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"Tengo una reunión a la que asistir. Terminaremos esto más tarde," dijo, echándola. La forma en que dijo tal cosa pareció más bien una amenaza. No tenía la menor duda de que una confrontación se avecinaba. No sabía si estaba más asustada o excitada antes esa posibilidad. Se retiró rápidamente a su oficina, donde pasó el resto del día en su ordenador. No tuvo un momento a solas con Tom ya que Lucas le envió más y más trabajo. Estuvo trabajando sin parar hasta que Tom entró y saltó sobre su escritorio. "Amy, es tarde, y estoy más que listo para la hora feliz. Venga, mujer. Vamos a sacarte lejos de aquí." "Lo siento, Tom. No me di cuenta de la hora que era. Ha sido un día inusualmente estresante. He estado tratando de hablar contigo desde esta mañana, pero luego me he dejado absorber por el trabajo," dijo mientras la tensión de la noche anterior volvía sobre ella para dejarla sin fuerzas. "Bueno, no te preocupes, el día ha terminado, y voy a llevarte a pintar la ciudad," dijo, casi saltando en su asiento. "En primer lugar, Tom, es un día entre semana, y no todo el mundo puede quedarse hasta las tres de la mañana por ahí y luego funcionar al día siguiente. Lo más importante en realidad es que necesito hablar contigo en algún lugar más tranquilo que al que solemos ir," dijo, tratando de mantener la voz baja. "Si lo que quieres es intimidad, entonces la tendrás. Conozco este magnífico club al que no te he llevado antes. Iremos allí, tomaremos unas copas y luego podremos buscar chicos que estén buenos. Vienen justo de sus oficinas, y están tremendos en sus trajes de ejecutivos," dijo con un silbato. Amy no pudo evitar echarse a reír. Era imposible estar preocupada cuando estaba en presencia de Tom. Estaba tan lleno de vida, y tenía una forma tan fácil de hacerla ver el lado bueno de las cosas. "Cuenta conmigo. No sería malo conocer a mi futuro príncipe azul," bromeó ella, aunque no quería nada por el estilo. Sus pensamientos estaban tratando de dirigirse a Lucas, sentado a tan solo a una oficina de distancia, pero se negaba a dejar que ocupase su mente. Tenía que desahogarse con Tom, y la realidad era que no estaría saliendo en mucho tiempo, o nunca, ya que en unos seis meses tendría un bebé recién nacido. Lucas estaba en su despacho, con la puerta que comunicaba ambas oficinas, entreabierta, y oyó el intercambio entre Amy y Tom. Se sorprendió al ver que los celos le corroían. No le gustaba lo fácil que ella se echaba a reír con Tom, y desde luego no le gustaba la idea de que saliese a ligar por ahí con otros hombres. Nunca había sentido celos antes de conocer a Amy, y se sorprendió por cómo se le revolvió el estómago. Ya se había convencido a sí mismo que de ninguna manera podrían ser pareja, entonces, ¿qué importaba si salía con otros hombres? No debería sentir nada hacia ella, pero incluso después de meses, no podía dejar de pensar en ella


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