VISITA A LAS CAVERNAS DE VIRIDIS MORTIS
Extrañas reverberaciones En el sótano se mueven seres más lentos, menos vivos, más misteriosos. En el desván los miedos se “racionalizan” fácilmente. Gastón Bachelard
Algún día de estos A través del cielo Cada minuto como nos acerca Viento helado, voy al viento Rosario Bléfari
Hace tiempo sentimos que la Tierra nos está tragando. Es un movimiento lento hacia abajo, casi imperceptible. Creemos que estamos viviendo en cavernas y túneles. El arriba de la superficie se hace lejano con los años. Hemos dejado a muchas personas queridas, algunas de ellas no las volveremos a ver. Sirvan estas crónicas espeleológicas como un abrazo a la distancia.
Visita a las Cavernas de Viridis Mortis, esto que se parece a un fanzine, es una forma sencilla de activar un espacio de diálogo desde las profundidades que habitamos, es como caminar siguiendo inaudibles reverberaciones en las profundidades de un pinar. Todas estas visitas son las primeras palabras que podemos decir después de tanta violencia en manos del Estado y La Compañía sobre un territorio muy cercano para nosotres. Hay tantas cosas que no logramos nombrar, palabras que percibimos como especulaciones extractivistas: represas, minas y puertos que cumplen una función cínica de entretenimiento, y que desde estas publicaciones buscamos desentrañar. Junto a otres compañeres pedimos permiso para ingresar a este territorio, venimos a escuchar, a ver detenidamente, a disfrutar de la potencialidad del intercambio de saberes; porque creemos que nuestras maneras de narrar y producir imágenes forman parte de la construcción de otros imaginarios sobre eso que llamamos La Patagonia. Y es desde aquí, que deseamos que estas crónicas sean gestos desobedientes ante el monocultivo de discursos fascistas, palabras sensibles en medio de la reproducción anestesiada de las redes, o bien, un pequeño archivo móvil entre tanta pulsión museográfica privada.
Luego de atravesar golfos y montes, las cavernas son nuestra última visita. Desde nuestra casa-taller en El Hoyo, un pequeño pueblo ubicado en el noroeste del Chubut muy cercana de Viridis Mortis, nosotres convocamos a participar de este trabajo. A unos 500 metros de casa está la Ruta 40, en las noches escuchamos a los camiones y otros transportes pesados atravesar el pueblo en dirección a las ciudades más cercanas, Esquel al sur y San Carlos de Bariloche al norte. Transitar la Ruta 40 no solo significa experimentar un desplazamiento geográfico, sino el ingreso a caminos laberínticos, una ruta que amplifica nuestra percepción sobre los territorios desde la modernidad hasta nuestros días. Algunas noches el sonido de la ruta no nos deja dormir. Visitar las Cavernas de Viridis Mortis representa una serie de viajes hacia al Sur (o hacia el Norte, todo depende), podríamos imaginar que se trata de recorridos que comienzan en la bifurcación entre la Ruta 40 y el desvío a la Ruta Provincial 71 a Cholila, y concluye en las cercanías de Esquel, aunque esas precisiones solo nos ayudarían a ubicar ese posible lugar en un mapa. Las Cavernas son un conjunto de cuevas y túneles, un territorio de profundidades con sitios insonda-
bles o poco explorados, y a la vez, otros muy estudiados, topografiados y clasificados. A continuación podrán apreciar una serie de crónicas con forma de palabras, sonidos e imágenes de las exploraciones espeleológicas de M. Carla Romero, Luciana “Tani” Mellado, Ornela Laezza, Mantodea (Belén Scigalszky y Natalia Gil), Suyai Otaño, Nancy Mansilla Alvarado, Maximiliano Bober, Virginia Lincán, Yamile Jalil, Expediciones a Puerto Piojo (Carolina Andreetti, Juliana Ceci, Carlos Gradin y Sonia Neuburger) y Paula Yende Ferreyra Nawefil, sobre aquel territorio marcado por el genocidio y por resistencias, por el monocultivo y por la diversidad, sitios de aguas cristalinas y la aridez de La Compañía, un ecotono.
Un cartel es como una carta. Un Mural es un túnel. Una profanación no puede construir un archivo. Existen incontables ingresos a las Cavernas de Viridis Mortis, es probable encontrar algún texto de Arne Saknussemm, entre los tantos archivos en Alemania, Francia u otro país del viejo continente, que ofrezca
un mapa detallado para llegar hasta aquellas profundidades. En El Hoyo hay un ingreso muy poco conocido a Viridis Mortis, por medio de un túnel en el Gimnasio Municipal, una fisura en la pared de ladrillos, en un mural pintado, censurado y vuelto a pintar. En las cavernas podemos observar una amplia paleta de verdes y muertes, visitar Viridis Mortis es transformador. Creemos que una de las primeras veces que bajamos a las Cavernas fue en el 2007, a la manera de las Arañas Galponeras. En el aniversario de la segunda desaparición de Julio López formamos parte de las acciones de reclamos y visibilización de las continuidades del terrorismo de estado en democracia, de aquella jornada de lucha guardamos una imagen premonitoria, nuestra adhesión como colectiva de arte que se leyó en el acto junto al de organismos de Derechos Humanos y otras agrupaciones en la Ciudad de Mendoza. Diez años después, una nueva desaparición nos vuelve a dislocar, hubo desprendimientos de rocas y ese temblor abrió nuevas vías de ingreso a las Cavernas. La montaña se resquebrajó y ese dolor sigue latiendo ¿Quiénes levantan las piedras que luego serán el techo de nuestras historias?
En las Cavernas hay estalagmitas verdes, miles. Aquelles que puedan sobrevolar La Compañía podrán observar grandes masas blancas y verdes, un territorio nacido de la Campaña: la lana absorberá colores vivos y la madera será pasta de celulosa. En las Cavernas existe una flora única, hay animales milenarios, dinosaurios siguiendo la clasificación de García (1983). Cuando visitamos Viridis Mortis sentimos que hay tanta vida en las profundidades de la tierra que a veces dudamos si salir de allí. Afuera de las cavernas nos espera el orden de lo conocido, la taxonomía tibia de las academias y nuestros rostros pálidos.
