Lo que encabrona no es lo corruptos y cínicos que son, que al fin y al cabo eso está en los genes de la política y en buena parte del ser nacional, sino lo grotesco de su modo de hacer las cosas, de decirlas, y de enseñar el cobre de la demagogia democrática con que vendieron la falacia del cambio y la alternativa de la ética pública; son la encarnación de los peores vicios mexicanos, de la incompetencia y el atraco. Su impericia ha ensangrentado al país y su impudicia ha promovido contubernios partidistas de la peor ralea que han dado en llamar “mega-alianzas”. Hoy día, la procuraduría ambiental del gobierno de Calderón es vilipendiada por el propio secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, de Calderón, para proteger los negocios presidenciales en Cancún (se entiende, sino para qué).