Alumna:
Aminta Evangelina Bonilla López
34-1516-2021
Docente:
Lic. Krhisna Zulma Retana
Redacción para Medios de Comunicación
Reportaje de Calle: La vida es trabajo
María Martínez de Martínez, lista para seguir su recorrido y llegar a las 4:00 p.m a la iglesia
Foto: Evangelina Bonilla.
El canto de los gallos y el sol naciente, son el inicio del recorrido de una mujer admirable e independiente.
Por: Evangelina Bonilla
Todos los días María Martínez de Martínez, se levanta dispuesta a empezar una nueva jornada laboral Se baña, se viste y se hace su típico moñito en sus plateados cabellos, llenos de experiencias e historias. A las 5:00 a.m. Sale de su casa, con una pequeña lámpara entre sus arrugadas manos y encomendándose a Dios para llegar bien a su destino.
A sus 77 años sigue trabajando, generalmente ofreciendo sus coloridas mantas y manteles de diferentes tamaños y diseños, en el Centro Histórico de San Salvador y sus alrededores; en ocasiones vende afuera de los hospitales e incluso llega hasta el monumento “El Divino Salvador del mundo”.
A lo largo de su vida ha desempeñado muchos trabajos y oficios, de los cuales comenta muy feliz, que le han servido para ganarse la vida. Entre tantos caminos recorridos, Alicia López, una fiel clienta de ella, declaró que ha visto a la linda abuelita vendiendo en distintos lugares, caminando bajo el ardiente sol y con su bolsa de tela en su hombro derecho, llena de muchos productos. Como vendedora informal el trabajo en las calles ha sido difícil por muchos factores, ahora con el reordenamiento de San Salvador, las autoridades del Cuerpo de Agentes Metropolitanos, solicitan a las personas moverse con sus ventas y algunas veces ha habido personas que le han advertido o ayudado a seguir vendiendo cerca de sus locales
Nació en Guazapa, municipio de San Salvador y con solo 7 años dejó sus estudios, luego de que su madre Lucia Martínez se enfermara y no hubiese quien pudiera llevarla a la escuela, por esa razón no aprendió a leer ni a escribir, sin embargo, a su corta edad empezó a trabajar.
“Yo me acuerdo de que mis papás con mis hermanos, se iban a San Francisco a trabajar y yo llegaba con sus tortillas para el desayuno y almuerzo y ellos me traían las tortillas que les daban allá, porque me gustaban porque eran de maíz crudo”
Comentó mientras se agarraba sus delgadas manos, también añadió que por ese motivo aprendió a hacer tortillas y todos los días a las tres de la mañana, se escuchaba como campana moliendo en mano de piedra.
Se casó a la edad de 15 años y al día siguiente iba con su canasto a dejarle comida a su esposo, un albañil con quien tuvo seis hijos, de los cuales han fallecido dos; también tiene al menos una docena de nietos y bisnietos, por los que agradece a Dios por habérselos dado. En 1991 su esposo Julio Martínez, falleció por un dolor de estómago, a pesar del luto siguió tratando de ganar dinero honradamente. Ella se caracteriza por ser una mujer independiente, persiste en valerse por si misma. Sus hijos le piden que no siga trabajando y argumenta que todo el dinero que llega a sus manos, ella lo invierte.
Mientras esperaba su primer venta, sus ojos reflejaban tristeza.
Doña Mari es una mujer admirable y sin importar el clima o la situación, a diario busca formas de trabajar y poder sostenerse económicamente; lleva doce años en la venta de mantas y manteles y en ocasiones vende chicharras y productos fritos, sus brazos y muñecas poseen marcas de quemaduras que se ha hecho por la elaboración de dichos alimentos y que muestra orgullosamente porque fueron resultado de sacar adelante a sus hijos y aunque había pobreza pudo darles estudio hasta quinto grado, también se dedica a la venta de tortillas y de fideos que mete en bolsitas y distribuye a un precio accesible.
Comentó con una enorme sonrisa y entrecerrando sus pequeños ojos.
Actualmente vive sola, en Madre Tierra, Apopa. Antes tenía una perrita llamada “Muñeca”, que le hacia un poco de compañía, pero lastimosamente falleció, menciona que era bien entendida y que la seguía cuando ella se ponía a barrer la calle del pasaje donde se encuentra ubicada su casa Un vecino le preguntó que quería para el 24 de diciembre y ella entre bromas pidió una escoba que luego se la llevaron.
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"Ese día Dios tuvo misericordia de mi vida y me llamó a su servicio y estoy asistiendo a una iglesia evangélica"Sus manos listas para vender. Foto: Evangelina Bonilla.
Anémicamente se siente bien, pero a veces el cansancio se hace presente y pide fuerzas a Dios para seguir adelante. “A diario me tomo un poquito de vino de quina y desde que me lo estoy tomando me he sentido un poco mejor”, ella atribuye el vino como la cura y vitaminas para sus enfermedades.
Brevemente mencionó que, quiere que los jóvenes avancen y estudien, para que logren sus sueños.
Sin duda alguna, María Martínez de Martínez, es un ejemplo a seguir y aunque la vida que ha tenido no ha sido la mejor, ella sigue adelante, su fuerza voluntad y perseverancia le han permitido llegar a una edad avanzada valiéndose por sí misma y manteniendo una salud estable.
Ella dice que trabajará hasta que Dios le dé vida y para mientras, ella continuará recorriendo las calles del gran San Salvador, contando historias y brindando consejos a las personas que se acercan a adquirir sus productos.
Foto: Evangelina Bonilla