Transitando la ruta 40, andando por una de las cuevas principales se puede leer un cartel infernal, dice en letras imprenta mayúscula: “LA PATAGONIA: SU HISTORIA”. Parece un homenaje, un link al pasado, una nueva sede del museo de ciencias naturales de La Plata. Pero no. ¿Quiénes trabajan en ese museo? ¿Quiénes trabajan para su historia? ¿Quiénes trabajan para esa Patagonia? Pero es solo un cartel, nos decimos. Quizás nos debería incomodar más la pulsión por exhibir profanaciones en tantas bienales y congresos a kilómetros de las Cavernas, bienintencionadas investigaciones financiadas por fundaciones coloniales. Pero es solo un cartel, repetimos. Una señal que anuncia el ingreso a una colección construida desde el altruismo y organizada por manos especializadas. Un cartel es una carta, como la carta que en 1994 les envió Korschenewski a los Benetton, después fue simplemente buena suerte.
Ojos de agua Las Cavernas son surcadas por el río Chubut, un curso de agua que se está secando. Desconsuelo. El vaivén mengua, aunque su frío no detiene el paso
del tiempo. Las ovejas y los pinos de La Compañía se enfrentan por el agua, dos ejércitos avanzan y el choque es inminente. Vidas creadas en laboratorios: majadas y pinares avanzan en las cavernas, analizan en penumbras estrategias de supervivencia mientras imaginan un ataque final. Primero llegaron las ovejas, ellas han dejado varias cuevas pintadas en Santa Cruz, luego con la última dictadura fueron los pinos los que desplazaron a los bosques nativos y comenzaron con sus perfectas geometrías vegetales. El río ha sido profanado, está quebrado en Cushamen. El río nace en Villegas, localidad que debe su nombre a Conrado Villegas, y sus nacientes en los glaciares del Cerro de las Carreras. Toda su cuenca está siendo amenazada, todes estamos en peligro en un país que sigue apostando al sueño extractivista. Mientras tanto Bullrich, Noceti y Macri siguen esperando que sus apellidos sean usados para nombrar algún curso de agua por sus hazañas en la zona. Las cavernas tienen ojos de agua, oculus limbus, para muchos seres el único reservorio de agua seguro. Los oculus limbus forman parte de las resistencias a la ari-
dez de La Compañía. Los ojos de agua son portales extraterrestres, sitios que nos permiten ver desde otros mundos. Cuando visitamos Viridis Mortis sentimos que hay tanta vida en las profundidades de la tierra que a veces dudamos si salir de allí. Afuera de las cavernas nos espera el orden de lo conocido, la taxonomía tibia de las academias y nuestros rostros pálidos.
Proyecto Visitantes Mayo 2022
APARICIONES/ PINTURA PARA UNA CAVERNA - M. Carla romero -
Imaginé una caverna. La caverna estaba ahí, al lado mío, y tenía la oportunidad de explorarla. Era esa caverna, la que estaba ubicada al centro de la montaña, quizá un poquito a la izquierda, aquella figura en la foto que ilustraba la invitación. Así persistió en mí, ocupaba un espacio profundo pero me permitía observar, percibir sus bordes, sus verdes. Imaginar. Quise ir. Esos días no pude y me pregunté ¿Cómo es una caverna? ¿Cómo se ocupa una caverna? ¿Cuántas formas de caverna lograré? ¿Qué pasa con lo otro que rodea a la caverna? ¿Cómo se siente una caverna? ¿Cómo se llega a una caverna? Solo preguntas que rodeaban el cuerpo, formas que aparecieron y me propuse pintar, a veces algunas, quizá todas. ¿Si una caverna se recortara? Me gustó esa mirada superficial, evitar entrar en la cueva, abocarme a la masa que la implica y que podríamos tocar. Y no es mi caverna o mi yo caverna, es una caverna ajena, alejada, es esa cosa diferente de mí y que quisiera conocer. Páginas de un libro de pinturas, apariciones imaginarias de universos cavernarios.
Respuestas a preguntas sin respuestas, formas, masas, colores, caminos, recorridos. Un espacio mágico apareciendo. La magia acontece cuando algo de mis apariciones se encuentra con la cosa en cuestión. Entonces pienso que la caverna es ese espacio entre mi cuerpo y el suyo. Es ese encuentro en el que su proyección de masa concreta choca en mil vientos, vientos violentos que no reparan en un material que solo sirve de registro de un encuentro silencioso, distante y a la vez sublime. Ese viento choca contra un papel pintado que reverbera contra un cuerpo que intenta conocer la vida de una caverna sin lograrlo, pero con la certeza de estar ante algo maravilloso.
UNAS CAVERNAS, ALGUNAS TRAYECTORIAS Y UN ESPEJO - LUCIANA “TANI” MELLADO -
Recorrer unos pocos kilómetros de la ruta nacional número 3, luego un tramo de 220 kilómetros por la ruta nacional número 26, empalmar con la ruta nacional número 40 hacia el norte, y continuar por aproximadamente 400 kilómetros. Así llego a las cavernas. Organizo una primera descripción a partir de medidas, de sistemas numéricos, de trazados viales, de regímenes visuales de trayectorias terrestres, del diseño espacial del aparato estatal en el territorio y en mi imaginación. Mi trazado es métrico, cuantificable, divisible, lineal y bidireccional, porque presupongo el retorno. Tengo que renunciar a seguir por este camino. Así no llegaré nunca a las cavernas. Pruebo por otro lado. Debo ir al norte. Casi todo está al norte del sitio donde vivo. Y casi todo está lejos. Aunque nada está lejos del sur que, como una original muñeca rusa, contiene, en cada una de sus formas, todos los lugares: los minúsculos y los desmesurados, los planos y los poliédricos, los guturales y los algorítmicos, el aleph y las creaciones fallidas, el barro que no se seca y el agua que se defiende. El asunto es identificar la dirección a tomar, pero el movimiento es discontinuo, reversible y múltiple.
