FOLK No. 19

Page 32

Andrea se levantó y se sacudió el polvo. Los Zetas bajaron sus armas de cartón pintado, borraron de su rostro la expresión malévola, sonrieron, comentaron. Los técnicos hicieron ajustes. Julio Hernández dio nuevas indicaciones. Vuelta a empezar:

el que yacen osamentas de vaca y cascos de botella, a la par de las ruinas de una construcción, fue escogido como la guarida de los narcos de la película. Un hombre de lugar contó que un aserradero estaba allí antes, pero fue incendiado, y su dueño asesinado por una cuestión de deudas.

–Corriendo –avisó el sonidista.

Amateurismo e improvisación

–Corriendo –añadió el director de fotografía.

Nadie del elenco de “Ojalá el sol me esconda” había rodado nunca una película. Julio Hernández prefiere trabajar con actores no profesionales. Por eso sus cintas desconciertan: los códigos de interpretación de Hollywood o de las telenovelas están ausentes en ellas. Una cierta monotonía se desprende de las actuaciones; tanto la alegría como la pena, la crueldad como la generosidad, son representadas con el mismo tono algo melancólico e indeciso. “Me gusta esa textura, me entusiasma la actuación plana”, explica Julio, quien admite seguir a Robert Bresson, cineasta francés que trabajaba exclusivamente con actores no profesionales, a los que llamaba modelos. “A los actores sólo les pido que mientan, y mentir todo el mundo lo puede hacer”, añade el cineasta.

–Casete 17, escena ataque de narcos, toma 8 –recitó el gerente de producción haciendo sonar la claqueta. –¡Acción! Al ver que los Zetas avanzaban hacia su casa, Andrea entró en pánico (…) Julio Hernández, el cineasta guatemalteco que más premios ha ganado en festivales internacionales, acaba de terminar el rodaje de su quinto largometraje titulado “Ojalá el sol me esconda”. Los paisajes áridos, desolados de El Progreso, el Medio Oriente de Guatemala, son el escenario principal de este proyecto que el director define como un Western Punk. El filme cuenta la historia de Héctor (Héctor Mazariegos), un joven k’iché’ originario de Totonicapán, líder de una banda de Punk Rock llamada Warning. Él y su novia Ceci (Cecilia Porras) sueñan con tener su propio bar, pero para eso les falta dinero. Un día, yendo a la aldea a visitar a su hermana Andrea (Andrea Ixchiú), Héctor se entera de que una narcoavioneta se ha estrellado no muy lejos de la casa familiar. Los dos hermanos deciden ir a ver, y entre los escombros del aparato encuentran varios kilos de cocaína. “Es un poco como una tragedia griega”, explica Julio Hernández. “Se sabe que va a terminar mal porque quien le roba a un narco es difícil que salga bien librado”. El verdadero protagonista de esta historia es sin duda el paisaje, las colinas marrones y amarillas, la vegetación poco amigable, matorrales espinosos, cactos y nopales, el Motagua vuelto un riachuelo tóxico que trata de abrirse paso a través de su anchísimo cauce pedregoso. Los zopilotes, atraídos por un basurero cercano, le agregan a estos páramos asolados un toque siniestro. Imposible imaginar un cuadro más cinematográfico: sólo le falta la silueta de Clint Eastwood masticando una colilla de cigarro. “El paisaje me produjo una adrenalina muy fuerte. Es un paisaje hermoso, pero a la vez es feo, es sucio, es árido, no es un paisaje de postal. Tengo la convicción de que la fealdad tiene belleza: todo depende de cómo lo mires y cómo pongas la cámara”, reflexiona Julio. El ambiente hostil que se desprende de las locaciones da fuerza a la historia. Historia parecida a las que cuentan los habitantes: un terreno tiznado en

Cuando Julio contacta a un amigo o conocido suyo para ofrecerle un rol, siempre se topa con una reacción de sorpresa. Héctor Mazariegos lo cuenta así: “A finales de noviembre, Julio me dice: fijate que sos el protagonista. ¿De dónde?, si yo no sé nada de cine, pensé. Las únicas veces en que he actuado fue en primaria, haciendo presentaciones de dramas bíblicos”. Andrea Ixchiú también tuvo sus recelos al principio: “Yo le dije: Julio, ¿estás consciente de que yo no soy actriz, y de que si sale algo mal es tu culpa?” Los actores principales de sus películas en realidad se interpretan a ellos mismos. Como el personaje de “Ojalá el sol me esconda”, Héctor Mazariegos es originario de Totonicapán y es uno de los pioneros del Punk Rock en Guatemala con su banda Warning. “Vos, sos vos, me dijo Julio. Sólo tenés que ser natural”, recuerda el músico de 42 años. La sinceridad a la que aspira Julio en su cine quizás no podría obtenerse con actores experimentados desplegando su abanico de recursos y trucos de academia. En “Ojalá el sol me esconda”, Julio pretende “retratar a dos chicos indígenas de Guatemala que son como cualquier otro chico de cualquier barrio de Guatemala. Retratar cierta juventud que tiene más cosas cercanas que diferencias”. Andrea Ixchiú define así a su personaje: “No es una típica chica indígena: tiene el pelo corto, usa jeans, usa Vans, quiere aprender batería, le gusta el punk, ha cambiado su hablado. Sin embargo, hay cosas que la mantienen apegada porque vive con sus papás, sabe sobre los nahuales, sobre los conflictos sociales en su comunidad”. Nadie corresponde mejor a este perfil que la propia Andrea Ixchiú. “Yo he pasado por eso: definirte como indígena k’iche’, pero sos roquero, no usás el traje, no hablás el idioma, de repente desafiás algunas costumbres, algunos patrones esencialistas del comportamiento indígena”, agrega Andrea, de 25 años, quien es presidenta

- 32 -


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.