investigadora nos coloca en el camino de inventar remansos dentro de aquellas estructuras atomizadas, crear espacios más amplios para acciones más pequeñas, y contraponer con más fuerza lo altisonante y lo inaudible, lo callado y el grito, el silencio y el aldabonazo. De todas formas, permanece una condición de intensidad, de dolor, y de fuerte presencia que es parte de nuestra identidad como artistas. Lo político, como noción despojada de absolutos, se esconde como sustancia natural de nuestro organismo. Viviendo conscientemente, y participando porque sí, de toda la vida de nuestro país, y siendo nuestro país mismo una gran preocupación en nuestro universo pasional e intelectual, lo político se instala, a veces más directa o más irónicamente, a veces como un susurro que cataliza o enrarece o contradice lo que la palabra o la acción o el gesto aclaran. Desde dentro, y no puede ser de otra forma, la actriz que soy siente que nuestro teatro es a la vez espacio de reflexión vital y espacio de fuga. Un espacio donde la dignidad no se pierde, un espacio para construir y rescatar algunos sueños, y para vibrar con el dolor de

otros ya idos. Para defender y soñar utopías y para ir contracorriente. Nuestro teatro no fue nunca un espacio sólo para hacer obras o defender un estatus de actriz, nuestro primer gesto fue construir un espacio para defender la dignidad de ser. Y siendo el actor el hombre de ese espacio, la dignidad del actor a través del conocimiento profundo de su arte y de su capacidad para intervenir, ha sido una obsesión a ratos conseguida, a ratos fuente de profunda desilusión. Nacimos al teatro como gesto de rebeldía para rechazar la banalidad, la superficialidad, el facilismo y las injusticias, para construir un puente entre el mundo que nos rodeaba y un mundo particular donde la ética de los actores fuera forjada día a día al calor de un trabajo rudo y hondo. Parece trascendente. Es así, y ese halo trascendente, asociado a un rostro con rasgos de cierta amargura nos acompaña como amuleto de vida. Porque hacer vida y construirla desde un espacio tan pequeño no cambia nada, sólo puede tocar al pequeño grupo de personas que uno intenta enamorar para creer que es posible soñar un hombre diferente y unas relaciones diferentes. No lo hemos logrado totalmente en veinte años, seguimos batallando como el primer día para lograr una estabilidad, para que esa estabilidad nos permita crecer como artistas y como seres humanos. La pregunta sigue abierta. Por eso, la sensación de ilusión como reproducción de la vida misma no existe en nuestro teatro, no se trata de la vida sino de otra realidad que adquiere una fuerte sensación de presente. Una fuerte tensión entre realidad (entendida como presente de la representación) y ficción, se refuerza y se extiende hacia el espectador exigiendo una lectura incisiva. Estudio Teatral de Santa Clara es sólo un nombre. Debajo se esconde la historia real que no puede ser trasmitida en palabras, la historia de un grupo de personas con una biografía particular, que a ratos puede ser sorprendida a través de sus espectáculos.

Roxana Pineda. Teatróloga y actriz, dirige el Centro de Investigaciones Teatrales Odiseo, desde donde organiza el Encuentro Internacional Magdalena sin Fronteras, con ediciones en 2005 y 2008. Es coautora, con Joel Sáez, de Palabras desde el silencio.

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