No puedo ir al norte desde adentro de una mamushka, solo puedo moverme hacia el interior desde el interior. El exterior es un relato incomprobable. Y la muñeca es, lo noto mientras escribo, otra caverna. Retorno al cuerpo, mejor, a la potencia de ese territorio hospedado en otro territorio, de afectos y afecciones cruzadas y no siempre recíprocas. El sur puede albergar cualquier cuerpo y afectarlo. Aquí se alojan y desalojan, una y otra vez, cuerpos, memorias, historias y existencias que ni el libro ni el mapa pueden documentar. Lo sólido se desvanece en el aire, pero hay cuerpos que no se desvanecen, cuerpos grávidos que pesan y permanecen: cuerpos ultrajados, contaminados, expulsados, desechados, sobrantes; cuerpas ultrajadas, contaminadas, expulsadas, desechadas, sobrantes. Enumerar el horror, remitirlo a un espacio concreto para que filtre esta voz e insufle de vida esta lengua heredada. La palabra erosiona también la geología de los suelos, por eso decir que ningún río es cómplice de la violencia del estado y que ninguna montaña es cómplice de la codicia humana son potencias del decir necesarias, aunque insuficientes. Creo que no podré viajar a las cavernas y menos visitarlas porque vivo allí también,
dicha por esas sombras y encandilada por esas luces. Antes de darme por vencida, y equiparar el manuscrito con un ejercicio de declamación, viene como trompada la escena de una experiencia propia. Es abril de 2009. Estoy cerca de la ruta. Busco leña. Miro los pinos que crecen apretados enfrente del camino y los maitenes despeinados y dispersos cerca de mis pasos. A la mañana escuché la historia de Kai Kai. Y después comí un guiso de arroz con carne de chivo. Una lengua mínima de agua corre cerca. Pienso si las plantas tienen nacionalidad, si tienen patria. Si los animales tienen nacionalidad, si tienen patria. Me acuerdo de la chancha que se metió a la carpa y se comió algunas cosas. Tengo algo de frío, pero nada de apuro. Llegué a Santa Rosa un jueves santo. No llegué sola, y no volví sola tampoco. En esos días conocí un pasaje subterráneo, y también un espejo que se ahúma si lo acerco mucho y se nubla si lo alejo demasiado.
LOS FANTASMAS - ORNELA LAEZZA -
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no no no no no no no no no no no no no no no no
existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen, existen,
pero pero pero pero pero pero pero pero pero pero pero pero pero pero pero pero
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miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo miedo
es es es es es es es es es es es es es es es es
(Pero algunos fantasmas son tan reales como los miedos)
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SURGENCIAS RECUPERACIÓN DE TERRITORIOS EN EL CLAMOR DE LAS FALLAS - MANTODEA -
Imaginación geológica(1): zona de fracturas Las cavernas de Viridis Mortis conectan, vía zona de fracturas y a través de un sistema de túneles y fallas, la Precordillera Patagónica (prov. de Río Negro y Chubut) con la Sierra de Santa Bárbara (prov. de Salta, Jujuy y Tucumán).
Glosario Surgencias: movimientos de aguas profundas hacia la superficie, también de tierras y comunidades. Se producen por la interacción entre fuerzas tectónicas con altas e insostenibles tempreraturas. Anticlinales: sistemas de compensación tectónica que promueven el movimiento de norte a sur y de sur a norte. Esquistos: nodos caverosos que favorecen el movimiento de sistemas anticlinales. Planicie de denudación: apariencia externa de los esquistos en la superficie terrestre.
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De tal modo, los sistemas anticlinales de las cavernas de Viridis Mortis posibilitan un recorrido subterráneo de aguas que conecta los ríos y lagos precordilleranos del Sur con las surgencias de aguas termales en el Norte produciendo variaciones temporales de alta densidad que impactan en formas de surgencias inexplicables. En este trayecto de reconversión histórica las aguas alcanzan una enorme amplitud térmica que va de los 5°C en las
(1) Debo descubrir ante todo las bases geológicas, piense Usted que la historia del mundo data del día en que dos átomos o dos remolinos se han encontrado, dos danzas químicas se han combinado [...] este amanecer de nosotrxs mismxs por encima de la nada… una buena mañana, lentamente las bases geológicas me aparecen, se estabilizan las capas… dibujo allí mentalmente el esqueleto pedregoso…. todo cae verticalmente. [Conversations avec Cézanne, 1978]
aguas ríonegrinas y chubutenses a los 90°C para el caso de las aguas termales salteñas. En el siguiente texto se explicita el vínculo entre la estructura anticlinal y las emergencias de aguas termales de Rosario de la Frontera:
Pericia de página
(2) Una lógica aérea, coloreada, reemplaza bruscamente lo sombrío, la testaruda geometría. Todo se organiza: los árboles, los campos, las casas. Veo a través de manchas la base geológica, el trabajo preparatorio, el mundo del dibujo se hunde, se ha derrumbado como en una catástrofe. [Conversations avec Cézanne, 1978]
Imaginación geográfica: zona de extracción A nivel superficial, entre las coordenadas 71° y 40° Sur, se observan una serie de accidentes geográficos que remontan y hacen visibles las zonas de monocultivos de alféreces verdes que estrían(2) el espacio y degradan las resistencias de las tierras. De manera transversal, los flujos tortuosos del río Chubut desembocan en S.M.R.N. influyendo en el ecocidio generalizado del territorio. Asimismo en las coordenadas 34° y 43° Norte, la concentración de aguas a altas temperaturas (por transferencia convectiva de calor de las fallas) produce movimientos anticlinales hacia la superficie provocando en, reconversión histórica, accidentes en el puente del arroyo seco Balboa.
Pericia de imagen COORDENADAS SUR LOF S.M.R.N. 25/11/2017 77 días 28 /22 a. Ruta 71 / Ruta 40 114 d. “Grupo Albatros” COORDENADAS NORTE Ruta 34 43 gendarmes H.T. Palau 14/12/2015 Arroyo seco Balboa Graña 1880 25 metros
Imaginación mnémica: espeleología cromática
Así, las cavernas de Viridis Mortis transparentan la conexión de una serie de eventos aparentemente aislados, donde las fallas tectónicas y los accidentes geográficos evidencian la interacción de un conjunto de fuerzas que cromatizan la muerte jóven en muerte verde. La visita clama una puesta en juego de la memoria que impugna nuestra presencia (en tanto acontecer turístico y en la expropiación mercado-técnico-cientificista) e invoca(3) una resistencia feroz contra las formas instrumentalizadas de la muerte. Mientras en la superficie de las funciones sociales, en esa planicie de denudación que somos, prolifera un musgo verdoso, como en la piel de los que han sido hundidos, signo de que la vida prevalece… insurgente... Salta, mayo de 2022
Pericia de página (3) Alza la tierra un vaho. Vuelan pájaros pardos, barro alado. El horizonte: unas cuantas nubes arrasadas. Planicie enorme, sin arrugas. El henequén, índice verde, divide los espacios terrestres. Cielo ya sin orillas. [Octavio Paz, Libertad bajo palabra, 2014]
EN DONDE YA HABÍA ESTADO - SUYAI OTAÑO -
ARAR EN UN MAR DE GIGANTES - NANCY MASILLA ALVARADO -
Escuchar los latidos Las montañas viven un tiempo que no tenemos ni comprendemos, contienen la altura y el centro por lo que actúan como canal de comunicación y coexistencia de fuerzas opuestas. Son el lugar de las teofanías: en el centro del mundo la montaña sagrada, en el centro del mundo el árbol sagrado (la cábala). Podemos conocer fragmentos de su interior a través de las cavernas, que designan un lugar subterráneo al que se puede acceder por una abertura en la montaña o en la tierra, significan el arquetipo de la matriz y son depositarias de diversos mitos de origen. Representan al mundo en penumbras, pero también contienen el reflejo de toda la vida en el exterior, por lo que, al momento de entrar en ellas, nos invitan a seguir su ruta para conectar significaciones cósmicas, psicológicas y terrenales. Es por lo tanto un lugar de paso. Los ritos de paso, “estructuran la vida como si fueran sus estaciones. Quién traspasa un umbral ha concluido una fase vital y entra en otra nueva. Los umbrales en cuanto transición ritman, articulan e incluso narran el espacio y el tiempo. Posibilitan una profunda experiencia del orden.
