LA FRANCISCANA - CUARESMA 2021

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ÍNDICE

3 Saludo del Custodio de Tierra Santa Fray Francesco Patton 5 Caminamos hacia la Pascua del Señor Tomás Gil y Juan Andrés Martín 6 Semana Santa en Jerusalén Fray Enrique Bermejo 8 Semana Santa en la clausura franciscana Hnas. Pobres de Santa Clara (Franciscas Descalzas) 10 Fray Romualdo. Un corazón entregado a T. Santa Alberto López 13 “Mirar”, “Escuchar”, “Abrazar”, La Cruz Hno. Domingo J.Montero 15 El poder de una imagen: El Cristo de la Humildad Montserrat González García 17 El Cristo de Paloma Andrés Alén 19 Cristo de la Fraternidad Franciscana F. Javier Blázquez 21 Cristianos discriminados – Cristianos perseguidos F. Torres 22 Nuestro Fernando Mayoral Jmfc 25 Tiempo de Cuaresma Isabel Bernardo 26 Dos fotos para la historia Pablo de la Peña 29 Vivencia procesional franciscana Esther Ferreira Leonís 31 Porqué debes ser cofrade Mabel Martín Iglesias 32 La mirada artística José Manuel Casado Lorenzo 35 La Vía Sacra: Emociones junto al Santo Sepulcro Charo Martín Fraile 37 Memorias de una peregrina Isabel Bernardo 39 Silencio franciscano en la calle Ana Fernández Calles 40 Porqué hay que peregrinar a T. Santa J. Fernando Santos Barrueco 41 Ante la Cruz J. M. Ferreira Cunquero 42 Oración ante el Cristo de la Humildad Alfonso Hernández García 43 Al Cristo de la Fraternidad Franciscana Paulino Fernández Calles 44 Estar ante Cristo en la Cruz de San Damián Ciriaco García Martín 45 La protección de datos en el ámbito cofrade Paulino Fernández Calles 46 Las cuentas claras de acuerdo con la Ley. Carlos Ferrero Duque 48 Cadena de Oración Franciscana J. Fernando Santos Barrueco 49 Noticias franciscanas 52 El Cristo de la Humildad en un Congreso de Arte 53 A todos los hermanos J. M. Ferreira Cunquero 55 La entrega Asunción Escribano

Portada: Marcha Penitencial, Hermandad Franciscana del Stmo. Cristo de la Humildad Foto: Manuel López Martín Diseño: jmfc Edita: Hermandad Franciscana de Salamanca Calle Ponferrada, 23- 45 37003 Salamanca franciscanahermandad@gmail.com www.hermandadfranciscana.com Director: jmfc Consejo Editorial: Junta Directiva, H.F.C.H.

Colaboradores: Fray Francesco Patton, Tomás Gil, Juan Andrés Martín, fray Enrique Bermejo, Hermanas Clarisas (Franciscas Descalzas), Alberto López, Hno. Domingo Montero, Montserrat González, Andrés Alén, F. Javier Blázquez, Félix Torres, J. M. Ferreira, Isabel Bernardo, Esther Ferreira, Mabel Martín, Charo Martín, Ana Fernández, J. Fernando Santos, Alfonso Hernández, Ciriaco García, Paulino Fernández, Carlos Ferrero, Asunción Escribano.

Ilustraciones: Hugo Iglesias, Andrés Alén Fotografías: Fray Enrique Bermejo, Manuel López, José Manuel Casado, Fernando Pena, J. Fernando Santos, jmfc, Pablo de la Peña.

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Saludo del Custodio de Tierra Santa

Queridos hermanos cofrades de la Hermandad Franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad, y hermanos míos de Salamanca. Siendo muy posible de nuevo que este año tenga que ser suspendida vuestra manifestación de fe por las calles con ese Cristo de la Humildad, que bendije en aquella emotiva eucaristía que celebramos en Salamanca en el año 2017, os aliento a que viváis en vuestro interior esa Pasión que, pese a mostrarnos el sufrimiento, es camino de luz hacia la Resurrección del Señor. Quiero expresar mi cariño, desde Tierra Santa, a las monjas de clausura franciscana que, desde todos los lugares de España, junto a vosotros, el Sábado de Pasión se unirán a la IV Cadena de Oración Franciscana por la Paz. Os animo a que sigáis manteniendo vivo el empeño de acompañar con vuestro aliento a los cristianos perseguidos, para que, desde su dolor, sean alma de caridad hacia quienes los persiguen, en ese camino que hemos de construir y recorrer hacia un mundo nuevo, pacífico y fraternal. Os pido que os unáis a la plegaria de los Frailes de la Custodia de Tierra Santa, en este tiempo golpeado por el Corona Virus, para que el mundo torne sus ojos a Dios, con el compromiso de renovar esfuerzos para que todos los hombres puedan sentirse libres por la intercesión de la Virgen María, madre de Misericordia, y de San Antonio, patrón de la Custodia. Con mis deseos, os bendigo y abrazo a cada uno de vosotros, animándoos a que sigáis cerca de Tierra Santa, manteniendo vivo el compromiso de venir de nuevo, cuando las circunstancias sanitarias lo permitan, a descubrir y encontrar el firme camino hacia la conversión. Y elevo una especial oración por cada uno de vosotros y por vuestros familiares y amigos, particularmente porque están sufriendo a causa de esta pandemia: Que el Señor os bendiga y os guarde; muestre su rostro en vosotros, os mire con ojos de misericordia y os conceda la paz. El Señor os bendiga, mis hermanos. Fraternalmente: Fray Francesco PATTON OFM Custodio de Tierra Santa

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Caminamos hacia la Pascua del Señor

Un saludo de “Paz y Bien” a los hermanos y hermanas de la Hermandad del Santo Cristo de la Humildad. Queridos Cofrades: Desde el miércoles de ceniza estamos celebrando el tiempo litúrgico de la Cuaresma; camino espiritual hacia la Pascua del Señor. Es el camino que realizó Jesús de Nazaret, participando en su pasión, muerte y Pascua de Resurrección. Para recorrerlo todos los cristianos, la Iglesia nos guía con unos medios “dulces medicinas”: la oración, limosna y ayuno, siguiendo un programa de vida y así poder alcanzar esa nueva vida, la de la resurrección en Cristo. Con la oración y la meditación diaria de la Palabra de Dios buscaremos a Dios, permitiendo que entre en nosotros y descubramos así los engaños de nuestra vida, orientándola en su amor y en su gracia salvadora. Con la práctica de la limosna, sanaremos el egoísmo que mueve nuestra vida descubriendo que el otro es nuestro hermano. Realizando de esta manera una comunión de dones, bienes y vida con los hermanos más pobres y necesitados, en particular la Hermandad franciscana con los hermanos de Tierra Santa. Con el ayuno verdadero que nos despoja de lo que no necesitamos, y es una ocasión para crecer, ‘experimentamos’ el aguijón que tienen clavado los que carecen de lo indispensable para sobrevivir. Sólo poniendo esa intensidad y ese esmero interior que nos da la Cuaresma, el culto público de la Iglesia al que servís la Hermandad con vuestras benditas imágenes, tendrá toda la fuerza expresiva que realmente necesite. Aunque, como todos sabemos, debido a la pandemia mundial de la covid_19, tanto el año pasado como este no se puedan procesionar. Aún con todo, un cofrade no ha de olvidar responder a las preguntas que lleva en el corazón: ¿Por qué hago todo esto? ¿Cuál es mi verdadera relación con estas imágenes y con el misterio que representan? ¿A qué me mueven? Habrá muchas respuestas personales pero, sobre todo, será vuestra fe en Cristo y la coherencia de vuestro compromiso cristiano. Cuanto más comparta la misión una Cofradía en la vida de la Iglesia, mejor mostrarán las imágenes el rostro y el corazón de Jesucristo. Viviendo intensamente la Cuaresma, en la vida fraterna de las parroquias, los Hermanos llegarán mejor preparados al misterio de la Pascua, tras haber participado intensamente en el sacramento de la pasión, muerte de Jesucristo y resurrección. Desde aquí os animamos a poner la mirada, el corazón y toda vuestra existencia en celebrar con gozo y esperanza la centralidad del Triduo Pascual del Señor. En esta celebración se encuentra el sentido verdadero del misterio que la Iglesia nos encomienda llevar a la calle, compartiendo la alegría de Cristo Resucitado en medio de nuestro mundo, de manera especial con aquellos hermanos más pobres y necesitados. Un abrazo fraterno de Tomás Gil y Juan Andrés Martín Capellanes de la Hermandad

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Semana Santa en Jerusalén

Vista panorámica de Jerusalén - Foto: Fray Enrique Bermejo

Hablar de Semana Santa y de Jerusalén es situarse en el mismo escenario de la historia, es atraer aquel tiempo de salvación al hoy de la comunidad cristiana que celebra el misterio de Cristo. En Jerusalén, Cristo, el Señor Jesús, cumple su misterio pascual que es salvación para nosotros. Nosotros nos apropiamos, recibimos esa salvación, si abrimos todo nuestro ser al igual que se abre la panera al trigo que será recibido para alimentarnos durante todo el año, y así año tras año hasta pasar como Cristo de este mundo al Padre en el cielo, donde encotraremos a Cristo resucitado a la derecha de Dios vivo y a todos los santos que nos han precedido. Y santos son todos aquellos que han vivido el Evangelio y han dado su vida por Jesús especialmente los mártires que han derramado la sangre por Cristo y por los hermanos, y los mártires que en este tiempo de pandemia han dado la vida por todos los hermanos que forman la comunidad de los creyentes y de aquellos que no creen, pues como Cristo, han ofrecido sus vidas por los justos y sobre todo por todos los enfermos y necesitados de asistencia, consuelo y afecto. Han llenado de alguna manera el hueco del afecto al que no han podido llegar sus seres queridos. No sabemos exactamente cómo será la Semana Santa en Jerusalén este año, parece ser que será mejor que la del año pasado. Seguramente echaremos en falta a los peregrinos, pero los que aún estamos aquí acudiremos más números, pues poco a poco se irán abriendo las puertas de los santuarios y ampliando el número de los celebrantes, a un lado y otro del presbiterio, en la medida que se vaya yendo esta pandemia.

