(los solteros multimillonarios 03) el multimillonario cae mark anderson y emily jack

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pequeñas gotas de sudor en la frente, y los ojos azules más penetrantes que ella jamás había visto en su vida. Su mirada siguió el recorrido de una gota de sudor que se abrió pasó por su camisa, e hizo que los latidos de su corazón se acelerasen. El hombre tenía que ser modelo, con ese pecho tan definido y esa tableta de abdominales. Incluso sin flexionarlos, los músculos de sus brazos estaban completamente torneados. Ella pasó de sus abdominales a sus pantalones deportivos, antes de darse cuenta de que sus ojos se habían trasladado a un área que no debería estar mirando. Dispuesta a comportarse correctamente, ella volvió a mirarle a la cara, y vio cómo una arrogante sonrisa se extendía por todos sus rasgos, sabiendo lo impresionada que ella se había quedado. El hombre permaneció quieto y callado mientras que ella le había estado mirando lascivamente. Jennifer se tensó, irritada por haberse quedado tan fascinada tan inmediatamente. Odiaba ser otra típica mujer, de esas que pensaban que el físico era lo único que importaba. El chico era probablemente algún deportista estúpido, que pensaba con la cabeza que no estaba precisamente sobre sus hombros. En ese momento, ella se dio cuenta de que no aún no había contestado a su pregunta. "Estoy bien — me alegro de que no hayas golpeado a los niños," dijo y giró la cabeza hacia el otro lado, actuando como si él no estuviera allí. Trenton se quedó mirando la nuca de la sorprendente extraña de pelo oscuro, un poco anonadado. Estaba sin duda, acostumbrado a la evaluadora mirada que ella le había dado, pero no a la actitud desdeñosa que de repente había tomado. Tampoco estaba acostumbrado a la instantánea atracción que había sentido hacia ella. Ella no era su tipo en absoluto. No debía medir mucho más de un metro sesenta, y su pelo castaño oscuro y sus ojos verdes e imponentes eran todo lo contrario a las rubias de piernas largas con pechos más grandes que sus cerebros, en las que normalmente se fijaba. Podía jugar con ellas y luego largarse sin que nadie resultase herido. Él nunca se hubiese acercado a una mujer en el parque. Esas eran las que buscaban compromisos, y un "hasta que las muerte nos separe," y él nunca iba a caminar hacia el altar. Era obvio que ella tampoco estaba interesada en él, pero le había hecho daño, y no podía irse hasta asegurarse de que estaba bien. "Parece que podrías estar sangrando. Voy a ver," dijo mientras se inclinaba a su lado y apartaba su cabello del medio. Se sintió aliviado al ver solo un pequeño corte, nada que necesitase puntos. La sensación de su pelo era sorprendentemente sedosa, y de repente se lo imaginó extendido sobre su almohada. Jennifer cogió otra bocanada de aire ante la sensación de su cálido tacto. Por poco saltó del asiento al sentir sus dedos rozando su cuello. Tenía que deberse a que estaba demasiado cansada. "Estoy bien, de verdad," dijo, esperando que él retirase sus manos, ya que estaban despertando cosas muy inquietantes en su estómago. No tenía tiempo para un hombre en su vida, pero si lo hiciera, jamás estaría con un hombre como el que tenía delante. Sería un chico normal y corriente, que no fuese girando las cabezas de todas las


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