Los umbrales son transiciones que requieren mucho tiempo” (Han, 2020, pág. 51), se quedan en nuestras cuerpas obligándonos a escuchar(nos) desde lo más profundo de la tierra y lo más profundo de nuestro ser interior, transformándose en una identidad corporeizada que en algún punto erupciona y nos transforma. Pero para que esto ocurra debemos recorrer sus cuevas y grutas, como dice Herzog (2010) en el documental Cueva de los sueños olvidados, cuando entramos en ellas, “quizás podamos escuchar nuestro corazón latir”. Sentir los latidos de la cueva atravesar nuestra cuerpa ¿sería una forma de escuchar los latidos de las grandes montañas que cruzan nuestro sur? Como cuando el subsuelo ruge antes de un temblor o al anunciar una gran erupción volcánica, y ese sonido se cuela en todo nuestro ser conectándonos corpóreamente a la red de venas invisibles que es la kundalini andina. Asemejándose a olas de piedra, algunas de estas montañas se conectan con lo más profundo de la tierra, constituyendo en Chile algo así como un segundo mar compuesto por más de 2900 volcanes -90 de ellos potencialmente activos-, los que son parte de la
cordillera de los Andes, grandes macizos de una longitud aproximada de 7.000 kilómetros formados por el hundimiento de la placa de Nazca debajo de la placa Sudamericana, y que debido a la subducción, generan frecuentemente sismos y actividad volcánica. Pero no todos los volcanes en Chile son parte de la cordillera de los Andes, otros por ej. están escondidos en el fondo marino, o emergen de él como islas. Al hacer erupción, expulsan una serie de materiales que viajan desde la cámara magmática hacia el conducto o chimenea conectando lo más profundo del planeta a la superficie a través de cráteres. En muchos casos este camino lo conforma un complejo sistema de fisuras que se van interconectando a modo de sistema circulatorio compuesto de venas y arterias, que luego por los cráteres, expulsan hacia el exterior materiales como lava, gases y piroclastos, generando a veces, cuevas y túneles, como los que Julio Verne imaginó lo llevarían al centro de la tierra.
Para el proyecto Lava, Ciclo eruptivo de 17 volcanes en la cordillera de Los Andes, llevé a cabo un pequeño estudio de los volcanes Tacora, San José, Peteroa, Descabezado Grande, Quizapu, Nevados de Chillán, Lonquimay, Llaima, Villarrica, Carrán los Venados, Pullehue, Cordón Caulle, Puntiagudo, Calbuco, Chaitén, Hudson e Isla Decepción. Este proyecto a su vez es parte de un archivo en proceso llamado Aparatos de despliegue, que surge de elementos investigados a partir del andar como una estrategia espacial. Está conformado por distintas líneas de registro e interpretación visual del territorio, reflexiona sobre la fuerza vital de los fenómenos naturales, las relaciones geopolíticas y sociopolíticas entre la naturaleza y su colonización, ocupación, depredación y erosión provocadas por lxs seres humanxs, dejando huellas visibles e invisibles en todo el ecosistema, impactando en el valor de uso, ecológico y de existencia de la naturaleza, modificando hábitats a partir de la extracción desmedida de recursos y contaminación de cada vez más amplias zonas geográficas locales y globales.1
1 Ver archivo en: https://nancymansilla.hotglue.me/?aparatosdedespliegue/
Investigación en proceso que se nutre de distintas metodologías, saberes e indisciplinas, los que principalmente se desprenden del vínculo entre estética y otros conocimientos construyendo desplazamiento y espacialidad con datos compuestos por superficies físicas y virtuales, geopolíticas e imaginarias. Como señala Donna Haraway, ”los enfoques sintonizados con el ´devenir- con – multiespecies´ nos ayudan a seguir mejor con el problema en tierra. Una emergente ´nueva síntesis´ - una síntesis extendida- en las biologías y las artes trasndisciplinarias propone figuras de cuerdas que enlazan ecologías, evolución, desarrollo, historia, afectos, capacidades y tecnologías humanas y no humanas, y más” (Pág. .105). Estas, van adoptando materialidad propia a través de la investigación situada del andar como trabajo de campo, al encontrar y recoger muestras, recorrer, registrar y documentar desde el aire y por tierra, y del posterior ejercicio de taller, investigando y contrastando información desde diversas fuentes, generando diagramas y cartografías, dibujos, modelados, análisis espaciales y elaboración de archivo y prácticas de co aprendizaje colaborativo.
