boletin cientifico n 46

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vacas locas, ovejas en las granjas animales, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (CJD) y el kuru en humanos. Estas pueden ser causadas por la exposición al material cerebral contaminado. Si estos priones pueden moverse entre las personas e infectarlas, ¿podrían estas “prionlike” hacer lo mismo? Trojanowski y colaboradores buscaron una respuesta en un grupo de más de 6100 personas, quienes a través del U.S. National Hormone and Pituitary Program (NHPP), recibieron extractos combinados preparados de glándulas pituitarias de cadáveres humanos. Hasta 1985, los pacientes carentes de hormona de crecimiento humano la recibieron en preparaciones mediante inyección intramuscular. En los años 80, un brote de CJD se transmitió a 200 de estas personas. Desde que 22 de ellos fueron incluidos en el grupo NHPP, los científicos se figuraron que otras proteínas “prion-like” podrían transmitirse entre las personas, esta cohorte proporciona la mejor oportunidad de ver lo que ocurre. Antes de iniciar la investigación, se quiso saber si la glándula pituitaria contiene alguna proteína tóxica. Usando técnicas de inmunotinción, los investigadores encontraron que entre pequeñas y moderadas cantidades de tau, -amiloide y α-sinucleina patológicas aparecen en las glándulas de autopsias de cerebros procedentes de personas sanas y de enfermos (10 controles, 9 pacientes con EA, 2 con parálisis supranuclear progresiva, 8 con EP, y 6 con ELA). No existen evidencias de ninguna proteína relacionada con ELA – TDP-43, FUS y ubiquilina. Teniendo en cuenta estos hallazgos y la prevalencia relativamente alta de EA y EP en la población general, es posible que los pacientes tratados con extractos de pituitaria recibieran tau, amiloide y α-synuclein en sus inyecciones, escribieron los autores. ¿Se mantienen estos péptidos una vez inyectados? Para averiguarlo leyeron cuidadosamente los certificados de defunción de 769 personas de la cohorte de NHPP. Ni la EA ni la EP aparecieron en ninguna de ellas, lo que sugiere que la inyección de estas proteínas enfermas no causan estas enfermedades. Por otra parte, 3 personas en la NHPP habían muerto por ELA, sobrepasando el número esperado para esta muestra. A pesar de esto, los autores concluyeron que las inyecciones probablemente no eran la causa. En primer lugar, las muestras de pituitaria carecían de proteínas relacionadas con ELA, así que probablemente no se transferían en un primer momento. Además, desde que los tres casos de ELA fueron diagnosticados sin técnicas modernas – algunas sin autopsia y otras sin análisis de

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Agosto de 2013 Boletín Científico 46

TDP-43 – los científicos no pudieron asegurarse de que el diagnóstico fuese acertado. Por supuesto, las proteínas de ELA podrían haber existido en las glándulas pituitarias examinadas por debajo de los niveles detectables por inmunohistoquímica. Por esta razón, el incremento del número de casos de ELA debería servir de advertencia – aunque sea pequeño. El seguimiento de la cohorte, algo recomendado, ayudará a probar la potencial infectividad de la ELA. Trojanowski usó este estudio para distinguir proteínas no-priónicas de priónicas. Aunque la propagación célula-célula ocurre con todas estas proteínas relacionadas con la enfermedad, la falta de inefectividad parece ser una característica distintiva de α-synuclein, tau y -amiloide que las separa de los priones infecciosos. Esto debería disipar las preocupaciones concernientes a que el Alzheimer y el Parkinson son infecciosos. Aunque la falta de personas infectadas no debe subestimar el potencial de la infectividad. ¿Podría simplemente necesitar un tiempo de incubación largo antes de que esta enfermedad neurodegenerativa se manifestase? Después de todo, muchas personas de esta cohorte murieron jóvenes. Posiblemente, aunque más de la mitad de los pacientes muertos sobrevivieron pasados 15 años después del tratamiento y murieron sin signos de enfermedad neurodegenerativa. Muchos pacientes continúan vivos 25 años después del tratamiento. Sin embargo, la mayoría de estas personas están ahora en la edad en la que la prevalencia de la enfermedad esporádica empieza a aparecer (sobre los 60 años), así que se planea repetir el estudio en cinco años para conseguir información. Es posible que también algunos pacientes pudieran estar en la fase asintomática temprana de las enfermedades, reconocieron los autores. Para estas personas en esta cohorte quienes murieron sin una autopsia, los autores no sabían si tenían una patología subclínica en el momento de la muerte. El grupo de investigación continuará revisando los registros clínicos y de autopsia de pacientes NHPP que murieron sin síntomas neurodegenerativos de la enfermedad. Referencia: Irwin DJ, Abrams JY, Schoberger LB, Leschek EW, Mills JL, Lee VMY, Trojanowski JQ. Evaluation of potential infectivity of Alzheimer and Parkinson disease proteins in recipients of cadaverderived human growth hormone. JAMA Neurol 2013 Feb 4.


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