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Las celebraciones cuaresmales se están celebrando en número reducido de personas, la comunidad de san Salvador sobre la que recae el mayor esfuerzo de servicio va estando presente. Comenzaremos las peregrinaciones de Cuaresma en la geografía litúrgica de Jerusalén desde el exterior, desde el Monte de los Olivos hasta acercarnos al Santo Sepulcro donde se culminará con la Semana Santa. Empezaremos fuera de las murallas de la ciudad en la ladera del Monte de los Olivos donde el Señor contempló la ciudad que lo rechazó y por eso lloró recordando que ni a los profetas habían escuchado. Luego se baja hasta el pie de la montaña donde Jesús, con resistencia y al mismo tiempo con resignación, se entregó al Padre y a su voluntad. Allí mismo fue traicionado y entregado. Luego subiremos al lugar de la Flagelación y de la Condenación y subiendo la Via dolorosa llegaremos al Calvario donde Jesús fue crucificado y entregó su Espíritu. Pero al pie de la Cruz estaba su Madre, la Virgen de los dolores que acoge todos los sufrimientos de las madres, de las vidas interrumpidas, de los niños abortados y los pone en la mano de su Hijo y cuando está todo cumplido se lo entrega todo al Padre y le llevan a la tumba de la Resurección y lo que era oscuridad se ilumina, clarifica la torpeza de la inteligencia humana y se ofrece como camino que da vida y nos ofrece de nuevo el Evangelio, la buena noticia de que Cristo ha resuditado y el mundo renace de nuevo, pero para esto se requier la colaboración del hombre libre para construir un mundo mejor. Desde Jerusalén los franciscanos de la custodia de Tierra Santa os transmiten la energía de Cristo resucitado y os abrazan con el corazón de Paz y Bien. Fray Enrique Bermejo Custodia de Tierra Santa

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Semana Santa en la clausura franciscana

El Custodio de Tierra Santa visita a las clarisas, franciscas descalzas de Salamanca, después de haber bendecido la imagen del Cristo de la Humildad. Foto: P. de la Peña 1El Custodio de Tierra Santa con Con el miércoles de ceniza y el rito deIlustración la imposición de la ceniza, se abre el camino de la Cuaresma hacia la Pascua. Toda la Liturgia nos pone en ese camino de conversión y transformación del propio corazón, llamando la atención el encabezamiento a las preces de laudes y su respuesta: “Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que nos concede el don de iniciar hoy el tiempo cuaresmal; roguémosle que, durante estos días de salvación, la acción de su Espíritu purifique nuestros corazones y los llene de su amor, y digámosle: Danos, Señor, tu Espíritu Santo”, y llama la atención porque no se inicia con una petición de conversión o de penitencia sino que invocamos al Espíritu Santo, sí y así es, ya que él es el que hará posible en nosotros ese cambio del corazón, la conversión que todos queremos en este tiempo de gracia que es la Cuaresma.

La vida en la Comunidad continúa igual, aunque ciertamente se nota en el ambiente comunitario un mayor clima de silencio y recogimiento. La vivencia diaria de la Liturgia bien preparada y celebrada es la que va guiándonos a lo largo de toda la Cuaresma: los himnos, los salmos, sus lecturas…, todo nos guía, acompaña y mantiene en “tono” de conversión. Durante toda la Cuaresma además hacemos diariamente el ejercicio del Vía Crucis. En esta preparación del día a día llegamos al Domingo de Ramos que es la puerta de entrada a la gran Semana Santa. Está marcado por el gozo y la alegría de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y a la vez por el dolor de la Pasión que se proclama como Evangelio. Y así se vive en la Comunidad, gozo y alegría y tras la celebración de la Eucaristía silencio, recogimiento, acompañamiento a Jesús. El Miércoles Santo en el momento más adecuado para la Comunidad, en el coro, tenemos la tradicional celebración del perdón, que nos prepara a vivir con intensidad el Triduo Pascual. Esta celebración es algo propio de la Comunidad, que nuestras venerables hermanas nos han dejado como tradición y que fielmente continuamos. Consiste en un canto, unas lecturas, petición humilde de perdón de cada una de las hermanas por aquello que rompe la unión y caridad, la exhortación de la Madre donde nos centra en lo que vamos a celebrar y anima a permanecer unidas a Jesús y a su Madre, unas preces y la oración final.

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El Cristo de la Humildad en el Monasterio de la Purísima Concepción, (sede canónica de la Hermandad Franciscana) antes de su llegada a la iglesia de San Martín

El Jueves Santo, es un día de fiesta al recordar la última cena del Señor y el mandamiento del amor fraterno, donde también se hace una comida más distinguida pasando después de los Oficios a una cena más ligera y austera. El acto central es la Eucaristía o recuerdo de la última cena del Señor, que desde la sobriedad la solemnizamos cuanto es posible. Al terminar y quedar el Santísimo reservado en lo que se conoce como “Monumento”, en la Comunidad reina el silencio hablando tan sólo lo justo y necesario y pasando ya esta tarde en lo posible junto a Jesús. En la hora más conveniente hacemos la Hora Santa tras la cuál se organizan turnos para pasar toda la noche acompañando a Jesús. La mañana del Viernes Santo también intentamos dejar toda actividad no necesaria para estar en el coro con Jesús. Toda la Liturgia de este día nos ayuda a vivir unidas a Jesús en su Pasión, y como almas consagradas a Él, sufrir con Cristo sufriente. Lo central en este día es la participación en el “Oficio de la Pasión”, tras el cuál nos quedamos acompañando a María en su dolor y soledad. Este día hacemos un Vía Crucis más largo recorriendo las estaciones con la Cruz y con varios cantos. El Sábado Santo es un día triste y silencioso, hasta en el ambiente como que se respira ese “estar sin Dios” porque ha muerto, aunque con un halo de luz y esperanza en su Palabra “…el Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días” (Mc. 8, 31). Tras vivir en profundidad todos estos días santos llegamos al culmen en la noche santa del Sábado Santo con la celebración de la Solemne Vigilia Pascual, donde con gozo y alegría desbordante podemos proclamar ¡CRISTO HA RESUCITADO, ALELUYA! ¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO, ALELUYA! Monasterio de la Purísima Concepción Hermanas Pobres de Santa Clara (Franciscas Descalzas) de Salamanca

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Fray Romualdo. Un corazón entregado a Tierra Santa

Funeral del padre Romualdo en la iglesia de San Pablo. Damasco. Siria

La sencillez y la sonrisa fueron siempre las mejores cartas de presentación de fray Romualdo. Con su pequeña estatura nadie podía imaginar que fuera un erudito y considerado una eminencia en la historia, la arquitectura y el arte bizantino y paleocristiano. Tampoco es fácil comprender que sin hablar bien el árabe hoy continúe siendo querido y recordado, tanto por cristianos como por musulmanes, por su mensaje de amor, de paz y de diálogo interreligioso. Fray Romualdo Fernández Ferreira fue, durante los últimos años de su vida, el único misionero español en Siria, un país que cumple diez años en guerra. Siria fue su vida y allí la entregó. En 2019 tuve el privilegio de poder rezar ante su tumba, en el Santuario de la Conversión de San Pablo en Damasco. Desde 1992 fray Romualdo era el responsable de la Custodia Franciscana en la capital siria, y allí reposan sus restos, en un lateral del recinto exterior del Memorial de San Pablo, próximo a la puerta de entrada a la gruta. Está en el lugar que fue feliz reconstruyendo, en el que recibió a San Juan Pablo II en 2001 y donde durante la guerra acogió y atendió a tantos desplazados cristianos y musulmanes. Él nunca quiso abandonar Siria ni a sus “hermanos”. Siempre denunció la persecución de los cristianos y la destrucción del imponente patrimonio arqueológico del país que tanto estudió. Por ese motivo, la desaparición de muchas de esas construcciones durante la guerra convierte ahora sus libros en verdaderos tesoros. La sencillez de su lápida es el reflejo de lo que fue su vida. Su gran corazón se volcó en el apoyo constante a los cristianos de Tierra Santa durante más de medio siglo, y esa humildad y entrega representan el germen de nuestra Hermandad. A fray Romualdo lo conocí por los artículos que publicaba de vez en cuando en la prensa, por algunas entrevistas en la radio, pero sobre todo por lo que me contaba su primo José Manuel. Lo que jamás pude imaginarme, sin embargo, después de saber el multitudinario funeral y las muestras de cariño y respeto que tuvo, es que su tumba pasaría casi inadvertida: algo muy pequeño contenía una vida de entrega sin límites. “Abuna (padre) Romualdo” siguen llamándolo quienes a diario rezan ante su pequeña tumba, junto a la antigua vía romana donde la tradición sitúa la caída de san Pablo del caballo. Acceder al Memorial de San Pablo te sobrecoge. Si viajar por un país en guerra te hace estar siempre alerta, la inmensidad de la construcción, a modo de tienda de campaña, y detrás la simpleza de la capilla donde se sitúa el momento y el lugar de la conversión de san Pablo te sobrecogen. Allí y en ese momento uno es consciente de estar en un lugar histórico y en un momento trascendental del cristianismo. El silencio te envuelve y, al no haber turistas, todo se transforma en espiritualidad.

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Sepultura de Fray Romualdo. Memorial San Pablo. Damasco | Foto: Alberto López

Llegar a Siria no es fácil en estos momentos. La guerra ha desaparecido de las principales ciudades, pero la destrucción y la crisis económica destacan por encima de cualquier rayo de esperanza y de reconstrucción. El motivo del viaje a Siria era conocer el trabajo de los misioneros salesianos durante la guerra, donde han convertido sus espacios en auténticos oasis de paz para miles de niños, niñas, jóvenes y sus familias. El objetivo, más ambicioso, era poder volver un año después para rodar un documental. En Damasco descubrí que los Salesianos trabajan codo con codo con los Franciscanos, hasta el punto de que una presencia franciscana es la parroquia a la que pertenece la obra salesiana. Los salesianos los ayudan con las misas de los domingos y los franciscanos van a confesar a los jóvenes en las celebraciones. La pandemia mundial que sufrimos impidió el año pasado regresar a Siria y tampoco será posible hacerlo éste. Confío en que en 2022 la situación haya mejorado lo suficiente como para hacerlo en condiciones sanitarias seguras. Si Dios quiere, para entonces uno de los objetivos volverá a ser rezar ante la tumba de fray Romualdo y continuar dando a conocer nuestra Hermandad a los Franciscanos en Damasco. Seguimos, a pesar de la distancia y de las circunstancias, sintiéndonos muy unidos, en espíritu y oración, a los cristianos de Tierra Santa. Asimismo, permanecemos, con nuestra ayuda, fieles al legado de fray Romualdo y que tan bien sintetiza el saludo franciscano: “Paz y bien”.