Algunas tramas del viridis mortis o de la muerte verde Las montañas se han utilizado como escritura de las apariencias, medio de afirmación de caracteres nacionales y dinámicas de reconfiguración de territorios e identidades que subjetivan valores sociales, culturales e históricos, lo que ha aportado a habitar el mundo de una forma fuertemente amnésica, colonial y genocida, “la razón eurocéntrica instrumental y tecnocrática va a desembocar en una ´colonialidad de la naturaleza´ (Escobar 2011). La relación de ´exterioridad con la naturaleza´, constituye la condición para la apropiación/ explotación de esta en la base del paradigma occidental del crecimiento sin límite ´es decir del desarrollo´(Lander,2004)” (Segato, 2018, pág. 55). Colonialidad de la naturaleza de la que la montaña ha sido signo y fuerza, grandes olas de piedra cargadas del mecanismo discursivo contemporáneo contenido además en el complejo colonialismo interno (Cusicanqui,2018), en el que habitamos. Una fuerza de transformación, hoy de escala global, que desborda la montaña y sale de lo más oscuro de la cueva destruyendo el tejido de la vida. Un ingreso al
antropoceno marcado por las revoluciones industriales y sus grandes indicadores de actividad humana, que han fisurado y devastado los territorios generando una crisis sistémica que aún hoy - aunque parezca inverosímildisputa narrativas respecto de su realidad. Porque no es solo nuestra vida como humanes la que está en peligro sino la de todos los ecosistemas en su conjunto. Desde esta perspectiva, la caverna, la montaña y el volcán son parte de una trama que al traspasar algunos de sus umbrales y salir de lo profundo de la tierra, nos enfrenta de golpe a las formas de la devastación y nos da algunas pistas para recuperar nuestros vínculos como pueblos, historias y territorios vivos. Uno de los problemas con los que nos encontramos y que no podemos evadir es el de la actividad minera. Como si el diablo anduviera suelto fuera la mina211(la caverna), los países del cono sur aglomeran una gran cantidad de residuos tóxicos producidos por la creciente minería. Chile despliega más de 700 depósitos de
2 A propósito de la obra Subterra de Baldomero Lillo
desechos mineros, los que se encuentran concentrados principalmente desde la región de O´higgins al norte del país. Si viajamos desde el aire e incluso desde tierra vemos algunos cuerpos que parecen hermosos lagos de color verde esmeralda o cyan, o cerros blanco grisáceos que se confunden con otros que fácilmente identificamos en un paisaje natural, de muchos de ellos comencé a sacar fotos y grabar videos a 12.000 pies de altura sin saber qué eran, luego, al revisar los archivos e ir observando con mayor detención las imágenes e investigar sobre estos misteriosos cuerpos, me pude dar cuenta que eran relaves. Surge así un pequeño estudio que complementa a otros de la misma serie, donde se evidencia el daño que produce la megaminería y sus residuos tóxicos, los relaves, que contaminan con metales pesados y otros las napas freáticas, suelos de cultivo, ríos, mar y aire. A su amplio historial de deficiente manejo y desastre ecosistémico, es importante agregar que la industria minera en Chile es la principal proveedora de LITIO, COBRE y BORO en el mundo, los que son destinados
principalmente a otro gigante, la industria bélica. Pues si, la guerra es la gran consumidora de metales a nivel global. Un relato a través de las imágenes, que me ha permitido situar la investigación en la idea del “espejismo de la devastación”: la relación que se establece entre lo que observas cuando miras a distancia algo que a primera vista es sublime pero luego te das cuenta que al mismo tiempo es horroroso. Espejismos del horror que son parte de una amplia red de desastres producidos por el control colonial y su intensiva destrucción de los territorios, que tienen como consecuencia ya no solo la muerte verde, sino la desaparición de todo lo vivo, bestias gigantes que quieren impedir que nos situemos en nuestros paisajes y territorios para cohabitarlos, seres que atrapan la vida transformándola en gris muerte. Pues esta es una gran lucha, la de arar el profundo mar3 de la 3 Tomando la idea de Bolívar que cuando convocaba lo hacia relacionando su pensamiento a la naturaleza, hablaba de “un mar tormentoso” y describía a los revolucionarios como personas que “araban el mar”. (Wulf, 2017)
devastación para construir nuevos tramados puentes que nos permitan salir de estos tiempos de oscuridad.
Referencias Imagen 01. Mapa de peligro volcánico. Ver investigación en: https://nancymansilla.hotglue.me/?Mapasdepeligro/ Imagen 02 y 03. Lava: ciclo eruptivo de 17 volcanes en la Cordillera de Los Andes. Interpretación de 17 volcanes en cerámica, arcilla esmaltada en bajocubierta. 2018-2021. Ver en: https://nancymansilla.hotglue. me/?Volcanes/ Imagen 04 y 05. Fragmentos del mapa de relaciones (en proceso) elaborado para Aparatos de despliegue. Ver archivo en: https://nancymansilla.hotglue.me/?aparatosdedespliegue/ Imagen 06. Imagen de relave parte del archivo Aparatos de despliegue. Cusicanqui, Silvia (2018). Un mundo Ch´ixi. Es posible. Ensayos desde un presente en crisis. Tinta Limón ediciones.
Han, Byung Chul (2020). La desaparición de los rituales. Pensamiento Herder. Haraway, Donna (2019). Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Consonni. Herzog, Werner & Erik Nelson, Adrienne Ciuffo. (2010). La cueva de los sueños olvidados. Francia, Canadá, Alemania, Estados Unidos, Reino Unido: Creative Differences. Mansilla, Nancy (2020-2021). Aparatos de despliegue. En: https://nancymansilla.hotglue.me/?aparatosdedespliegue/. Revisado el 17-04-2022. Segato, Rita. (2018). La crítica de la colonialidad en ocho ensayos. Y una antropología por demanda. Prometeo libros. Wulf, Andrea. (2017). La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt. Taurus.
UNA INVASIÓN SILENCIOSA FRAGMENTOS DE UN RECORRIDO IRREGULAR - MAXIMILIANO BOBER -
Las últimas mediciones geológicas han demostrado que los suelos cruzados por el paralelo 42 sur, cercanos a la ruta 71 en la provincia de Chubut, sufren desplazamientos por distintos motivos que no solo se reducen a los movimientos tectónicos ya conocidos. En el cuadro debajo podemos ver el fragmento de un gráfico representando la intensidad y la frecuencia de estos movimientos. En algunas lecturas se han interpretado estas líneas como un posible mapeo subterráneo de las mismas cuevas. En algunos puntos las cuevas se extienden por algunos metros y desaparecen en una pared de roca, para continuar unos metros debajo en redes de túneles desconocidos a la fecha de la publicación del presente texto.
Algunas de las cuevas de Viridis Mortis se encuentran bloqueadas como resultados de avalanchas, desprendimientos de roca empujados por el viento o árboles que han sido arrastrados por la pendiente. Al observar
toda esta actividad geológica, una no puede dejar de pensar que el concepto de “vida”, de “lo vivo” debe englobar otras formas que no coinciden con lo orgánico o vegetal. Los macrotiempos de las edades geológicas son otra forma de vida, en movimiento, con sus lógicas, con sus pausas, deflaciones, avances y retrocesos.
Arriba y abajo Los fuegos que cada año sufren estos bosques, despejan masas de tierra que por el viento y las precipitaciones, arrastran y lavan los suelos produciendo mayores desprendimientos en la ladera de los cerros, lo que deviene en un peligro creciente para las poblaciones de la comarca. Luego de pasar el ingreso a Cholila, la ruta comienza a mostrar el olvido del cuidado y mantenimiento. Algunas máquinas viales pueden ser encontradas llenas de arena, con los vidrios opacos, con alguna cinta roja atada en la puerta y flameando al viento. Es una ruta muy transitada y quizás, la única que ayuda a comunicar distintas comunidades. Sin una ruta asfaltada y segura,
las poblaciones entre Esquel, Epuyén y El Hoyo se encuentran completamente aisladas. Solo quedaría acceder por rutas de tierra y pedregullo, lo cual demoraría hasta 5 horas una distancia que normalmente se haría en 1 hora. En la siguiente pista de audio, podemos oír un fragmento del ingreso a la ruta 71 justo muy cerca del camino que sube a Viridis Mortis. Desde estas cuevas se pueden ver plantaciones extensas de pinos. Recomendamos oír los audios con auriculares.
