FACTUM - Revista Literaria No. 29

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CREACIÓN

Bajo el mar oculto Pensaba comenzar escribiendo: “A los hombres como yo nos gusta…”, pero la experiencia me ha enseñado que no hay hombres como yo. A mí me gusta lanzarme a las aguas profundas con los ojos abiertos, mover los brazos en forma circular e ir midiendo la inmensidad con tanta capacidad como me da el centro frío; muchos pensarán que me encanta plagiar clásicos de la literatura, mas… ¿no se trata de eso el proceso de crecimiento de cualquier artista? Dentro del mar cristalino todo puede verse de un color que me gusta: azul marino. Mis ojos buceadores allá abajo no son tan ciegos como cuando camino solo por el mundo al sucederme bienaventurado o desgraciado; en las profundidades es más fácil, allá nadie me juzga porque nadie hay, ni los peces, ni las sirenas, ni yo. Existe en ese cielo de moléculas pesadas sin gravedad un hombre que no soy yo, un hombre seguro… un dios que puede rasgar lo que respira cada vez que se ahoga. Sustancialmente me da por flotar o dejarme arrastrar por las corrientes. ¡Ay, que tranquilidad! No me dejes subir jamás, déjame nadar hacia la muerte. Mi espalda siente con el tiempo el calor, me da por subir la cabeza, caer en la realidad. ¿Cuál realidad si toda la vida es soñar? Yo… sueño que estoy aquí de estas prisiones cargado y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. Ni que fuese Segismundo tantas veces en las tablas podré yo creerme aquel cuento. No soy prisionero de nadie más que de mí. Dime si es tan fácil vivir como aceptar la naturaleza de las cosas; no, porque los seres humanos no somos como las rosas y nos gusta complicar cada huella que dejamos. Alguna vez escribí un poema para antes de hacer el amor. Nadie lo ha leído; nadie lo leerá. Porque en una de mis expediciones submarinas oculto dejé el escrito en un barco pirata hundido, casi invisible. Tan bien salvaguardado está ese texto que en el mismo cofre donde se encuentra dejé mi corazón latiente para que nadie lo rompiera porque ya no aguanta remedios ni remiendos. ¿Oyes eso? ¿Qué? El corazón que delata que el amor no mata y que estoy vivo aunque ya no tengo corazón.

Joalberths De Agrela, 21 años. Venezuela. Estudiante de Lengua y literatura.

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