Alberto López

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12 Cristo de la Humildad - Foto: jmfc


“Mirar”, “escuchar”, “abrazar”, La Cruz

“La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; más para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios… Mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1 Cor 18.22-24). El signo de la cruz preside muchos espacios de nuestra geografía (montañas, valles, caminos…), de nuestra vida y de nuestra muerte, y sirve de soporte para reflexiones teológicas y pastorales... Pero es también verdad que, con frecuencia, nuestra vida es una huída vergonzante de la cruz. ¡Tan contradictorios somos! Nos hemos modelado un Cristo estético, solemne, de procesión, dominando desde la cruz, convertida en adorno, los pasos inseguros de un mundo desatinado. La hemos dorado, y hasta teologizado tanto, que la hemos hecho irreconocible como cruz de Cristo. La hemos “descristificado”, vaciándola de sentido. La “cruz” de Cristo ya no escandaliza y sin embrago sigue siendo “escándalo” y “necedad”. Pero la Cruz no es solo historia pasada, no es solo evocación: es vocación. Forma parte de la propuesta de Jesús (Mc 8,34). Y ha de contemplarse con una mirada profunda, intensa y agradecida. No solo para meditar en su dolor sino para admirar la fuerza salvadora que de ella mana. Mirar a la cruz como exaltación y como gracia; como expresión de amor y de victoria es la perspectiva adecuada. Que la mirada a la cruz vaya envuelta en la fe, es el secreto para descubrir su misterio. Todo el que la mire con fe agradecida empezará a llenarse de vida, a vivir en plenitud, y tendrá vida eterna. Y así, lo que al principio fue solo signo de “abandono”, de “tortura”, de “locura”, se fue convirtiendo y comprendiendo, con una mirada de fe, en signo de paz, de gracia, de sabiduría, de amor. Pero mirar es algo más que ver. Mirar es meditar, comprender, compartir. Mirar con fe y con amor es comunión. Supone aceptación, confianza, agradecimiento y entrega. ¿Qué otra cosa puede hacerse mirando a Jesús crucificado sino llorar lágrimas de agradecimiento y de aceptación, y confiar ya en él sin ningún miedo, y amar? Mirar a la cruz, pero sobre todo mirar al crucificado, “al que traspasaron” (Jn 19,37), porque en ella se nos revela Dios en su Hijo: “Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy” (Jn 8,28). Y mirar también en su entorno, a todos los crucificados en los distintos calvarios de la vida. Hay también que escucharla, porque la cruz de Cristo es elocuente. En ella, en esa cátedra difícil, se nos ofrece la oportunidad de escuchar a Jesús, sus últimas palabras, a modo de despedida y testamento. Y hay que abrazarla, pues “el que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,27). Y abrazarla, dejándose marcar por ella. Porque se trata de eso, no de acompañamientos sentimentales y pasajeros, sino de interiorización personalizada de su misterio. Esta es la visión franciscana de la hermana Cruz.

Hno. Domingo J. Montero, Franciscano Capuchino.

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Cristo de la Humildad. | Andrés Alén


El poder de una imagen: el Cristo de la Humildad De entre todos los símbolos que manejamos en iconografía y simbología la cruz es el más universal y totalizador. El propio Le Corbusier durante una conferencia impartida en Buenos Aires llegó a exclamar tras haber trazado una cruz: “¡Esto basta!”. Junto a la cruz, motivo místico y visible de la unión de cielo y tierra, de tiempo y espacio, la imagen del crucificado se convertirá a su vez en el centro de la representación de la historia de la salvación. Evitada durante los primeros tiempos del cristianismo, debido al horror que semejante suplicio causaba en la mentalidad romana, fue poco a poco idealizándose y acomodándose al sentir estético de cada momento para mostrar “lo invisible por medio de lo visible”, como recordaba San Gregorio Magno en el año 509 en su carta al anacoreta Secundino. Las imágenes de la Pasión de Cristo y en especial de la figura del crucificado han guiado al hombre en la contemplación de lo divino, invisibilia per visibilia, conduciéndoles al rezo y a la meditación al tiempo que despertaban en el espectador sentimientos de tristeza, pesar, mortificación y espanto ante el dolor y el sufrimiento aumentando así la potencialidad de las imágenes. En un tiempo de desacralización donde las imágenes han perdido el aura procedente del rito y el culto que recibían, no es nada fácil figurar a Cristo crucificado, desechado de las conciencias postmodernas. Sin embargo, el escultor Fernando Mayoral reinterpreta la representación de Cristo crucificado renovando la mirada, consiguiendo en la soberbia imagen del Cristo de la Humildad ese efecto de verdad que siempre ha vehiculado al arte sacro. La figura de Cristo en la cruz supone un desafío artístico y resulta idóneo para ilustrar la dificultad máxima en el Arte: la representación de un desnudo y la representación del dolor extremo. Exemplumartis y exemplumdoloris. Desde esta perspectiva afronta Mayoral la figuración de la imagen de Cristo sufriente como el héroe clásico de hermoso cuerpo despojado de sus glorias al final de la batalla. La belleza del cuerpo humano desnudo modelado del natural, conservado en un bloque gravitacional en torno a la cruz como eje se potencia por medio de líneas geométricas y la sutileza de los contornos aparentes. Fuerza y belleza son las señas de identidad de este crucificado de hondo dramatismo y fuerte impacto emocional. En esta imagen Mayoral nos conduce a la poética de lo inacabado, al non finito miguelangelesco, que busca la complicidad del espectador para terminar de explicar lo inexplicable. Casi podemos apreciar la huella de los instrumentos de trabajo, la huella de sus manos que con pasión y veracidad nos presentan la figura de Cristo envuelta en una textura impresionista. El Cristo de la Humildad responde a la tipología de Cristo vivo, clavado al madero y elevado para su contemplación. El dramatismo del momento se hace patente en el magnífico torso henchido por el hálito del último suspiro. El apasionamiento de sus formas no le resta equilibrio, consiguiendo la fusión exacta entre composición y expresión. El uso de los cuatro clavos facilita la mesura en el movimiento. Fernando Mayoral, como los grandes maestros, tiene avidez de realidad, baste observar la representación del rosto ante el que se extasía confiriéndole un fuerte dramatismo o ese brazo izquierdo que se arquea y parece huir del madero en un gesto de sumo dolor. La sutil policromía completa la escena reflejando con gran naturalismo los golpes y porrazos que Jesucristo recibe en el camino a la muerte. Con todos estos elementos construye Fernando Mayoral la iconografía de un crucificado actual, contemporáneo, destinado al hombre del siglo XXI lleno de hastío y miedo que en su contemplación solo puede rendirse ante el gran misterio de la figura de Cristo en la cruz. La imagen de Mayoral atrapa al espectador consiguiendo enredarle, deshilvanando sus pensamientos tejidos en torno a la grandeza y al profundo humanismo de una imagen que huye de dramatismos innecesarios promoviendo la elevación del alma al misterio de lo sobrenatural. Ante el Cristo de la Humildad de Fernando Mayoral solo nos queda escuchar su escultura, lo demás son palabras innecesarias.

Montserrat González García

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Ilustración 2Cristo de San Damián. Autora: Paloma Pájaro- Foto: J. Fernando Santos Barrueco


El Cristo de Paloma Se trataba de recrear el Cristo de San Damián, posiblemente la imagen más difundida del crucificado, inspirador icono incrustado en el alma franciscana y su signo más preclaro. Para tal cometido parece fundamental acertar en eso que ahora llamamos el “casting”. El artista idóneo para realizar tal encargo debiera reunir ciertas cualidades y descontadas calidades, no tan obvias cuando se deben aglutinar a un tiempo. Se me ocurren muchas e imprescindibles todas. Una maestría en el oficio de la pintura solventado en el buen dibujo, la figuración y buen manejo del color. El acercamiento a esta imagen con respetuosa humildad, sin la superchería de nuestros egos, de querer imponer tu forma y expresión aunque choque con esa tradición que representa y, al tiempo y en sutil equilibrio, buscar escribir con caligrafía propia y personal estilo huyendo de caer en la falsa copia o el bibelot inane. Paloma Pájaro fue una acertadísima elección como ya apuntaba su indudable talento y rutilante trayectoria. El Cristo de San Damián se creó, para la Iglesia de su mismo nombre en Asís, sobre el año 1100, en estilo románico bizantino, estilo que también dejó alguna huella en nuestra ciudad. Se realizó sobre tela y fue pasado a tabla de nogal posteriormente. Es un Cristo, vivo que no pende de la cruz, resucitado, que abandonado el sepulcro, va hacia el padre, sin corona de espinas sino con aureola de gloria. Con poca sangre en su cuerpo que derrama sobre ángeles, santos, María, San Juan, el centurión, Longinos… y esa poca sangre parece convertirse en luz. Es el Cristo idóneo para la contemplación, la imagen ante la que oraron Francisco y Clara, que se cuenta que le habló, “Francisco,vete y arregla mi casa”. Cristo fundacional, inicial de un camino de iluminación. Paloma se acercó a esta imagen, dijo, con escalofrío. No era la primera vez que el tema de la resurrección ocupaba su obra. En el recuerdo, aquel impactante cartel de Pasión en Salamanca con una Magdalena desmayada ante la aparente ausencia de Dios en lo que sería el preludio de la maravilla. Preparó la tabla, dibujó y pintó las primeras capas con acrílicos, que es material de hoy, que es su tiempo, y desde ahí empezó un dialogo con su obra que en el caso del verdadero arte viene a ser siempre una oración. Los lápices de colores detallaron cada rincón con ese preciosismo con que Paloma culmina sus obras. Crea, recrea y se recrea hasta conseguir sentirla, hasta hacerla suya. En ella se conserva el dulce rostro de Cristo y esa luz radiante que parece salir de dentro de su cuerpo. El equilibrado colorido como fuente de optimismo y esperanza. Se ha simplificado algún detalle, personajes por campos de florecillas tan del santo de Asís; y se han sustituido en el pie de la cruz los rostros semiborrados de Pedro y Pablo, posiblemente el mismo San Damián, por otros más cercanos: Aquellos que supieron mirarle y se impregnaron de su inspiradora belleza, Francisco y Clara allí encarnados y nuestra Teresa y Juan, regados por la misma savia. Gracias a Paloma tenemos en nuestra Semana Santa una delicada obra de arte que seguirá paseando las calles salmantinas otros Sábados de Pasión con la sencillez que merece el hábito Franciscano y esta tierra de grandes artistas y grandes silencios. Que sigan brotando sus flores. Andrés Alén