Observo el gráfico, pienso en el movimiento de los suelos, vuelvo a oir el audio del viento que propone peligro a cualquiera que atraviese esa ruta. Masas de vegetación verde, alineadas en hileras que, como paisaje exotico, proponen una continuación de unidades aisladas (hileras de pinos), más que de un organismo heterogéneo (un bosque). De alguna forma, todos estos elementos están vinculados uno con el otro. Todavía no puedo definir qué lugar ocupan las cuevas en estas relaciones. En realidad, nunca he estado allí, solo en su ingreso, pero he conocido unas personas que se han adentrado y el único documento que lo prueba es el siguiente fragmento que reproduzco con su permiso:
Que culpa tiene el pino. Quería detenerme en los pinos. No podemos dejar de observar la anomalía en el paisaje. De alguna manera contradictoria el pino vuelve a poner todo en su lugar. La percepción muchas veces entra en funcionamiento desde la carencia. Lo que hemos vivido es mejor observado y es posible comprenderlo, una vez que desaparece, teniendo cierta distancia con el pasado. La escucha siempre sucede en retrospectiva. En ella la memoria y la imaginación toman parte. La vista parece ser inmediata, no así su interpretación. Estando siempre en movimiento, en la sucesión de imágenes podemos elaborar una interpretación de las mismas. Pero quiero volver a los pinos. Ellos demuestran la anomalía del paisaje. El viento, las laderas erosionadas, las cuevas impenetrables, incluso la misma ruta descuidada y rota se explican dentro de las condiciones del paisaje y del clima. Los pinos no. Ellos se ven forzados a crecer en condiciones no amigables a sus necesidades, con demandas de agua aún mayores que las plantas autóctonas, con predadores que suponen una atención mayor.
El pino es acidificante de los suelos (nada crece a su alrededor excepto más pinos) y su fuerza de combustión es tan alta que se lo equipara a un barril de brea o nafta. Los pinos explotan como bombas molotov arrojadas contra las viviendas de la comarca.
El derecho a la esperanza. La escritora y activista canadiense Naomi Klein se preguntaba luego de la irrupción del COVID-19 si tenemos derecho a mantenernos con esperanza. Su texto titulado “Los años de la reparación” (the years of repair) describe los desafíos que la humanidad se enfrenta sin importar las regiones o las geografías (cambio climático, autoritarismo y degradación de las democracias, retroceso en libertades civiles, acceso al agua y una vida digna, son todas problemáticas que nos unen en cualquier parte del planeta). El genocidio cometido por el ejército ruso en 2022 en Bucha al norte de Ucrania, y la devastación de la ciudad de Mariupol al sur, reinstalan problemáticas que parecían superadas frente a los problemas que presenta
el cambio climático en los últimos años. Los incendios en la comarca andina del 2021, han despojado la tierra a la especulación del mercado, empujado a muches pobladores a migrar. Es indispensable pensar que no solo las guerras provocan desplazamientos, precariedad de vida, hambre. Se calcula que el cambio climático tiene más refugiados que todas las guerras actuales … Klein reflexiona sobre el derecho a la esperanza y en el llamado colectivo al “derecho a reparar” nuestras comunidades, casas, frente a los daños del eco-facismo, antes que continuar con el recambio interminable y del acelerado ciclo de la obsolescencia programada.1 Quiero pensar que el pino es también, un símbolo más en esta crisis, de estos daños calculados y de estas migraciones forzadas. Sigo viendo al pino como un mercenario extranjero traído a luchar, a obedecer a su amo, en una tierra que no conoce y que no lo acoge. La lenga, el coihue, que jamás predican una posición de xenofobia, hoy son tratados (porque no hay otra opción) como piezas del museo natural.
1 https://theintercept.com/2020/10/01/naomi-klein-message-from-future-covid/
En esta imagen, un coihue existe como pieza de protección natural. Taladas, secas y amarillas, podemos ver las ramas de un pino. La patagonia, es una región de espejismos. Aquello que vemos como un bosque, no es tal cosa sino un monocultivo . Aquello que vemos como piezas de un museo natural, es cultura viva. Las líneas que entran y salen de la tierra, siguen en movimiento, en continuidad con la memoria. Aquello que creíamos enterrado, perdido para siempre, vuelve con más fuerza para ser oído, recordado, esperado. (Volver al principio)
Mongueleiñ Estamos vivos - VIRGINIA LINCÁN -
Referencias: Imagen 01. Comunidad Mapuche Santa Rosa Leleque, Ruta 40. Imagen 02. Pu lamuen Esquel warria mew. Reclamo ante el IAC. Noviembre 2021. Imagen 03. Pillan Kushe ka lonko comunidad Nahuelpan. Reclamo en el IAC de Esquel. Noviembre 2021.
TRES (OTROS) AGUJEROS EN EL CULO DEL MUNDO - YAMILE JALIL -
…”El suelo donde apoyo los pies es de granito me rio cuando dicen que puede deshacerse porque conozco lo que dura el tiempo.” Walt Whitman
No puedo decir ser visitante de las Cavernas de Viridis Mortis también, Siempre me ha parecido un tanto desgraciado o desagradable hablar_ o peor, escribir_ sobre lo que desconozco. Así, no sabe no contesta sobre las Cavernas de Viridis Mortis. No conozco sus adentros ni sus afueras aledaños, no he descubierto, aún, el agujero que delimita tales espacios, ni he sentido sobre la piel las tensiones que allí habitan; no sé cuánto asfixian ni cuánto abrigan y, desde luego, desconozco absolutamente a qué huelen ni con qué eco cuentan. Vastas propiedades caracterizan una caverna. En este caso yo las ignoro todas. Sin embargo, pienso, ¿quién no
ha visto alguna vez una cueva, una caverna, algún agujero metaestable hacia el interior de la corteza terrestre? Entonces, he decidido solventar mi ausencia de palabras ciertas acerca de Viridis Mortis con algunos detalles de tres distintos encuentros que he tenido, personalmente, con otras cavidades terrestres que, también, laten y respiran, cubiertos de estepa, bajo suelos sureños. Ordené estos breves relatos por orden de exposición de la cavidad que mencionan. Así, comenzaré por los agujeros más públicos y expuestos y acabaré por el más privado y recóndito agujero en el culo del mundo.
