Revista Migraciones Forzadas 33

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DESPLAZAMIENTO PROLONGADO

tocando y escuchando el kirar (instrumento de cuerda tradicional etíope). Y era normal descubrir una mirada tranquila en su rostro. En aquella época, era frecuente oír de noche el grito de “¡Leba, leba! (¡ladrón, ladrón!). Los menores sudaneses refugiados (los “chicos perdidos”, ahora reasentados en EE.UU.) solían saquear la comunidad etíope de noche. Todos perseguían a los ladrones en la oscuridad, pero rara vez lograban atrapar a alguien. Lo que nos sorprendía era la reacción de los que habían perseguido a los ladrones. Cuando

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qué es lo que tenía la experiencia, que les aportara placer y una sensación de bienestar.

esperanza y en liberar energía física para alcanzar una meta que tenga sentido.

Veamos el ejemplo de los que juegan y apuestan. Sí, no se trata de un buen modelo, pero su conducta parece aportarles ventajas. Tienen la esperanza de ganar la próxima partida. Por el contrario, muchos refugiados no tienen motivos de esperanza.

El desarrollo de actividades comunitarias

Pensamos en los refugiados que salen de noche gritando ‘leba, leba’ y corren tras los ladrones. Regresan sin haberlos atrapado, sin recuperar lo robado, a

ACNUR/A Webster

Un grupo de jóvenes realiza una danza tradicional sudanesa como parte del Festival Joven, campamento de refugiados de Kakuma.

Según esa conclusión, decidimos buscar formas de ayudar a nuestros compañeros refugiados. Primero, nos centramos en los jóvenes, que estaban más afectados por el tedio. Los antiguos estudiantes de educación superior y los jóvenes profesionales capacitados veían cómo pasaba la mejor época de su vida sin hacer nada. Nuestro objetivo consistía en que participaran en actividades que tuvieran sentido para ellos. Por ejemplo, planeamos obras de teatro y festivales de música que les hicieran pensar y que les permitieran reflexionar sobre su vida de refugiado, e incluso les dieran la oportunidad de reírse de sus desgracias. Un miembro de nuestra comunidad trabajaba para una de las ONG del campo, pero en su tierra había sido un famoso futbolista. Rápidamente, logró formar dos equipos de

regresaban, se juntaban en grupos reducidos para intercambiar experiencias: el que había agarrado del cuello a su vecino, confundiéndolo con un ladrón; el que no podía encontrar la puerta de su propia casa para sumarse a la persecución; el que se había tropezado con un árbol o se había caído en un hoyo y se había magullado la pierna. Todos hablaban sin escucharse, sólo hablaban con una sensación de animación y satisfacción. El que se hizo daño al correr, describía la herida que sangraba sin siquiera sentir el dolor. En ocasiones, los intercambios de experiencias se prolongaban hasta altas horas de la madrugada y, a la mañana siguiente, muchos afirmaban que habían dormido bien y presentaban un aspecto más descansado que de costumbre. Los que somos asesores psicológicos y trabajadores sociales solíamos charlar de forma periódica sobre esas experiencias e incidentes. Lo que nos interesaba no era la experiencia en sí, sino el efecto que tenía sobre los refugiados. Queríamos comprender

ACNUR/A Webster

Campamento de refugiados de Kakuma

veces heridos, magullados y doloridos, pero conversan durante horas con una vitalidad inusitada. ¿A qué se debe? ¿Por qué duermen profundamente y tienen un aspecto descansado a la mañana siguiente? Llegamos a la conclusión de que el placer y la satisfacción en la vida se encuentran en el hecho de tener un motivo de

jóvenes refugiados y, tras unas semanas de entrenamiento, se programó un partido entre ellos y se invitó a todos a verlo. El día del partido, el número de refugiados que se habían reunido para contemplarlo era espectacular. Recorrieron tres kilómetros a pie hasta el campo de fútbol y siguieron el partido con una sensación de actividad, esperando con ansia que su equipo ganara.


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