El Despiadado Griego

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Julia James – El despiadado griego

Pero cuando, tras pasar una hora en la bañera, se decidió a entrar, descubrió que no había ningún camarero. La mesa estaba hermosamente decorada, el primer plato ya estaba servido, y el segundo estaba dispuesto en una mesa auxiliar. Casi se echó atrás. Se rehizo y decidió que podría afrontar esa situación. Nikos estaba sirviendo el vino. No le había preguntado si quería, simplemente le llenaba la copa. Debía de haberse duchado, pensó Ann al verlo con el pelo mojado. Y se había afeitado. Estaba devastador con una camisa abierta y unos pantalones azul marino. Como siempre, sintió ese agujero en el estómago. Siempre le pasaba. Se sentó, agarró los cubiertos y empezó con el primer plato. —¿No brindamos? —¿Qué? —preguntó ella, alzando la vista. —Por las vacaciones de Ari —dijo él alzando su copa. Era imposible negarse. Reacia, alzó su copa y la chocó con la de él. —Tengo que reconocerte algo, Ann… haces un gran esfuerzo por él. —Sería muy difícil no hacerlo —dijo tranquilamente aunque le resultaba muy extraño escuchar un cumplido de Nikos. —Sí —reconoció él. Hizo una pausa—. Espero que el menú sea de tu agrado. —Oh, sí, está bien, gracias. Delicioso. —Mejor que en el parque —comentó irónico. —Bueno, supongo que está todo pensado para los niños, así que la comida basura está por todas partes. Los helados estaban buenos. cara!

—Así lo ha pensado Ari, desde luego. ¡Aunque la mayoría ha terminado en la —Creo que algo sí ha comido —sonrió. —Bueno, también se ha comido una buena merienda. —Sí… divertirse da hambre. —Y sueño. Ha acabado rendido. —Así recarga las pilas. Listo para mañana.

Era tan extraño mantener una conversación agradable como ésa. ¿Pero cuál era la alternativa? Mejor eso que dejar de guardar las apariencias. Mucho mejor hacer lo que estaban haciendo en ese momento. Lo que habían hecho todo el día desde que habían salido de Sospiris. —¿Qué plan tenemos para mañana? —sondeó ella—. Por cierto, Ari ha descubierto que hay una piscina en el hotel. Una enorme sonrisa llenó el rostro de Nikos. Ann trató de no pensar en lo que notaba en el estómago en ese momento.

Escaneado por Mari y corregido por Escor

Nº Paginas 75—102


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