Primer agujero: Las Grutas Bien de clase media barilochense, el balneario Las Grutas se encuentra a solo unos kilómetros del puerto de San Antonio Oeste. El balneario debe su nombre a las grutas que se forman a lo largo_ y profundo_ del acantilado que sirve de contorno entre la tierra y el océano (o el golfo, en este caso). El mar graba, una ola a la vez, su movimiento en el suelo que, como
puede, resiste. De esta tensión va amplificándose, poco a poco, la gruta. La experiencia de permanecer dentro de una gruta difiere bastante según la posición de dicho agujero con respecto al centro de la ciudad. Hay grutas céntricas y grutas periféricas. Aquellas más cercanas a la urbe cuentan con un característico olor a desechos cloacales, un aire de atractivo mardelplatezco entre tanto “sub desarrollo” patagónico. Las periféricas, en cambio, son bastante menos hediondas. Las grutas, sin distinción de la locación en la que se encuentren, ofrecen a los visitantes la posibilidad de una hermosa y fresca sombra que_ para pobres y pijoteros_ puede ser el único descanso de un sol que, en verano, no da tregua alguna. Eso sí, la gruta, como buen ser moviente (fiel a su relacionalidad) se aproxima, lenta pero inevitablemente, hacia un instante, hacia un límite de la relación entre las fuerzas en que la tensión finalmente se disipa haciendo que la gruta colapse, cayendo con peso muerto sobre cualquier reposera, termo o cabeza que a su sombra reposase plácidamente. No hay nada que reprocharle, sucumbir es su destino. De hecho, tan predestinado está su cíclico colapso, que el municipio
tuvo que colocar, cada cien o doscientos metros, carteles que prevean a los visitantes sobre el riesgo de desprendimientos en la zona del acantilado. Sin embargo, basta con acercarse un poco a la gruta para percibir ese atractivo cuasi pulsional que nos hace querer entrar a descubrir sus rincones, sus olores, sus frescuras (claro que las grutas urbanas son más repulsivas que atrayentes, no es su culpa, son las heces del poblado). Así mismo, una vez dentro o, incluso, una vez entrando, inmediatamente nos urge querer salir. Nos chupa a la vez que nos escupe. No es nuestra indecisión la que allí se juega ni es nuestra naturaleza esquizofrénica la que allí se devela, más bien parece ser la sensación natural que los grandes agujeros, en nuestra proximidad, provocan. Nos develan un límite o un borde, un modo de hacerse infinito hacia el vórtice, como un abismo de clase uniquísimo, alucinante, peligroso, hundido en un tiempo no humano que expone impune la fragilidad de la roca y que haría que Walt Whitman cayera de rodillas al ver que finalmente no sabía lo que duraba el tiempo.
Segundo agujero: Las minas cerca de Puerto Madryn Al finalizar séptimo grado nos fuimos de viaje de estudios a Puerto Madryn. Tal vez por las altas expectativas que se manejan en la infancia, la ciudad no nos pareció la gran cosa, realmente. Era Octubre, las algas cubrían una buena parte de la playa y aun hacía bastante frio para meterse al mar y disfrutarlo (claro que no por eso dejamos de hacerlo, a fin de cuentas habíamos crecido ampliando nuestra capacidad de resistencia al frío). Sin embargo, toda observación negativa que pudiera hacérsele a la época o al lugar quedaba infinitamente empequeñecida al lado del hermoso, hermosísimo espectáculo que ofrecían las ballenas con su proximidad. Octubre y noviembre delimitan la época en la que la Ballena Franca Austral llega, masivamente, a las costas de la bahía del Golfo Nuevo. Uno de los días del viaje tuvimos una excursión a una locación cercana cuyo nombre, ni yo ni las personas a las que les pregunté, recordamos. En este lugar había, e imagino que aún hay, una mina. Tampoco recuerdo si la mina estaba en ese momento en actividad o si había sido relegada de sus funciones extractivistas y
puesta al servicio de algún tipo de “turismo minero”. Hasta acá la anécdota parece bastante mala, una mina que no sé si estaba en funcionamiento ni qué mineral extraían, en un territorio que francamente desconozco y con un nombre que ni siquiera recuerdo. Sin embargo, es notable cómo, aun desconociendo todo esto, retengo en mi memoria, con gran nitidez, la sensación de introducirnos en la mina, el olor, el frío húmedo, el eco del silencio en ciertos rincones, la oscuridad solo expulsada por nuestras tenues linternas y algún aplique luminario dispuesto cada unos 50 o 60 metros. Esa sensación indescriptible de querer que la mina me succione o me expulse, de querer correr, de anhelar un movimiento brusco, repentino, de querer ir hasta donde llegue, a lo más profundo que se pueda _o al menos siempre un poquito más_ y a la vez querer correr hacia la salida, volver a la luz, escapar del peligro inminente, de la mera posibilidad de que te agarre justo un terremoto, con lo yeta que es aquel!, de ser sepultado vivo, de que todo alrededor colapse y el techo de piedra nos aplaste o, aun peor, que no nos aplaste y en cambio nos mantenga allí, atrapados, mientras nos priva del oxígeno con la misma paulatinidad con la que la mina fue creada.
Esa necesidad de una irrupción, de un desenvolvimiento que resuelva la tensión entre necesitar correr hacia el interior y hacia el exterior, en el mismo momento y con la misma fuerza, puede no ser más que nuestra traducción humana del sentir real de las tensiones que soportan la estructura de las cuevas. De toda la experiencia en la mina, además de esta sensación de urgencias “opuestas por el vórtice”, lo que más recuerdo es una imagen. No era sólo imagen al momento de ser vivencia, claramente, pero en mi mente quedó así, un tanto aislada por los bordes pero infinita en su contenido, múltiple para las distintas yo que la han evocado a la vez que aunada por la sensación de su experiencia. La imagen: el agua fluye por la piedra. Una imagen que resume diversos pensamientos, por supuesto, muchos de los cuales no podría desglosar en estas pocas líneas. Obviamente yo, como buena alumna y niña curiosa, ya sabía que el agua corría bajo la tierra, que existían napas y no solo cañerías. Sin embargo, esta imagen me abrió, en su acontecer efectivo ante mis ojos, a un entendimiento (meta conceptual o meta teórico) derivado de la inimpugnable constatación, en primera persona, de la profunda ingenuidad con la que decía saber. Entendí, viendo la materialidad de aquello
que “ya sabía”, que enunciar saber o conocer que algo es de tal o cual modo, para nada supone o implica la comprensión real de ese hecho. Comprobé sin buscarlo que la brecha entre lo que es y su enunciación es de una distancia infinita. El agua fluye bajo la tierra, todo el mundo sabe eso, hacemos pozos porque lo sabemos, protegemos áreas porque lo sabemos, vivimos en cualquier parte colonizando hasta la más seca de las estepas porque lo sabemos. Yo misma lo sabía_ o mejor, decía saberlo_ porque es algo que te enseñan y que explica por qué los humanos hacen lo que hacen, y porque tiene sentido y uno entonces lo acepta, porque por qué te van a mentir, y así llega a saber uno que bajo la tierra corre agua. Pero ver el agua correr bajo la tierra te hace entender, de alguna manera, que no entendías nada de lo que decías entender; que las palabras no llegaban ni siquiera a rozar la realidad de lo que acontece; que ¿Qué ingenuo dice “sí, el agua corre bajo la tierra” sin haberlo visto por sí mismo? ¿Qué cómo alguien podría, sin verlo, imaginar el agua fluir por una roca? Cuando lo vi descubrí que eso que veía era verdaderamente inimaginable, y yo era una tonta por haber pensado lo contrario.
