Marcel Lefebvre Cartas Pastorales y Escritos

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LE DESTRONARON

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MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA Durante este mes de María, teniendo todavía ante los ojos el fervoroso llamamiento del Santo Padre pidiéndonos que ofrezcamos insistentes oraciones a María, Madre de la Iglesia, por el Concilio y por la paz, me parece oportuno atraer vuestra atención sobre la importancia considerable de esta solemne proclamación conciliar, referente a María, Madre de la Iglesia. Todas las verdades que la Iglesia afirma de María tienen un valor teológico excepcional, ya sea de María como Madre de Dios, de su Inmaculada Concepción o de su Asunción y, hoy, de su Maternidad sobre la Iglesia. Está claro que a partir de estas verdades se puede concluir en todas las tesis fundamentales de la doctrina de la Iglesia. Hay que destacar igualmente que cada una de estas verdades descarta por sí misma concepciones incompatibles con la doctrina de la Iglesia, como ocurre claramente en el caso de esta última proclamación solemne. Digamos en primer lugar algunas palabras de las circunstancias de este extraordinario acontecimiento, del cual la prensa hizo caso omiso o habló muy brevamente. Nunca se hablará bastante de ello, pues en la historia de la Iglesia, el Concilio Vaticano II sigue siendo ante todo el que ha proclamado a María como Madre de la Iglesia. Ninguna de las decisiones conciliares ha encontrado semejante asentimiento entusiasta de parte de los obispos. Las demás propuestas doctrinales se han aprobado después de muchas dificultades y han necesitado arreglos de última hora para alcanzar una casi unanimidad, que en la mayoría de las veces no era muy


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