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del 30 de marzo al 5 de abril de 2011 | CONTRALORÍA | FRENTE | 5

CAMPOS DE BATALLA DE CURAS Y MINISTROS TUITEROS por Mario Campos

¿SABE EL PEZ QUE ESTÁ MOJADO? VUELTA A LA IZQUIERDA por Sergio Arau Desde que en el 92 me mudé del país al Imperio, capital del Surf y Micky Mouse, inicié un proceso intensivo de entender el mundo con otros ojos y otro idioma. A partir de ese instante, comencé a descubrir lo que antes era invisible para mí, y entendí la fascinación de los surrealistas ante la cultura mexicana. Ahí les va un ejemplo: la vuelta a la izquierda. Conste que no estoy hablando de política. Ya sé que suena ridículo, pero me refiero a la pinche vuelta a la izquierda que tantos embotellamientos causa cuando manejamos. Ilustración 1 (coches dando vuelta a la izquierda como se hace en México) En nuestra ciudad, todos los coches se paran en el carril izquierdo y se esperan a dar la vuelta cuando del otro lado se haga un hueco. Eso suena bien, pero ¿porqué irse hasta la

segunda mitad de la calle? La bronca de hacerlo así es que si vienen más autos con la misma intención, inevitablemente se hace un pinche nudo. Ilustración 2 (coches haciendo nudo) En otras ciudades se hace todo igual, excepto que la vuelta se da antes de “cruzarse” con el coche del otro lado, y así no hay forma de atorarse. ¿Como la béisbol? Ilustración 3 (coches dando la vuelta sin atorarse) ¿Qué tal si nos ponemos de acuerdo entre nosotros y le hacemos así? Les puedo garantizar científicamente que los embotellamientos se deshacen en chinga y quedas con la sensación de que eres parte de “algo” chido. Pruébenlo. Se siente rico… acuérdense que las cosas no siempre fueron así y que el futuro ya no es como antes.

SOY UN FRACASADO DÍA LLEGARÁ EN QUE NO TENDRÉ QUE ESCRIBIR por Pepe Casanova Querida computadora: Siempre tengo un dolor nuevo. Si no es en el pecho es en la rodilla, en el brazo o en la espalda, justo como ahora. Pensé que era el colchón, luego pensé que era la base, ahora pienso que en verdad es tensión. Hoy en la radio escuché eso. Un señor comentaba que este tipo de dolores son por la tensión causada por estrés y que se pueden curar con música. “Sonoterapia”, dijo, se llamaba este proceso de “sanación”. ¿Será? Yo tengo mis dudas. Siempre he tenido mis dudas contra ese tipo de procesos naturales con tambores, vibras, esencias, cuarzos… y demás. Pero no me hagas mucho caso. Este señor realmente lo decía muy convencido. Tanto, que por un minuto pensé en visitarlo. Lo irónico es que hoy, justo hoy, las personas me parecieron más amables camino al trabajo. No sé si fue mi imaginación o la marihuana, pero así fue. ¿Será que estamos volviéndonos más educados? O, ¿será que el dealer ha

mejorado mucho su calidad? ¡Mierda! No sé. Qué confusión. Por eso no logro destacar en nada. Antes hacía una hora al trabajo regularmente; este último mes he hecho hasta una hora y treinta minutos. ¿Puedes creerlo? Lo que me preocupa es que el tiempo de ruta en esta ciudad va aumentado conforme pasa el tiempo, cada vez más. El día llegará en que diré: A: Hoy me tomó dos horas con quince minutos llegar hasta aquí. B: ¿En serio A? A: En serio B. B: Wow, eso es fantástico. Yo hice tres. A: ¡Camarero! La carta y dos tequilas, por favor. De verdad no entiendo el tráfico y sus horarios. Por más que lo intento, me es imposible llegar a la hora de entrada. Puedo llegar antes o puedo llegar después, pero justo a la hora de entrada me es imposible. Es como lo que decía Andy Warhol sobre los tiempos récord en el deporte, pero al revés. Cada año alguien