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Cristo de la Fraternidad Franciscana- Autor: Ricardo Flech.Fot: jmfc


Cristo de la Fraternidad Franciscana

Así, con ese título tan evocador ha quedado para la posteridad. El Cristo de la Fraternidad Franciscana, tres palabras indisociables que forman un bloque compacto en el primer mensaje que transmite la hermandad. Por eso abre la procesión, porque la comitiva de hermanos sigue a Cristo amparada en el carisma de san Francisco, el Poverello, el hombre que más se le asemejó. Sin embargo, al analizar la obra, no podemos obviar los detalles primordiales, porque el nombre fue sobrevenido. La imagen existió antes que la titulación y se le encarga a su autor, Ricardo Flecha, con una referencia muy clara: el Cristo de las Batallas del Cid, el primero de la diócesis salmanticense, depositario de mil plegarias y devociones en sus más de novecientos años de historia. La comisión de fundadores quería, de alguna manera, tener presente el arraigo en el sustrato de la Iglesia local que nutre inicialmente a todas las instituciones que sobre ella se asientan. Lo mismo sucedía con el Cristo de San Damián, genuinamente franciscano. Necesitamos los símbolos. Nuestro lenguaje es simbólico, pensamos y aprendemos con símbolos y esto es algo que nos distingue como especie. No puede ser de otra forma. Por ello es tan importante cuidarlos, para que nos indiquen adecuadamente aquello que se quiere transmitir. En este caso, al abrir, la procesión, los hermanos afirman el seguimiento de Cristo desde la pertenencia a la Iglesia local, porque esta imagen está vinculada a la restauración de su diócesis y preside la capilla central de la cabecera de su catedral, junto a la sepultura del primer obispo. En la mente de los fundadores no cabía la posibilidad de copiar una imagen. Desde el principio estaba clara la apuesta por el arte del momento y los artistas que saben crear sin perder el sentido de la funcionalidad de la obra, que en este caso es la devoción. Por ello se le pide a Ricardo Flecha que haga un Cristo de los suyos, pero que sea el de Batallas. Lo mismo que con Paloma Pájaro y su pintura sobre tabla del Cristo de San Damián. Son interpretaciones actuales de unas imágenes muy conocidas y arraigadas en los cultos de nuestra diócesis, el Cristo de las Batallas, y la gran familia franciscana, el de San Damián. Ricardo Flecha deja al final una obra en la que su huella queda bien visible. Un Cristo actual que toma como referencia el modelo iconográfico del románico pero está creado con los procedimientos modernos, sin gubia, solo desbroce a base del rotor de tungsteno. Es un Cristo que sale de la madera vieja y carcomida y no se despega de la cruz, porque forma con ella un solo bloque. Cristo no se entiende sin la cruz, del mismo modo que la cruz sin Cristo carece de sentido. Tampoco utiliza policromía, solo óxidos de hierro y bronce que le dan esos tonos rojizos y verdosos tan característicos en su obra. Una imagen de nuestro tiempo, en definitiva, que transmite muchas cosas, aunque el mensaje del crucificado sigue siendo el mismo de siempre, el de la redención alcanzada desde el sacrificio de la cruz.

F. Javier Blázquez

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Cristianos discriminados- cristianos perseguidos

Miércoles de Ceniza. Es media mañana y los escasos fieles que han accedido a la iglesia de San Martín para cumplir con el penitencial rito de la ceniza, salen del templo en silencio, reconociéndose creyentes y conversos. Un rato de oración sencilla presidido por el más de los humildes, Cristo crucificado. Cristo de la Humildad. Salen, digo, mientras los ocupantes de un vehículo policial situado frente a la fachada van contando uno por uno a cuantos atraviesan la puerta. Es la restricción de aforos. No se permite más de veinticinco fieles y son más los allí reunidos. ¿Habrá sanción? Nadie lo sabe, pero la situación se hace comentario en los pocos corrillos que se pueden formar y pensamiento único en todas las cabezas. Se sienten vigilados; se sienten perseguidos. Con más frecuencia de la deseable en estos tiempos de restricción sanitaria y administrativa, todos hemos comentado esta situación de control autoritario que hemos “padecido” los cristianos de esta zona del mundo en la que la libertad está tan normalizada que apenas se tiene en cuenta. Nos han vigilado, controlado, humillado, agraviado… y nos hemos sentido perseguidos. ¿Perseguidos? Sí, quizá. Pero con las garantías de habitar el primer mundo y sin caer en la cuenta de que hay otros, en otras zonas, en otros mundos, cristianos como nosotros, también perseguidos. Perseguidos de verdad. Hombres, mujeres y niños amenazados, acosados, maltratados, asesinados… por haber agarrado su cruz para seguir los pasos del Mesías; por creer sinceramente en la salvación del alma mientras entregan el cuerpo irremediablemente a su pesar. Gentes a las que la pandemia no ha venido a descubrirles su discriminación pues ya eran segregados sin necesidad de normas especiales. Acostumbrados a la persecución, resignados, miran hacia este otro mundo y claman por una ayuda que apenas llega bajo ninguna forma. Nos llaman desesperados desde los Santos Lugares, desde Oriente medio y lejano, desde África y América, incluso desde nuestra cercana Europa, y nosotros volvemos la cara para mirar hacia otro lado como siempre. Menos mal que ahora tenemos la excusa de esta maldita pandemia con la que nuestras autoridades nos persiguen y acosan. No podemos entrar en los templos, tenemos que marcharnos y nos duele, pero lo que debiera pellizcarnos el alma tendría que ser ver cómo hay cristianos que son apaleados solo por manifestar su fe, que sufren por acceder a los templos y que mueren por asistir a los cultos. Cristianos nuevos convencidos de su fe y fieles a Cristo. Nosotros, cristianos viejos, que teníamos aparcada nuestra fe en la cómoda rutina, protestamos por unas limitaciones que nos parecen ignominiosas. ¿Persecución? No. Esto nuestro es discriminación por creyentes, nada más. Persecución es otra cosa y hay muchos sufriéndola hasta el extremo a pesar de la pandemia.

F. Torres

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Nuestro Fernando Mayoral

Fernando Mayoral durante el proceso creativo del Cristo de la Humilda.Foto Jsé Fernando Santos Barrueco

El tiempo ha ido fugándose hacia los precipicios intocables para dejarnos posos de una vivencia única e irrepetible. Ver cómo la madera, gracias al milagro de los golpes certeros de gubias, recibía la insinuación que deja en los creadores del arte, el inicio de la vida que existe en formas que nacen para provocar la emoción. Eternamente la H. Franciscana agradecerá al escultor Fernando Mayoral su implicación en el génesis de la Hermandad. Él quiso contribuir con su generosidad, haciendo posible que naciese de sus manos el Cristo de la Humildad. Una imagen portentosa que ya está siendo analizada y reconocida por los entendidos como la que va a ser gran aportación artística de este siglo a la Semana Santa y a la ciudad de Salamanca. Desde el cariño que le profesamos, entramos en contacto con él, para que nos dejase el testimonio, siempre tan especial, de su palabra. ¿Qué supuso para ti que una Hermandad nueva y sin estar erigida canónicamente te encargase una obra de la magnitud artística del Cristo de la Humildad? Fue muy importante para mí porque tenía ganas de tener un Cristo en la Semana Santa de Salamanca. La figura de Cristo es el culmen de la escultura religiosa, así que esto fue para mí muy motivador. ¿Qué supuso que el Cristo de la Humildad esté emplazado en la iglesia de San Martín? Realmente esa fue la cuestión ilusionante principal para trabajar en el proyecto. Me entusiasmó desde el principio, saber que iba a estar, una vez tallado, en la iglesia románica de San Martín, en el epicentro de la ciudad, al lado de la Plaza Mayor.

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Cristo de la Humildad. Iglesia de San Martín. Foto: jmfc

¿Qué opinas del lugar de la iglesia donde está emplazado? La verdad es que en el lugar que la parroquia lo ha puesto es sorprendente. Entrar y verlo es impactante. No podía haber un lugar más apropiado para ser contemplado. Cada vez que paso por la iglesia entro a visitarlo. ¿Por qué no tiene sangre la imagen? No quería dejar lugar a esas anécdotas de la sangre que muestra un sufrimiento propio de otro tipo de imaginería. Es un Cristo tan humilde que no tiene ni sangre. ¿Qué sensación te produce ver a gente que no conoces rezando ante el Cristo de la Humildad? La imagen se ha hecho para eso. Cuando voy a San Martín me gusta contemplarle y orar en silencio. Efectivamente es muy conmovedor cuando compruebo cómo la gente se postra en silencio ante Él para rezarle. Pero sobre todo da una gran satisfacción que una imagen que has creado sea reconocida por los demás como obra de arte y que igualmente ayude a meditar a quien la contempla. Me despido de Fernando Mayoral, deseándole un buen regreso desde la tierra gallega donde, cerca del mar, ha estado impregnando con su vitalidad, apuntes y lienzos. La pandemia para un artista de su talla, no ha podido detener el afán creativo en quien nació para entregarse al pulso embaucador del susurro artístico. Esperemos que pronto podamos reunirnos en la ceremonia del café, donde el don de su palabra es un gozo para los sentidos. J.M.F.C

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Foto: Manuel López Martín

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Vivencia procesional franciscana

