El libro de los seres imaginarios

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[Y vio al huésped y a toda la familia, / Y a otros en las ventanas y en las calles, / Que elevaban al cielo los ojos y las cejas, / Como si hubiera un eclipse o un cometa. / Vio la mujer una alta maravilla, / Que no sería fácil de creer: / Vio pasar un gran corcel alado, / Que llevaba por los aires a un caballero armado.] Astolfo, en uno de los cantos finales, desensilla el Hipogrifo y lo suelta.

HOCHIGAN Descartes refiere que los monos podrían hablar si quisieran, pero que han resuelto guardar silencio, para que no los obliguen a trabajar. Los bosquimanos de África del Sur creen que hubo un tiempo en que todos los animales podían hablar. Hochigan aborrecía los animales; un día desapareció, y se llevó consigo ese don.

ICTIOCENTAUROS Licofronte, Claudiano y el gramático bizantino Juan Tzetzes han mencionado alguna vez los Ictiocentauros; otra referencia a ellos no hay en los textos clásicos. Podemos traducir Ictiocentauros por Centauro-Peces; la palabra se aplicó a seres que los mitólogos han llamado también Centauro-Tritones. Su representación abunda en la escultura romana y helenística. De la cintura arriba son hombres, de la cintura abajo son peces, y tienen patas delanteras de caballo o de león. Su lugar está en el cortejo de las divinidades marinas, junto a los Hipocampos.

EL KAMI Según un pasaje de Séneca, Tales de Mileto enseñó que la tierra flota en el agua, como una embarcación, y que el agua, agitada por las tormentas, causa los terremotos. Otro sistema sismológico nos proponen los historiadores, o mitólogos, japoneses del siglo VIII. En una página famosa se lee: "Bajo la Tierra -de llanuras juncosas- yacía un Kami (un ser sobrenatural) que tenía la forma de un barbo y que, al moverse, hacía que temblara la tierra hasta que el Magno Dios de la Isla de Ciervos hundió la hoja de su espada en la tierra y te atravesó la cabeza. Cuando el Kami se agita, el Magno Dios se apoya en la empuñadura y el Kami vuelve a la quietud". (El pomo de la espada, labrado en piedra, sobresale del suelo a unos pocos pasos del templo de Kashima. Seis días y seis noches cavó en el siglo XVIII un señor feudal, sin dar con el fin de la hoja.) Para el vulgo, el Jinshin-Uwo, o Pez de los Terremotos, es una anguila de setecientas millas de largo que lleva el Japón en el lomo. Corre de norte a sur; la cabeza viene a quedar bajo Kyoto, la punta de la cola bajo Awomori. Algún racionalista se ha permitido invertir ese rumbo, porque en el sur abundan los terremotos y resulta más fácil imaginar un movimiento de la


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