rompe el récord de nado sincronizado, cada año alguien rompe el récord en atletismo, cada año alguien rompe el récord en bicicleta, y así, conforme pasa el tiempo, cada vez hacen menos tiempo para llegar de un lugar a otro. Yo me pregunto: ¿En veinte años no harán nada de tiempo para llegar a la meta? El día llegará en que diré: A: Hoy me tomó cero segundos. B: ¿En serio A? A: En serio B B: Wow, es fantástico. Yo hice cinco. A: ¡Camarero! La carta y dos tequilas, por favor. Es que el tráfico en está ciudad además de generarme más estrés me vuelve alcohólico. Yo que culpa. A mí que me esculquen. Cuando llegué a esto ya estaba así. ¡Salud ciudad de México! Yo también te quiero. PD: Y la verdad, aquí entre nos, la gente que ahora anda en bicicleta por las calles se siente muy muy… PFFFFFFFFF. No se azoten.

¿Cuántas oportunidades tendrá un mexicano promedio de decirle su opinión al presidente de la República, el dirigente de un partido político o un candidato presidencial? Salvo que se trate de un integrante de alguna élite, ninguna. Por eso lo que ocurre hoy, en particular en Twitter, es un hecho extraordinario. Aquella promesa de que en la red las distancias entre figuras públicas y ciudadanos ordinarios se acortan, es una realidad. Prueba de ello son las cuentas de @FelipeCalderon, @GustavoMadero, @Hmoreira2011, @JesusOrtegaM, @JosefinaVM o @MFBeltrones. Cada vez son más los políticos que deciden entrar a ese espacio, porque saben que ahí está el público con el que se quieren comunicar. Es interesante porque ingresar a esta cancha implica un riesgo adicional al que corren en los medios tradicionales. Ninguno de ellos daría una entrevista de radio o TV sin conocer espacio, entrevistador, tiempo y tema. En contraste, en la red no hay horarios, no existe un gran moderador, y las posibilidades de control sobre su imagen son nulas. Cuando una figura pública juega en las noticias lo hace de local, conoce bien la cancha y al otro equipo; en Twitter, juega como visitante. En la red social cada usuario se sabe dueño del balón porque asume que los filtros que existen en la vida real —desde puertas y porteros, hasta escoltas y protocolos— desaparecen para quedar uno a uno, o mejor dicho, muchos a uno. Porque a diferencia de los canales de contacto previos —como los correos electrónicos—, en éstos no sólo se entera el destinatario final del mensaje sino que todos aquellos que siguen al emisor pueden saber que hay un esfuerzo por hacer un contacto. En esta cancha sí hay un costo para aquél que es invocado una y otra vez y nunca responde, y eso también es parte de las reglas no escritas de esta nueva realidad. Así que, si bien es cierto que entrar a las redes no es sinónimo de diálogo —basta ver a quienes tienen miles de seguidores pero no siguen ni platican con nadie— el solo hecho de abrir una cuenta marca una pauta diferente. En mi experiencia, por ejemplo, es mucho más fácil obtener una entrevista con aquellos que twittean que con los que siguen protegidos por equipos de trabajo que los aíslan del resto de la sociedad. Lo que sigue, claro, es que aquellos que quieran influir en la conversación que se produce en línea estén dispuestos a hablar y escuchar, que renuncien a los monólogos —estilo @LópezObrador_— y que empiecen a hablar como personas y no como boletines de prensa. Es importante, también, que aunque no siempre sean ellos los que manejen la cuenta, sí sea al menos alguien de su primer círculo para que cuente con capacidad de interlocución y sus respuestas sean reales. Finalmente, tanto los visitantes como los locales tenemos que aprender. En un principio, la tentación del desahogo es mucha. La distancia entre figuras públicas y el ciudadano común es tradicionalmente grande y a veces el resentimiento se hace evidente cuando existe la oportunidad de mandar un mensaje de manera directa. El problema es que con esa práctica en vez de tender puentes se termina por alejar a aquél que muestra disposición a escuchar. Agredirlos a la primera oportunidad termina siendo autodestructivo, no sólo afecta al que llega sino al que está y se pierde un canal directo de comunicación. Sin duda algo se está moviendo en el país: que el mayor jerarca de la Iglesia Católica en México —Norberto Rivera (@ primadodemexico)— y que un ministro de la Corte —@JRCossio— hayan abierto sus cuentas en las últimas dos semanas son señales de que, incluso entre los poderes tradicionalmente más verticales y opacos, crece una noción de cambio. Hay que entender este movimiento y saberlo apreciar. twitter.com/mariocampos


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