Con los cinco sentidos Oid… Las campanas empujan mi arrojo de ser reclamo de quienes sufren persecución en Tierra Santa. Pero es Sábado de Pasión: será el pálpito sordo que dejan tras de sí esas ocho punzadas en la atmósfera salmantina, el que clamará la injusticia que doblega la dignidad del hombre por evidenciar sus creencias. Uno a uno los tañidos caen para dejar paso a la soledad del pensamiento más íntimo que me acompañará por la calle, ignorando otros pasos, huyendo de otras voces que no sean la mía gritando en mis entrañas. Dos tambores rotos se turnan en el lamento, para ser testigos graves y rotundos de la barbarie incomprensible de quienes no toleran otras maneras de interpelar a lo sagrado. Marcan el paso entregado del Señor a hombros de mis hermanos; hermanos penitentes que comparten así la carga de aquellos que sufren la marginación. Porque no están solos, caminamos con ellos en la batalla por la libertad, amando al prójimo como ley universal. Voces en melodía rompen el sigilo de la noche, cuando cómplice el viento las hace volar desde el Patio Chico de Salamanca hasta los corazones de Oriente Próximo. Se siente el calor de las notas alentando el sentido de nuestra marcha. Entonces seguimos… Ved… Bajo la penumbra, que nos despide en San Martín, se agolpan los nervios que trastocan el paso primero hacia la gente que interpela nuestra presencia en la calle. En la antesala de mi recorrido figurado por la tierra del Cristo, las antorchas se han reunido en llamaradas que nos agitan, para atestiguar que aún hoy el hombre se ve obligado a esconderse en las catacumbas del disimulo, para sobrevivir a la tiranía de la intolerancia. Rescato de nuevo la sombra de mis divagaciones bajo la capucha que me ampara, como si la mano del Señor me cobijara de la pena y presiento la luz de su compañía envolviendo, en un halo mágico, el abrazo con mis hermanos en el orgullo de ser, un año más, el resplandor de quienes murieron por su amor al otro. Saboread, oled, tocad… ¿A qué sabe la noche en Salamanca, cuando sus filigranas se sienten relegadas, porque caminamos en otras inquietudes? Me deja un regusto la noche al pan repartido en la mesa de esperanza y al vino que brota del cántaro rebosante de júbilo, porque tenemos la oportunidad de ayudar al que sufre dando a conocer su realidad. Salamanca se hace escenario de la cena donde compartimos, a través de los manjares de nuestra fe, el conocimiento de la injusticia que no solo rompe la vida de los perseguidos lejos de nuestra tierra sino también de cualquiera que en nuestro entorno va a la deriva de la exclusión, por cualquier motivo. El incienso impregna en olor sagrado mi pequeño descuido a otras cuitas y me rescata su esencia hacia la verdad que me lleva por las calles que reivindico: sean cada día en nuestras rutinas sendero de estos pasos que ahora me sitúan. La madera de tu cruz en mi tacto. Mi mano se agarra firme a la antorcha que me recuerda al madero que clavó tu vida y con ello le dió sentido a la mía. Pero mi antorcha está pulida, es caricia que me recuerda que en la suerte de mis horas está la obligación de arder por quienes no pueden encender su fuego de fe allí donde quieran. Por ello ¡arded conmigo! Esther Ferreira Leonís

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Por qué debes ser cofrade

Se abre la puerta del templo y el atrio se inunda de luz. Bajo la capucha, calada hasta los ojos contemplo a la muchedumbre que espera nuestra salida. Son multitud y, sin embargo, el silencio lo llena todo. Avanzamos. Unos miran con curiosidad, otros con esperanza, y alguno con dolor. Muchas historias con un denominador común: la fe en Cristo. A veces es tarde, o demasiado temprano, o hace frío, o llueve, algunos llevan horas, o se pararon de casualidad al ver a la multitud. No importa, allí están, con sus miradas llenas de fe, esperándonos, acompañándonos, esperando a esa imagen que para algunos no es más que un trozo de madera y para otros… para otros es tanto. Es como esa fotografía de un ser querido al que no ves, pero que siempre está contigo, más allá del tiempo y del espacio. Pocas ocasiones como esta hacen tan propicia la oración, la reflexión, la emoción. El silencio lo inunda todo, y estas solo tú con tus pensamientos, con tus preguntas, con tu fe.Solo, y sin embargo, sabes que el hermano que camina a tu lado siente lo mismo que tú. Pocos momentos imagino de tanta riqueza fraterna, sin mediar palabra, sin mirarnos, solo sintiendo el ritmo de la respiración, el crepitar de las velas. Avanzamos. Sentimos la pesadez en nuestras piernas, la mano que lleva el cirio un tanto agarrotada, el frío en los pies. No obstante, el corazón camina ligero y el alma canta junto a los hermanos, feliz de acompañar al Cristo del madero. Avanzamos, volvemos al templo, el cansancio ya no existe. Nos quitamos en silencio las túnicas, el brillo en los ojos de nuestros hermanos, los abrazos, las sonrisas, incluso las lágrimas. Ese lugar tan pequeño y tan lleno de emociones. Nos damos las gracias, damos gracias. Gracias porque estamos aquí otro año, y como duelen los que ya no están, aunque siempre están (debajo del paso, en la cruz de guía, en los claveles del resucitado, llevando un cirio). Nos deseamos lo mejor, deseamos que eso que hemos sentido durante el trayecto que ha durado la procesión podamos sentirlo cada día. Al día siguiente todo empieza de nuevo, porque ser cofrade no significa solo planchar los hábitos y lustrar los zapatos para que estén listos para el desfile. No es solo preparar los enseres y encargar las flores. Ser cofrade es compartir, es apoyar, es creer en un proyecto y sacar tiempo de donde sea para llevarlo adelante. Es reír con tus hermanos y acompañarlos en su tristeza, es sentir su apoyo incondicional cuando más lo necesitas. Es ver llegar, y ver crecer, y a veces es ver marchar (y aceptar). Es no estar de acuerdo, coincidir, discutir, sentir empatía, aprender. Es crecer como persona, es conocer a personas con las que no tienes nada que ver y, sin embargo, nos une tanto. He sido cofrade tantos años que no imagino otra cosa que no sea serlo. No os engaño, también hay momentos malos: momentos en los que quieres abandonar, en los que no entiendes nada; momentos en los que sientes que estas solo defendiendo lo indefendible, en los que aparecen las disputas, y los problemas nos ciegan. Pero entonces pasa, vuelve a suceder: entonces se abre la puerta del templo y el atrio se inunda de luz.

Mabel Martín Iglesias

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La Vía Sacra: Emociones junto al Santo Sepulcro

Camino hacia la última estación. Es la última. La que en la Basílica se reza junto al Santo Sepulcro. Mientras susurro un padrenuestro, mi alma se llena de paz. Sé que está ahí, adentro, ese sepulcro símbolo de resurrección y vida, y es en este momento del recorrido cuando me invade una emoción casi indescriptible. Un via crucis que es punto de encuentro en las calles de la ciudad antigua de Jerusalem. Gentes de todo el mundo agrupadas en esta Vía Dolorosa en comunión con esos frailes custodios de estos Santos Lugares. Sentimientos a flor de piel y sensaciones que la erizan con intensidad desconocida. Han transcurrido las estaciones con oraciones sentidas y compartidas, en diferentes lenguas pero todas a una sola voz. Con múltiples corazones entregados a esa fe que nos une. Fe que manifiesto públicamente como nunca antes hice. Mi mente y mi corazón unidos a Él. Sí, a ese Dios hecho hombre que hace dos mil años recorrió estos lugares cargado con su cruz camino de la muerte en el Calvario. He llegado.

Entrada al Santo Sepulcro - Foto: jmfc

Estoy aquí, en este sitio en el que fue depositada, junto a un cuerpo inerte, mi esperanza de vida eterna. Y rezo con los cinco sentidos puestos en no perder ni un ápice de esta experiencia que, estoy segura, es la línea que separa un antes y un después en mi vida de creyente. Me siento fortalecida en todas mis convicciones, tan abrumada por el entorno, por esta manifestación de fe en comunidad, que nunca otro momento quedó así grabado en mi memoria y en mi alma. Esta es una señal inequívoca del camino a seguir en mi día a día, en mis quehaceres cotidianos, en mi ciudad, en mis rutinas. Pisar Tierra Santa, vivir aquel dolor, sentir ese Sepulcro, ha sido desde entonces mi fortaleza y una gran dicha que deseo compartir concentrada en dos palabras: “Paz y Bien”.

Charo Martín Fraile

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Memorias de una peregrina

IluPanorámica. Jerusalén - Foto: Fray Enrique Bermejo

LOS UMBRALES DE JERUSALÉN ESCRIBO CON LA MEMORIA detenida en el sentir de aquel instante. En aquel súbito pálpito de lágrimas, feliz, inenarrable, que lanzó mis ojos ladera abajo del monte Scopus, hacia la ciudad santa de Jerusalén, donde la última luz de la tarde se tendía, dorada y bellísima, hacia el oeste crepuscular. ¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor! Nunca creí que aquella canción que yo cantaba en la iglesia, tan de chica, tan de forma repetida, tantas veces, fuera a desbordarse de sus letras y hacerse un canto nuevo, vivificador. ¡Qué alegría cuando me dijeron…!, y quienes me habían cuidado en el camino de la fe cristiana –por y para siempre, mis abuelos- hubieron de aquietar mi corazón, desde las moradas celestes donde hoy les sueño. Nada de todo esto pude adivinar cuando salimos del Jericó de los dulces dátiles, del Jericó de los artesanos del barro que –a falta de samaritanos- ofrecen vasijas a los turistas. Nada cuando el autobús inició el ascenso por la aridez de los montes de Judea, un desierto donde hube de pensar a Jesús durante cuarenta días y cuarenta noches, en la soledad del hombre solo ante las tentaciones. Nada cuando, a poco ya de alcanzar la cumbre, mi atención se desvió hacia un burro viejo y flaco que ocupaba la otra soledad de un páramo, sin paja, sin agua, y con una corta soga atado a un madero. Nada, pero ¡qué alegría cuando me dijeron…! A las cimas de las montañas se debería acceder siempre cantando. Una forma de sacudirse las fatigas y de alegrar el último esfuerzo del viaje. Cantando: ¡…vamos a la casa del Señor! ¡Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén! Y la ciudad le tendió la magnificencia sagrada de su casa a esta peregrina que, casi cuatro años después de aquel momento, está echando a volar sus sentimientos y su memoria hacia donde se afianzaron los principios del porqué de su existir y su última esperanza. Tierra Santa no es un viaje cualquiera. Tierra Santa es un destino para arraigar un compromiso de vida a la otra vida que habrá de guardarnos. Los franciscanos que custodian los lugares santos no tienen más misión que la de hacernos regresar a los adentros; con la humildad del hombre sediento que lo único que pide es una gota de agua a la sencilla pobreza del cántaro de un samaritano. ¡Qué lejos quedan entonces los bienes, qué lejos la sorpresa del neón, qué lejos la generosidad de nuestra propia casa! Allí todo son umbrales. Umbrales para una nueva formar de dignificar la vida. Umbrales para comprender la muerte. Umbrales para, en definitiva, saberse un sujeto encadenado a los misterios del origen y del fin. ¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor! ¡Ya están pisando nuestros pies, tus umbrales Jerusalén! Y la voz de Jesúsen la transparencia del aire. Mucho más cerca. Mucho más nuestra.

