Manifiesto del Orgullo LGTB 2015 Leyes para la igualdad real ¡YA! En esta carrera incesante en búsqueda de la igualdad, llena de hitos históricos que recordar, con sus avances y retrocesos, sus tristezas y alegrías, a veces conviene pararse un momento y echar la vista atrás para saber de dónde venimos, única forma de comprender el punto en que nos encontramos. Y para ello nada mejor que mantener el diálogo vivo con nuestros mayores, mujeres y hombres homosexuales, bisexuales o transexuales que tuvieron que vivir en épocas menos amables, pero que gracias a su entereza y a su lucha nos enseñaron, nos enseñan que el camino a seguir, por difícil que parezca, es el del arcoíris, porque al final del mismo siempre brilla el sol. Hace exactamente 10 años, en 2005, con la aprobación de la llamada Ley de matrimonio igualitario, y dos años más tarde, en 2007, con la aprobación de la denominada Ley de identidad de género, culminábamos una etapa marcada por la búsqueda de la igualdad formal de las personas lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. Aquellos fueron años de enorme alegría, pues significaban, a nivel legal, el reconocimiento y la garantía de nuestra dignidad. Tras la larga época oscura, en la que se nos negaba la oportunidad de ser como somos y de sentir como sentimos, equiparándonos incluso a vagos, maleantes o malhechores, conseguíamos, gracias a la lucha de los colectivos y asociaciones LGTB, así como de muchas personas anónimas que nos precedieron, esa igualdad anhelada. Contamos para ello con el apoyo de distintas fuerzas políticas progresistas y de un Gobierno que entendieron que una sociedad, para ser auténticamente decente, debía reconocer la igual dignidad de todos sus integrantes. Aquel momento de júbilo, que siempre deberíamos celebrar, no nos hacía olvidar, sin embargo, lo que todavía hoy sabemos: Que la consecución de esa igualdad formal o legal no significaba que automáticamente ya fuésemos, en realidad, iguales. Ahora ha llegado el momento de apostar definitivamente por un conjunto de leyes y normas que den un paso de gigante en la consecución de esa igualdad real que constituye el objetivo final de nuestras reivindicaciones y de toda sociedad democrática que se precie. En primer lugar, nos parece que no puede esperar ya más la aprobación de una ley básica que aborde de manera integral las necesidades del colectivo transexual, tanto desde una perspectiva sanitaria, como laboral, educativa, social, etc. Lo primero que habría que decir, alto y claro, es que las personas trans no son enfermas, pese a que tengan determinadas necesidades que deben ser atendidas desde el punto de vista sanitario. Resulta además imperioso proceder a una armonización de los derechos de este colectivo en todos los territorios del Estado, así como contribuir mediante campañas bien orientadas a acabar con la ignorancia y los consecuentes prejuicios que existen sobre este grupo de personas. Para que esa igualdad formal no se quede en una mera declaración de buenas intenciones, reivindicamos también, en consonancia con las recomendaciones de la