Orgullo en el trabajo

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empleo: “Tuve la entrevista y quién iba a ser mi jefe me contrató, pero después alguien le dijo... mirá que no es un varón, es una mujer...”. En la opinión mayoritaria de las personas LGBT entrevistadas, quienes encuentran mayores dificultades para acceder al mundo del trabajo son las personas trans. La temprana exclusión de sus hogares que sufren muchas personas trans conlleva un encadenamiento de exclusión de la escuela, de espacios de socialización, de oportunidades de formación profesional y de acceso al mercado de trabajo. Las participantes trans expresaban sentirse denigradas de una forma constante y, por eso, muchas de ellas expresaron que no se animaban ni a acercar el currículo. “Si no hay acceso a la salud, menos al empleo”, fue una frase recurrente en los grupos. Esta afirmación pondría en evidencia la dificultad de acceso a la seguridad social que enfrentan. 4.2.2

Durante el empleo Los y las participantes en los encuentros coincidieron en que el acoso y hostigamiento expresados en diversas formas constituyen los actos de discriminación más frecuentes de los que son objeto en el lugar de trabajo.

Uso de lenguaje verbal y no verbal discriminatorio El uso del lenguaje verbal y no verbal discriminatorio expresado a través de burlas por parte de los/las compañeros/as de trabajo, de chistes mal intencionados y de señalamientos reiterados es una de las formas de acoso más repetidas en los espacios laborales (por ejemplo, el uso de la palabra “sidosa” para ofender a las mujeres trans). Eso a pesar de que, para algunos/as participantes, el uso de cierto tipo de lenguaje para dirigirse a ellos/as no fuese percibido como un acto discriminatorio. Durante los encuentros con varones gays, algunos consideraron que “el uso de algunas palabras y chistes en los laburos es algo complicado y por el momento se torna difícil de manejar. Depende del carácter de cada uno, pero no es nada sencillo”. Así mismo, los varones gays tienen que enfrentar de una manera constante apelativos como “puto”. El uso de esta palabra dio lugar a un debate en los grupos que no quedó cerrado: “Para algunos es violenta y para otros habría que resignificar la carga de violencia y desactivarla como negativa”. De hecho, algunos sectores del movimiento LGBT organizado intentan resignificar la palabra “puto”. Es decir, tratan de recuperarla para el uso dentro de la propia población, quitándole la connotación negativa que socialmente se le ha asignado. Las mujeres bisexuales, por su parte, señalaron que el gran problema que enfrentaban en el ámbito laboral consistía en que “no nos pueden encasillar”. Como consecuencia de ello, “tenemos que escuchar rumores y comentarios todo el día” tales como “sos como diferente, rara, como un bicho raro”. Por eso, una mujer bisexual observó que, según sus colegas de trabajo, “no entro con los varones ni con las mujeres”. Las mujeres bisexuales plantearon que eran consideradas “putas”, “tortas” o “enfermas” por sus compañeros/as de trabajo. Además hablaron de que eran juzgadas dentro del ámbito laboral por su desempeño como madres, por lo que se veían obligadas, entonces, a no solo demostrar su capacidad en el trabajo sino también en su vida familiar/personal.

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