Derechos culturales

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CAPÍTULO III

El tránsito entre el reconocimiento de las diferencias y las relaciones de comunicación y aprendizaje

E

xisten varias posturas políticas a través de las cuales el Estado define el papel a ocupar frente a la realidad de las diferencias culturales de sus pueblos y ciudadanos. Algunos Estados propugnan por la neutralidad1 y se centran en la igualdad de todas las personas, otros se definen como multiculturalistas por lo cual fomentan la visibilidad de las diferencias y otros más aplican las tendencias políticas y filosóficas reconocidas como el pluralismo o la interculturalidad, entre otras alternativas. A continuación nos ocuparemos de la importancia de r­ econocer las diferencias y comprender el alcance de propuestas para la conformación de sociedades menos excluyentes, más dialógicas y participativas con horizontes de sentido incluyentes para todas y todos. Es necesario precisar que dos aspectos marcan la importancia del debate que a continuación se resume, uno: la emergencia de grupos sociales antes invisibles como por ejemplo las mujeres, los grupos étnicos y los LGBT, entre otros; dos: el aumento de conflictos cuyo origen está asociado a diferencias culturales y su diversidad al interior de un mismo Estado.2 1 Varios autores han evidenciado que la neutralidad desde el Estado no existe, pues de hecho ya hay un sesgo heredado del modelo de democracia occidental, ver, por ejemplo, Taylor, El multiculturalismo y la política del reconocimiento. México: Fondo de Cultura Económica, 1993 y Jameson y Zizek, Estudios culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo. Buenos Aires: Paidós, 2005, entre otros. 2 Cobo, “Multiculturalismo, democracia paritaria y participación política”, en Política y Sociedad Nº 32. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1999.


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