Historia de la Francmasoneria J G Findel

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El saludo y el toque los recibía en el curso de su admisión entre los compañeros. El toque era el mismo que boy emplean los aprendices francmasones. Cuando un compañero picapedrero entraba por ve?, primera en una logia extranjera, llamaba á la puerta con tres golpes y se adelantaba hacia el maestro ó el que ocupaba su lugar, que lo recibía por los tres pasos de los francmasones. Los compañeros colocaban los pies en escuadra. E n fin, el maestro preguntaba si algún compañero tenia que someter algún asunto á la reunión y cerraba la sesión por los tres golpes de costumbre. Durante los banquetes que se celebraban después de la recepción y que siempre empezaban y concluían con una plegaría, el recipiendario brindaba por los maestros con la copa de la cofradía (la bienvenida), repitiendo el brindis á la prosperidad de la orden. Entonces , como ahora, y en todos los guildos, se bebía en tres movimientos; se cogia la copa con la mano enguantada ó cubierta con el pañuelo, se levantaba la tapa, y se llevaba á la boca: después se vaciaba el contenido en tres veces, y finalmente se colocaba de nuevo en tres movimientos sobre la mesa. Tales e r a n , en resumen, los usos adoptados para las recepciones entre los canteros alemanes. Las persona^ que quieran obtener mayores detalles sobre este asunto, pueden consultar las obras de Fallou y de Winzer. Simbolismo Además de las costumbres tradicionales, se transmitía á los canteros una enseñanza secreta de la arquitectura y la ciencia mística de los n ú m e r o s , que aplicaban después en sus trabajos de construcción y que perfeccionaban notablemente. Los números 3, 5, 7 y 9 eran p a r a ellos sagrados, así como también los colores que tenían alguna relación con su a r t e : el oro, azul y blanco eran los emblemas de la sociedad secreta: también puede considerarse como uno de sus emblemas la cuerda con nudos que en algunas ocasiones figura como un adorno en las portadas de los edificios. Como símbolos mas expresivos, encontramos el compás, la escuadra, el nivel y la r e g l a , que dentro de las logias tenian una significación propia. E l maestro se colocaba siempre en las logias á la izquierda, lo mismo que el sacerdote en la iglesia: por el contrario, los presidentes de la cofradía se colocaban á la derecha, mirando á. izquierda. Estos tres jefes simbolizaban las tres columnas de la logia (la sabiduría, la fuerza y la belleza), y representaban al mismo tiempo la hermandad y la actividad en acción. L a representación emblemática de los lítiles masónicos no era solamente una consecuencia natural del carácter de l a época; la costumbre se hallaba sancionada por el ejemplo: los picapedreros no fueron los primeros en simbolizar los instrumentos de su oficio, pero sí en atribuir á estos emblemas una importancia r e a l , estableciendo entre ellos y el edificio moral relaciones directas, porque se consagraban en realidad á una vocación santa. E n la edificación de un templo del Señor, el maestro tallista de piedra perpetuaba su nombre á la par que contribuía á la glorificación del Ser Supremo, á la propagación de la doctrina cristiana, á la práctica de la virtud y al ejercicio de la piedad. Indicios Reveladores En casi todas las construcciones monumentales antiguas se encuentra la marca de la fraternidad secreta, de su

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simbolismo, así como también de sus aspiraciones religiosas, que eran opuestas á las del clero, cada día más corrompido de costumbres y que en muchos puntos diferian esencialmente de la doctrina ortodoxa de la Iglesia. Así se ve en la iglesia de S. Sebaldo en Nuremberg, una sepultura en la que se representan un monje y una religiosa en actitud asaz inconveniente. E n Strasburgo, en la galería superior de la catedral, se veia un puerco y un carnero llevando, como una reliquia, un zorro dormido; seguía á estos una perra y precedían al cortejo un oso y un lobo, llevando aquel una cruz y este un cirio encendido. E n el altar decía la misa un asno. E n la cúpula de Würzbourg se encuentran las famosas columnas J. y B. que habían colocado en el. pórtico del templo de Salomón. E n la iglesia de Doberan, en el Mecklembourg (1) se encuentran varios dobles triángulos colocados en sitios significativos y sobre las columnas tres hojas de parra atadas en forma masónica. También se ve un retablo bien conservado, que denuncia las opiniones religiosas del maestro constructor: en el primer término tres sacerdotes dan vueltas á un molino en que se trabaja la enseñanza dogmática: sobre estos personajes está la Santa Yírgen y el niño Jesús que presenta sobre su pecho una estrella luminosa, y debajo la representación de la Santa Cena, á la que asisten los apóstoles en actitud bien conocida por los francmasones, etc., etc. En otra iglesia gótica se ve una representación irónica de la aparición del Espíritu Santo. E n la de Brandebourg una zorra revestida con los ornamentos sacerdotales, predica á una manada de gansos. E n la catedral de Berna se representa el Juicio final y entre las mujeres figura un papa, etc., etc. Las corporaciones de obreros constructores existían en una época en que se hallaban más florecientes la enseñanza ortodoxa de la Iglesia y sus instituciones y en que el papado vivía su edad de o r o ; pero en que al propio tiempo, se tenia que luchar enérgicamente contra la ola creciente de luces que se esparcían por doquier y contra un número inmenso de sectas heréticas, gnostico-maniqueas, nacidas en parte antes del cristianismo (los cataros, los albigenses, los valdenses); en una época en que los adeptos de estas sectas y sus afiliados recorrían la Europa entera, fundando otras nuevas y convirtiendo á sus creencias, no solo á los nobles, á los hombres libres, á los ciudadanos y á los mercaderes, sino que también á las monjas, á los abades y á los obispos; en una época en que la razón se preparaba en silencio á sacudir el yugo opresor, y á descubrir en medio de las tinieblas generales, la luz de la verdad. Ni las excomuniones, ni los entredichos, ni las hogueras pudieron detener ó reprimir la manumisión intelectual del género humano. Los canteros alemanes no podían naturalmente mantenerse extraños á este movimiento reformador, y es indudable que muchos tomaron parte activa en é l : este hecho está sobradamente probado en la naturaleza de los asuntos que vemos representados en algunas de sus obras, de las que hemos citado las principales. Su profesión les p o nia en contacto con todas las clases de la sociedad, les dejaba conocer el sistema de la Iglesia y les hacia testigos de la degeneración del clero: también por su misma profesión, se encontraban colocados á mas nivel que la mayoría de sus conciudadanos y sus viajes durante el tiempo que

(1) Véase la iglesia de Doberan, descrita en sus i elaciones francmasónicas por el H.\ Pactov, orador de la logia establecida en 3, St. Rostock. en el Journal des Francmaçons, 1858, n.°_49.—(La Iglesia fué consagrada en 1368)


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