Isabel Bernardo

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Sábado de Pasión salmantino - Foto: Manuel López Martín

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Silencio franciscano en la calle

Ilustración 3Marcha Penitencial H. Cristo de la Humildad - Dibujo: Andrés Alén

Era el sábado 24 de marzo de 2018 cuando, por primera vez, se abrían las puertas de San Martín y el bullicio de la calle enmudecía, emulando al silencio franciscano, ante la salida de Nuestro Señor de la Humildad. Recuerdo los nervios de aquella primera salida penitencial, mezclados con la emoción de acompañar, por estas bellas calles salmantinas, a nuestro Cristo titular. Al calor de nuestro hábito franciscano, ese que nos hace sentir paz, comenzábamos una penitencia que, en realidad, no es tal, ya que el Amor, ese que se escribe en mayúsculas, ese que nos da Nuestro Señor, nos acompaña durante todo el recorrido. Bien es cierto que ese sentimiento está con nosotros todos los días, pero es más palpable, más especial, cuando hacemos ese camino que conmemora el acto de Amor más grande que se puede hacer: dar la vida por nosotros. Bajo ese sentimiento, y guiados por los tambores destemplados que marcan nuestros pasos, llegamos al Patio Chico. Las luces y sombras que nos han acompañado durante el recorrido, junto con ese silencio respetuoso solo roto por el sonido del viento, se torna luz y música. Porque esos cantos que se le dedican a nuestro sagrado titular, rodeado del fulgor de las antorchas, nos hace recordar que, en todo camino, siempre hay una esperanza de que todo lo que está bien, llegará. Enmarcados por la belleza de los monumentos charros, y al abrigo de nuestros hábitos, regresábamos a nuestra sede, descansando nuestros cuerpos y corazones y culminando, así, esas emociones que nos embargaban al inicio de nuestro camino. En aquellos momentos de hermandad, de confraternidad, previos y posteriores, encontramos ese sentimiento común en nuestros hermanos. Porque sí, aquellas personas desconocidas y de las que no tenemos lazos de sangre, son nuestros hermanos en Cristo. Con ellos compartimos, además del hábito portado, ese Amor, ese sentimiento de Paz y Bien y esa Fe que nos llena de gozo. Este recuerdo, unido a la emoción más serena de nuestra segunda salida, nos acompañó, con cierto pesar, el año pasado. Porque, como posiblemente ocurra este 2021, la pandemia evitó que ese recogimiento, esa Humildad, llenase las calles bulliciosas de nuestra ciudad haciéndolas partícipes del silencio franciscano. Pero de lo que sí estoy segura es que ese Amor, del que nos habla San Francisco, inunda los corazones y los llena de esperanza en un momento de dolor, de debilidad, de miedo y de oscuridad. No olvidemos que la Luz de Nuestro Señor es un faro que nos guía, que nos acoge y nos llena en estos duros momentos. Que nuestro Señor de la Humildad nos encamine entre el silencio y las sombras hacia su inmensa Luz.

Ana Fernández Calles

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Porqué hay que peregrinar a Tierra Santa Nazaret, Caná, Cafarnaúm, el Tabor, Tiberíades, Jericó, Belén, Getsemaní, Jerusalén, Emaús, nombres oídos en muchas ocasiones, por los que sentimos gran atracción. En 1219 viajó Francisco a Egipto para entrar en los Santos Lugares, abriendo un diálogo con los musulmanes. Fue durante la 5ª Cruzada. Francisco y el Sultán Malik al-Kamil vivieron un momento de encuentro y diálogo. Desde entonces, llevan los franciscanos 8 siglos en Tierra Santa, con un testimonio de vida pacífica y de entendimiento, respondiendo al legado de Francisco, que dejó bien marcado en sus Reglas: “no entrar en querellas, ni disputas y ser súbditos de toda Basílica de Nazaret - Foto: J. Fernando Santos criatura humana por amor a Dios y confesarnos cristianos”. Un testimonio de vida que rechaza la agresividad y violencia hasta en los gestos. Sólo así, se puede anunciar a Cristo y administrar los sacramentos de su Iglesia, actitud que ha de superar incluso rechazos, persecuciones o atropellos a nuestra labor. Las indicaciones del Santo de Asís, han guiado la presencia franciscana. Además, su atención social y educativa para con las comunidades cristianas (muy desfavorecidas e incluso perseguidas) resulta querida y encomiable (escuelas, guarderías, viviendas, hospitales, centros de acogida, etc., abiertas también a necesitados de las otras confesiones de la zona). Ayudarles en esta labor es un motivo para acudir a aquéllas tierras. Aquél encuentro llevó en 1333 a la creación de la “Provincia de Tierra Santa” en la Orden y 9 años después, al primer convento. En 1347, el Papa Clemente VI encomendó a la Orden “la custodia de los Santos Lugares”, estableciéndose primero en Belén, para extender se hacia los distintos lugares bíblicos, animando la liturgia propia de cada uno y desarrollando una actividad docente (Estudio Bíblico de Jerusalén) e investigadora (Instituto Arqueológico) para profundizar en su conocimiento y descubrir nuevas huellas del paso de Jesús. El testimonio de Francisco ha guiado también las visitas de los últimos Papas, desde Pablo VI en 1964 con su fraternal abrazo con el patriarca Atenágoras, plasmado en una escultura junto a la basílica de Nazaret, hasta el otro Francisco, el papa actual, que en 2014 (50 años después) realizó otro viaje de hermandad para abrazar a su hermano Bartolomé I y en palabras del propio Papa, para “rezar por la Paz en esa tierra que sufre tanto”, otro motivo para ir a Tierra Santa, además de ahondar en las raíces de nuestra fe en Cristo, buscando las huellas de su presencia entre nosotros. Tierra Santa es imprescindible para sentir la palabra histórica de Dios en un lugar y momento determinados. Es el marco natural en el que ocurrieron los hechos y supone un complemento de los textos Sagrados, un estímulo para su meditación y contemplación. En palabras de Pablo VI “la escuela en la que se pueden comprender”. El cristianismo se fundamenta en una revelación histórica y concreta. El cristiano que viaja a Tierra Santa entra en contacto directo con la palabra cuando se sitúa ante: “AQUÍ EL VERBO SE HIZO CARNE” (Basílica de la Encarnación, Nazaret) o “AQUÍ NACIÓ JESUCRISTO HIJO DE MARÍA” (Basílica de la Natividad, Belén). Desde las primeras peregrinaciones, el viajero busca los lugares donde se cumplieron las Escrituras. Estos aspectos los resumió Ernesto Renán definiendo a Tierra Santa como “el Quinto Evangelio”. Si en cualquier viaje se dispone de las correspondientes guías para conocer el lugar que se visita, en Tierra Santa, la guía más adecuada la constituyen los Libros Sagrados, que nos llevan a oír las palabras de Jesús y encontrar sus huellas en esta tierra nuestra. Cuando se va a Tierra Santa, una parte de nuestro sentimiento queda allí, atrapado con nuestros hermanos en la fe que no tienen trabajo, o con los sirios que huyen de la guerra y la muerte. Y con nosotros regresa también una parte del alma de aquella Tierra, que nos engancha y no nos abandona. Cuando escuchemos el Evangelio, lo sentiremos de manera distinta, situándonos en aquéllos lugares. Crece el interés por buscar fuentes que nos acerquen a ellos, especialmente a través de la revista “Tierra Santa”, que nos informa de su actualidad y de nuevos descubrimientos arqueológicos, de nuevas huellas de Jesús, que vuelven a inquietarnos por seguirlas y palparlas. J. F. Santos Barrueco

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La mirada legal: La protección de datos en el ámbito cofrade

Sin lugar a duda, una de las cuestiones más complejas de la labor del secretario en toda hermandad es aquélla referida a la gestión o al tratamiento de los datos de los hermanos. Y no tanto por el programa que usemos -que, por norma general, no requiere de un alto grado de especialización-, sino por el cómo hemos de hacerlo. Y es que, aunque desconocidas, las labores relativas a los datos personales deben suponer gran cautela y tacto para quienes desempeñamos este servicio en las diversas asociaciones públicas de fieles. No se le escapa a nadie que los tiempos cambian y evolucionan legalmente hablando, y nuestro mundo cofrade no queda ajeno a esta realidad. Si hablamos de conceptos como integridad y confidencialidad de los datos, exactitud o minimización de datos, resulta claro que sólo nos suenan a quienes, por nuestra formación, hemos tenido que estudiarlos. Pero sí que todos tenemos conciencia de que nadie debe hacer públicos nuestros datos, que los mismos deben ser correctos o que éstos deben ser ajustados únicamente a la finalidad perseguida, ¡si es que ahora nos relacionamos con la Protección de Datos diariamente en multitud de situaciones tan dispares como acudir al hospital o abrir una cuenta bancaria! Y desde la entrada en vigor del nuevo marco legislativo -comunitario, nacional y canónico- se exige a quienes manejamos datos que lo hagamos con una serie de cautelas, aún mayores si con los que trabajamos son especialmente protegidos como los relativos a creencias religiosas. Y son esta serie de cautelas, preventivas a los problemas algunas -como los análisis de riesgo y evaluaciones de impacto- y otras paliativas a aquellos -como notificaciones de brechas de seguridad-, las que exigen que quienes ejercemos estos servicios tengamos conocimientos en esta materia. O, si no es el caso -lo que resulta más habitual- se acuda a un asesoramiento experto; mediante hermanos en el seno de nuestra cofradía o disponiendo de los medios que para ello presenta nuestra Iglesia Local. Desde la aprobación del nuevo marco jurídico diocesano, queda claro que las corporaciones ya no podemos quedarnos atrás. Hemos de actualizarnos, hemos de adecuarnos al marco jurídico vigente, porque ello redundará en beneficio de nuestros hermanos. Y, como podemos ver en nuestro día a día, el tratamiento y protección de datos presenta un gran peso en nuestra realidad, cofrade y no cofrade. Paulino Fernández Calles

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La mirada legal: Las cuentas claras de acuerdo con la ley

