Tesis País 2017, Piensa Chile sin pobreza

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HERNÁN RIQUELME B.

culinidades y femineidades representan similares desplazamientos en lo que respecta a la conexión de su residencia con lugares de producción social. Si bien los hombres optan por desplazamientos vinculados al trabajo y estudios, las mujeres (en algunos casos) suman a lo anterior desplazamientos vinculados a compras, cuidados, recreación y acompañamiento a terceros.

Pese a lo anterior, las diferencias comienzan a originarse cuando se termina la jornada productiva y se arriba a la casa, espacio de reproducción social (Jelin, 2000) por excelencia. Entre las mujeres que formaron parte del grupo de participantes, la doble jornada se fue materializando a medida que el día transcurría, lo que genera una invisibilidad social de las prácticas de las mujeres (Soto, 2014).

“quiero cambiarme de trabajo a temuco [trabaja en victoria], porque quiero pasar más tiempo con mis hijos, no me queda mucho tiempo a la hora que llego para pasar con ellos, ya que llego y tengo que preparar la once, ordenar y cocinar para mañana” (Inés, Temuco)

“cuando llego por la tarde medio cansado mi señora tiene la mesa puesta. me pongo ropa cómoda, como y luego veo televisión. comparto poco con mis hijos […] mi señora es la que se encarga de todo en la casa” (Juan, Quillén)

El principal trabajo reproductivo que realizan las mujeres al llegar a sus respectivas casas está relacionado con actividades como aseo doméstico, acompañamiento de sus hijos y cuidado y preparación de comidas, lo cual reafirma la división sexual del trabajo que se agudiza en clases sociales de menor ingreso (Falú et al., 2002; Riquelme, 2016b). Por otro lado, entre los hombres subsiste una percepción generalizada y condescendiente respecto a la división sexual del trabajo. Una vez concluidas sus labores reproductivas, la mayoría no realiza labores domésticas; más aún, existe una opi82

nión genérica que dicta que las mujeres son quienes deben hacer esas actividades producto del cansancio que supone culminar una jornada laboral. José (41 años), profesor que cotidianamente viaja en ferrocarril, sostiene: “cuando llego a la casa no tengo ganas de hacer más cosas. Uno llega cansado y apenas se baja del tren quiere tener un plato caliente de comida. Mi mujer siempre me espera así […] gracias a ella puedo descansar mucho”. Los hombres estudiantes tienden a colaborar con las actividades reproductivas. Algunos de ellos ayudan en las actividades domésticas ejerciendo actividades


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