La administración de los bienes de cualquier organización no es nada baladí y por supuesto, las de una Cofradía, por pequeña que sea, tampoco lo es. Una Cofradía, es una Asociación pública de la Iglesia y toma personalidad jurídica canónica mediante decreto de erección y queda sometida a lo dispuesto en el Código de Derecho Canónico. La administración de los bienes de una Cofradía está regulada en los Cánones 1273 a 1289 del Libro V del Código de Derecho Canónico sobre la Administración de los Bienes de la Iglesia y es obligación para toda Cofradía la rendición de cuentas a la autoridad eclesiástica de la Diócesis y así lo recoge el artículo 23 de las “Normas de Cofradías de la Diócesis de Salamanca” aprobadas el 28 de junio de 2019. Pero una Cofradía no solo tiene personalidad jurídica canónica sino que debe además adquirir personalidad jurídica civil, lo cual le permitirá actuar en el ámbito civil pudiendo realizar actos jurídicos tales como adquirir enseres o contratar servicios propios para su actividad. Para adquirir tal personalidad civil una Cofradía debe estar inscrita en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia. Una vez obtenida esa personalidad jurídica la Hermandad deberá obtener de la Agencia Tributaria el NIF que le permitirá relacionarse económicamente con el resto de la sociedad e informar mediante el modelo censal qué tipo de actividad desarrolla. La Agencia Tributaria encuadrará a la Cofradía dentro las Entidades No Lucrativas (ENL) con sus correspondientes Obligaciones Contables y Fiscales. Obligaciones Contables Toda ENL, como cualquier organización, está obligada a llevar una contabilidad que recoja debidamente clasificados los ingresos de las distintas fuentes de rendimientos y los gastos necesarios para su obtención. Dicha contabilidad ha de ser, en todo momento exacta y debe reflejar fielmente la actividad de la cofradía. Para facilitar tal labor el Ministerio de Economía aprobó Un Plan General de Contabilidad específico para Entidades No Lucrativas. Algunas diócesis, como la de Cartagena o Córdoba, han desarrollado Planes Contables para Cofradías adaptando el Plan Contable de Entidades No Lucrativas a las necesidades de las Cofradías de forma que siguiendo las directrices marcadas en dicho plan y con un poco de conocimiento en la materia queda cumplida de forma correcta esta obligación. Es importante también saber que la Administración tributaria podrá realizar la comprobación de la contabilidad, de manera que podrá examinar los libros, correspondencia, documentación y demás justificantes concernientes a los hechos descritos en la misma. Es por ello, que el encargado de la Administración económica de una hermandad deberá tener máximo cuidado con dichos documentos y su legalidad debiendo dar por válido como justificante de una transacción exclusivamente una factura que cumpla con todas las normas de facturación exigibles, no pudiendo dar por válidos, por tanto, albaranes, recibís o, como lamentablemente hemos llegado a ver en alguna ocasión, escritos en servilletas de bar u hojas de libreta con un simple importe escrito. La detección por parte de la Administración de este tipo de documentos reflejados en una contabilidad de cualquier entidad puede llevar aparejada una sanción económica. Obligaciones Fiscales. En el ordenamiento Fiscal español hay dos impuestos de obligado cumplimiento para toda organización: IVA Es un Impuesto Indirecto, que recae sobre el consumo de bienes o servicios producidos o comercializados que todos conocemos como IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido).

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Según las actividades realizadas, las organizaciones están obligadas a repercutir, es decir cobrar, el IVA en sus ingresos, sin embargo, la normativa de dicho Impuesto declara determinadas actividades exentas de repercutir dicho gravamen. De esta forma los Ingresos regulares de las cofradías, es decir las cuotas de sus miembros, los donativos o las subvenciones están Exentas de dicho impuesto, sin embargo hay otras actividades que también realizan, casi todas, las cofradías para recaudar fondos que SÍ están sujetas a IVA, y esa actividad no es otra que la venta de artículos de merchandising, libros, telas para hábitos o el servicio de confección de los mismos. Por otro lado, toda organización, como cualquier ciudadano, se encuentra sujeta a pagar el IVA en todos aquellos productos que adquiera o servicio que reciba, siempre que este no esté exento de repercusión según la normativa. Es decir, no existe, como algunos creen, la exención en el pago del IVA cuando la Cofradía compra cualquier enser o recibe cualquier servicio. Impuesto de Sociedades Es un Impuesto Directo que graba el superávit o beneficio que es el Impuesto de Sociedades. Sí, hemos leído bien, las Cofradías están sujetas al Impuesto de Sociedades (IS) si bien, como persona jurídica canónica, tiene establecido su régimen fiscal en el artículo V del Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Asuntos Económicos del 3 de enero de 1979. Donde se dispone que “tendrán derecho a los beneficios fiscales que el Ordenamiento Jurídicotributario del Estado Español prevé para las entidades sin fin de lucro y, en todo caso los que se conceden a las entidades benéficas privadas”. De esta manera las cofradías, como las entidades sin fines lucrativos, pueden optar, así se lo permite la normativa del IS, por dos opciones si cumplen los requisitos: 1. El régimen fiscal general y en particular la regulación en cuanto a la exención parcial recogida en el capítulo XIV del título VII de la Ley 24/2017 del Impuesto Sobre Sociedades (en adelante LIS). El artículo 9 LIS regula las exenciones y en particular el art. 9.3 a) incluye en la exención parcial a las entidades e instituciones sin ánimo de lucro no incluidas en el apartado anterior. El art. 124.3 LIS regula las rentas a declarar por estas entidades recogidas en el artículo 9.3a y especialmente qué entidades no tendrán obligación de declarar en función del cumplimiento de los siguientes requisitos:  Que sus ingresos totales no superen 75.000 euros anuales.  Que los ingresos correspondientes a rentas no exentas no superen 2.000 euros anuales.  Que todas las rentas no exentas que obtengan estén sometidas a retención. 2. La Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de Régimen Fiscal de las Entidades Sin Fines Lucrativos y de los Incentivos Fiscales al Mecenazgo y su desarrollo reglamentario mediante el Real Decreto 1270/2003, de 10 de octubre, siempre que cumpla con los requisitos que marca el Art. 3 de esta ley. El acogimiento a este régimen es opcional y las cofradías que opten por ello quedarán vinculadas a este régimen de forma indefinida durante los periodos que cumplan los requisitos y no renuncien a esta opción. La función de Administrador de una Cofradía es ardua, debido a la cantidad de tareas a realizar, y a veces complicada, debido a la complejidad de alguna de ellas. Por ello, el cargo de Tesorero no puede ser realizado por cualquier miembro de la organización debiendo recaer tal cometido en personas con conocimiento solvente sobre la materia a realizar y estar, además ayudado o asesorado por conocedores de los restantes aspectos que afectan a su actividad. Para finalizar, quisiera agradecer a aquellas personas que realizan la función de tesorero dentro de una cofradía el desempeño de su trabajo, pues como hemos podido apreciar, su labor no es fácil, y para su correcto desempeño destinan mucho de su tiempo libre restándoselo a otras funciones que seguramente fuesen más satisfactorias. Rogando, al mismo tiempo, al resto de Hermanos de una Cofradía que sean exigentes con la diligencia con la que debe desarrollar el tesorero su labor, pues de esa manera la Cofradía será cada vez más fuerte y su situación económica más saneada.

Carlos Ferrero Duque

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Cadena de oración franciscana por la paz

Ante la salida procesional de la Hermandad Franciscana del Stmo. Cristo de la Humildad y la preparación de los actos en el interior del templo, tanto al comienzo como al regreso, se planteó la situación de los hermanos benefactores que no participaban en la procesión, analizando la posibilidad de que pudieran quedarse (si así lo querían) en el templo, uniéndose en oración personal a la de los hermanos que la realizaban durante su profesión pública de fe por las calles de Salamanca. Fray Xabier Etxenique, entonces Guardián del convento de los Padres Capuchinos de Salamanca, buen asesor y amigo en los primeros pasos de la Hermandad, nos comentó el interés de esta oración (en el templo de San Martín, en la iglesia del citado convento), recordándonos la figura (“guardando las distancias”) de los oblatos, creyentes que, sin profesar los votos de una orden religiosa y sin dejar de ser laicos, se ofrecen a Dios y se comprometen a cumplir parte de los compromisos religiosos de alguna Orden. En nuestro caso, se aplicaría a los hermanos, necesariamente creyentes, que no se implican en la actividad ordinaria de una cofradía penitencial (por ej. la obligación de salir en la procesión) pero se comprometen con la oración de los hermanos durante la profesión pública de su fe. Suponía una cadena de oración extensible a todos los hermanos, para compartir, en el seno de la Hermandad, las peticiones y súplicas a favor de la Fraternidad y Concordia en Tierra Santa, buscando que, a través de nuestras oraciones, tengan ayuda los cristianos en su complicada y difícil situación, confiando en el poder de una oración compartida, en la que un grupo de creyentes ponen, todos juntos, las gracias pedidas a Dios en nombre de su hijo Jesucristo, de acuerdo con las promesas de este en los Evangelios. En Mt.18,19-20 se pone en boca de Jesús: “Os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos”. Como Hermandad, la cadena suponía que todos los hermanos (estuviera cada uno donde estuviera) se unieran en una oración hecha con todo el corazón y desde la humildad y mejores deseos, para contribuir, en nombre de Jesucristo, a favor de la Paz y la Concordia en Tierra Santa (punto 4º de los 5 preceptos fundacionales que se constituyen en fundamento de la Hermandad). Comentado el asunto con nuestros capellanes y asesores religiosos, se valoró la posibilidad de invitar a esta oración en común a distintos conventos de la Orden franciscana. En 2017, ya fundada la Hermandad, pero sin poder procesionar, nos reunimos en oración un grupo de hermanos, en el día y hora establecida para la misma, en el convento de los PP Capuchinos, a la que se sumaron 45 conventos de clausura de la Orden franciscana de Salamanca y otras localidades españolas, que se unieron en la oración con gran fe y entusiasmo. En los años siguientes, se preparó una oración específica y se fueron incorporando otros conventos de España y el extranjero (del orden de un centenar), con los que compartimos la necesidad de la oración y de poner ante el Señor nuestros mejores deseos de Paz para Tierra Santa, petición hecha desde la fe, huyendo de toda superstición relativa a que la gracia divina dependa de la repetición de una oración que no brote de una fe y una legítima y verdadera esperanza que fundamenten la auténtica caridad cristiana.

J. Fernando Santos Barrueco

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Noticias franciscanas EL 85% DE NUESTRAS CUOTAS PARA TIERRA SANTA

Por decisión de la Junta Directiva de la Hermandad Franciscana del Smo. Cristo de la Humildad, este año se envía el 85% de nuestras cuotas, junto a los donativos que se han ido generando en los últimos meses. La situación que vive Tierra Santa en estos momentos exige una voluntad cristiana de colaboración, que vaya más allá de las oraciones. Los donativos son imprescindibles para sostener la presencia franciscana en los Santos Lugares, así como su encomiable obra en las tierras del Señor.

POR SEGUNDA VEZ SE SUISPENDE NUESTRA PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA De nuevo nos hemos visto obligados a suspender, por segundo año consecutivo, la peregrinación prevista para el próximo mes de julio a Tierra Santa. Los 54 peregrinos íbamos a entregar a la Custodia Franciscana un donativo muy importante, generado por la peregrinación que responde al compromiso de colaboración de nuestra Hermandad con la Custodia Franciscana. Oremos al Señor de la Humildad, para que esta pandemia que asola a nuestros hermanos de Tierra Santa por la ausencia de peregrinos, sea vencida y que los Santos Lugares vuelvan a ser epicentro de la cristiandad peregrina de toda la tierra.

ELECCIONES EN EL 2023

Desde los momentos iníciales, los ocho promotores de la Fundación de la Hermandad Franciscana del Stmo. Cristo de la Humildad, decidieron que, en la primera Junta Directiva solo formaría parte de ella un porcentaje mínimamente representativo del grupo. La Hermandad tenía que ser abierta a todos los hermanos para que de esta forma, los iniciadores de la idea no tuviesen ningún tipo de privilegio. Otro de los propósitos sería el de presentar a hermano mayor a J. M. Ferreira Cunquero y que este no se presentase en ningún caso a la reelección pasados los primeros 5 años de mandato. Esta decisión fue comunicada a nuestro Obispo Carlos, lo que quiere decir, que la actual Junta Directiva convocará elecciones en el año del Señor 2023 y que a las mismas no se presentará el actual hermano mayor. Algunos de los miembros de la actual Junta, aún pudiendo presentarse, ya han anunciado que no formarán parte de los órganos de dirección de la Hermandad a partir del año 23, aunque nadie está excluido de hacerlo, excepto como se indica anteriormente el hermano mayor. En esta Hermandad, todos somos iguales y todos podemos ejercer el honor de ser responsables en la dirección de la misma.

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PARECE MENTIRA

Era como una utopía pensar que, en tan solo 4 años de existencia, tendríamos abonada la deuda que fuimos contrayendo con la adquisición de nuestro pequeño pero importante patrimonio artístico. Mucho más importante era conseguir que toda la inversión de la Hermandad fuese superada por los donativos que deberíamos enviar a Tierra Santa. Y aunque esto parecía un imposible, como decíamos en aquella primera Asamblea General, en este breve espacio de tiempo lo hemos conseguido. El esfuerzo y el camino han sido de todos los que formamos parte de este proyecto que hierve en su interior con la caridad, como meta indispensable de nuestra existencia. Todos hemos generado esa confianza que sigue convirtiéndonos en vehículos de conexión con Tierra Santa. Cada donativo ajeno a la Hermandad, recibe la comunicación de agradecimiento de la Comisaría de Tierra Santa en España y el justificante para la Declaración de la Renta. Todos los hermanos somos parte imprescindible, por medio de la cuota de este camino que nos va llevando hacia el encuentro con los que sufren por defender nuestra fe en la geografía se Jesús.

FELICITAMOS A LOS COMISARIOS DE TIERRA SANTA

Fue hace 600 años cuando la Iglesia reconocía de forma oficial el papel de los Comisionados de Tierra Santa. En aquella época, se comenzaron a recuperar gradualmente los Santos Lugares, entonces bajo el dominio otomano. Los Comisarios de Tierra Santa por los diversos países del mundo, ostentan la máxima representación de la Custodia Franciscana, siendo su labor imprescindible en la tarea de la sostenibilidad misionera de los franciscanos en los Santos Lugares. En reconocimiento de su fidelidad y la de todos los benefactores, la Custodia de Tierra Santa ha decidido dedicarles un tiempo de oración el 15 de febrero de cada año. Desde la Hermandad Franciscana del Stmo. Cristo de la Humildad felicitamos a todos los comisarios y de forma muy especial a Fr. Pedro González González, Comisario de Tierra Santa en España.

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ANTONIO MATILLA, NUEVO DEÁN DE LA CATEDRAL DE SALAMANCA Con gran alegría recibimos la noticia del nombramiento de don Antonio Matilla como Deán de la Catedral de Salamanca. Don Antonio es párroco de la Unidad Pastoral del Centro Histórico y canónigo de la Seo salmantina. Tanto el Hermano Mayor como el Secretario de la Hermandad, han felicitado a este sacerdote tan querido en nuestra diócesis, en nombre de todos los que formamos parte de esta familia seglar franciscana. Antonio Matilla ha sido una de las piezas fundamentales en los primeros momentos de la fundación de la Hermandad Franciscana, al acoger con suma presteza la imagen del Cristo de la Humildad en la iglesia de San Martín, colaborando de una forma muy especial con nosotros en todo lo que hemos necesitado. Le deseamos lo mejor para el ejercicio de este nuevo e importante reto sacerdotal.

LA REVISTA TIERRA SANTA Y LAS COFRADÍAS Tierra Santa, la revista de los Santos lugares, es una de las publicaciones religiosas más importantes que se editan en el mundo. Escrita en varios idiomas, lleva la voz de los Santos lugares a todos los cristianos del planeta. En sus interesantes páginas, se tocan temas antropológicos, artísticos, históricos, dando un testimonio vivo de la Tierra Santa que acogió a Jesús de Nazaret. Por estos contenidos, la revista debería formar parte de las publicaciones que reciben las cofradías, pues esa mirada cofrade, que continuamente revive los escenarios pasionales, puede encontrar cierta consistencia en esta experta y atractiva voz franciscana. En el último número podemos encontrar, aparte del estudio de Xabier Pikaza sobre dos mujeres bíblicas, sendos reportajes sobre los últimos hallazgos arqueológicos descubiertos en Tierra Santa, que vienen a engrandecer el seductor encuentro con la tierra de Cristo. Suscribirse a la revista Tierra Santa es otra forma de colaborar con la obra misionera de los franciscanos y con el sostenimiento de los Santos Lugares.

CADENA DE ORACIÓN POR LA PAZ – SÁBADO DE PASIÓN

El Sábado de Pasión, día 27 de marzo, se convoca a todos los hermanos, a las 20:00 horas en la iglesia de San Martín, para recuperar el acto que realizamos antes de salir en penitencia por las calles salmantinas. Nos uniremos a cientos de monjas franciscanas de clausura, diseminadas por toda la geografía española y algunos lugares de Hispano América, para rezar por la Paz en el mundo, recordando a los cristianos perseguidos y a todos los fallecidos, enfermos y familiares, de la pandemia que sufrimos. El acto será llevado a cabo por nuestros capellanes y al finalizar se tocarán las campanas, para recordar a los cristianos perseguidos y a los 8 países donde está establecida la Custodia de Tierra Santa.

Foto de José Manuel Casado

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El Cristo de la Humildad en un Congreso Nacional de Arte Nos acaba de llegar una obra que estábamos esperando con cierta impaciencia, titulada El escultor Fernando Mayoral y el Cristo de la Humildad de Salamanca. Este breve pero interesantísimo estudio sobre el escultor y la obra que da nombre a la Hermandad Franciscana de Salamanca, fue escrita y pronunciada por nuestro hermano Francisco Javier Blázquez Vicente, en el II Congreso Nacional, Arte, Cultura, Patrimonio, que se celebraba en Zamora en el mes de septiembre de 2019. Javier nos deja esta joya para la posteridad, como documento histórico fidedigno, pues al formar parte del grupo de promotores de la fundación de nuestra Hermandad, vivió en primera persona todo el proceso creativo de Fernando Mayoral en aquellos meses interminables donde el barro y la gubia fueron configurando la imagen portentosa del Cristo de la Humildad. Dice Javier: La fuerza reside en el poderío de una imagen en la que las líneas curvas y envolventes se prolongan por todo el cuerpo añadiendo más adelante: La policromía es para el autor, por tanto, un recurso secundario. La escultura, cuando es auténtica, no puede enmascarar su textura definitiva bajo el aparejo que oculta los defectos. Al contrario ha de intuirse la veta y sentir al tacto las imperfecciones resultantes del trabajar la madera, raspaduras incluidas… Esta obra será incluida en el archivo oficial de la Hermandad que a lo largo de este año, será depositado en el archivo diocesano, para que cualquier cofrade o estudioso, en este tiempo o en el que venga, pueda conocer cómo se dieron los pasos fundacionales en la Hermandad Franciscana de Salamanca.

Fernando Mayoral en plena creación del Cristo de la Humildad

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A todos los hermanos

Gracias. Muchísimas gracias a todos los que estáis haciendo posible lo que fue solamente un sueño hace apenas 4 años. Todos y cada uno de vosotros, vistáis hábito o colaboréis con el apoyo de vuestra cuota como hermanos benefactores de la causa seglar franciscana que nos acerca a nuestros hermanos en la fe de la Tierra Santa. Todos formáis parte de esta historia que estamos comenzando a escribir. Esa es nuestra gran revista. Es emocionante que un grupo de cristianos reducido, pero importante y necesario (como decía Monseñor Carlos Amigo) haya sido capaz, de asumir lo que nos pedía, antes de su muerte en Siria, Fray Romualdo, que no es otra cosa que comprometernos con quienes, por defender nuestra fe, lejos de nosotros, padecen todo tipo de problemáticas, abandonados a su suerte. Haber sido capaces de recoger las palabras de los distintos Papas, para llevar lejos nuestra mirada, más allá de los problemas que circulan en nuestros territorios de cercanía nos proporciona el encuentro con quienes comparten nuestro ADN cristiano. Su tristeza, abandono y soledad solo pueden tener el amparo de la familia universal cristiana. Esa ha sido, es y espero que siga siendo el motivo principal que justifique la presencia de nuestro hábito franciscano en las calles de Salamanca. Desde este medio, quiero haceros llegar a todos el fraternal abrazo de mi cariño y reconocimiento a vuestra colaboración, así como mi agradecimiento a quienes, formando parte de la Junta Directiva, han hecho posible tan fácil el camino inicial que estamos recorriendo. De esta revista digital brota la alegría de recoger en sus páginas las firmas de nuestros hermanos y entre ellos las del Custodio de Tierra Santa y los frailes… Todos son parte de nuestra familia. Solo me queda compartir con vosotros el deseo de que el año que viene regresemos con nuestra austeridad franciscana, a las calles para exponer desde la sencillez, nuestra pertenecía a las cruzadas del amor que desprende de forma universal el que llega a nuestros corazones para darnos con su sacrificio la vida.

J. M. Ferreira Cunquero

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