Tercer agujero: las cuevas de los alemanes en Cerro Alto Pasando, hacia dentro, la represa de Alicura, nace un camino de ripio que conduce a Cerro Alto para empalmar, más adelante, con la Línea Sur. En Cerro Alto hay una escuela rural a la que asisten las niñas y niños que habitan los campos de los alrededores. Allí, en la zona de este paraje, tenían un campo mis abuelos, el nombre del campo era Futa Mahuida y era, para mí, un lugar hermoso, gigante para mis pequeños ojos, con decenas o tal vez cientos de ovejas que, tras la muerte de mi abuelo y la subsiguiente venta del campo, se convertirían en decenas o tal vez cientos de siervos colorados criados, seguramente, para el divertimento de turistas extranjeros que pagan en dólares y usan shorts con medias. No sé cuántas veces habré ido al campo, pero recuerdo que ese camino desde la represa me era bastante familiar. Junto al camino, que a la derecha encuentra al Limay agolpado contra el muro de la represa, nace, a la izquierda, una serie de pequeños montes en su mayoría de piedra maciza. Allí, en esos montes, encontramos, un poco más adelante, unas puertas al interior del monte, unos cráteres
perfectamente tallados en la piedra, con puertas protegidas con rejas que van de piso a techo, impidiendo la entrada de cualquier curioso. Recuerdo haberle preguntado a mi abuelo, en alguno de aquellos viajes al campo, qué eran esas cuevas enrejadas. “Los túneles de los alemanes”, fue la respuesta de mi abuelo, como si solo con eso ya debiera quedarme lo suficientemente claro. Siguiendo por el mismo camino, unos kilómetros más adelante, se encuentra la entrada al paraje Paso Flores, comuna de los alemanes donde, además de sembradíos y animales, mantienen una hostería con comidas típicas alemanas y una piscina climatizada que, ciertamente, era desconcertante entre tanta estepa y ruralidad. Una tarde de verano, en alguna de estas visitas al campo, mi tía nos llevó, a mi prima y a mí, a pasar el día en la pileta de los alemanes. Las flores eran verdaderamente hermosas, el nombre del lugar tenia absolutamente todo el sentido. Las cuevas, en cambio, nunca las visité, no creo tampoco que nadie externo a la comuna las haya visitado alguna vez. Hace poco leí una entrevista que, hace muchos años, le hicieron a uno de los superiores del lugar. Aquí no hay nazis, dijo el hombre, solo veteranos de guerra y personas que buscan vivir una vida bajo los preceptos
de su ortodoxo catolicismo. Cuenta también el entrevistador cómo solo hablaba quien estaba autorizado, cómo las canciones (lideradas por el clarinetista del mismísimo demonio) ritmaban las labores y cómo la amabilidad o la cortesía de los lugareños, despojada de cualquier alegría por el encuentro, generaba más miedo que hospitalidad. Eso, sumado a que todos los hombres llevaban uniformes militares (comprados a buen precio, según dijo el mismo entrevistado, a la marina argentina), daba al entrevistador una sensación de urgencia por abandonar el lugar, por estar lo más lejos posible de aquellos hombres. A la vez, la notoria secrecía y la ausencia de instante alguno de relajación, develaban al periodista, evidentemente, el encuentro de un misterio, de una realidad oculta y por qué no, de un posible éxito editorial. Querer entrar y salir con la misma urgencia. La colonia Paso Flores emana, al parecer, la naturaleza misma de las cuevas. Solo Dios sabe, si es que existe, cuántos agujeros se expanden y contraen en nuestro territorio patagónico, tampoco es que sea necesario hacer una lista. Vaya aquí mi aporte sobre unos pocos que han logrado despertar mis sensaciones y pensamientos. Francamente
no puedo prometer que estas palabras enseñen nada, solo tal vez ayuden a vislumbrar, como yo misma lo he hecho, una simple deducción. Producidas o traducidas por nosotros, o no, las tensiones estructurantes que van formando e informando los agujeros más diversos, no se salvan de la inscripción en el tiempo, el tiempo de una historia en la que la suya propia se inscribe. La de un país extranjero, de genocidio y huidas. La historia de nuestros territorios, de extracciones y transformaciones, de articulación entre la actividad del pasado y las necesidades del presente. La historia, por qué no, del mundo, en un tiempo no humano en el que los agujeros son creados y destruidos una y otra y otra vez.
HORIZONTE - expediciones a puerto piojo -
I ¿Cómo habitamos? Cómo soportar las radiaciones que nos atraviesan, los altos niveles de contaminación sonora, del aire, las vibraciones constantes, los ruidos crecientes, el asedio a las ciudades, las tierras arrasadas por el fuego por el cemento, venimos, estamos, en tierras muy lastimadas, de muchas violencias, Qué hacemos con los pedazos, caminando los basurales, viendo el verde crecer de todos modos, como sea, luego del tiempo, luego del fuego, Sampa, Jume, aloe vera que sobrevive como quemado entre el telgopor y el plástico. Vemos el horizonte de tierra arrasada ¿Cómo accedemos a los lugares, cómo transitamos las
aguas? Cómo fluir con otres en los ríos de la intemperie. La rabdomancia, el encuentro. Los ríos que se tejen subterráneos Pasa un río por debajo de la casa En los bosques de pinos casi no se escuchan pájaros
II ¿Cómo llegamos a lugares que creemos tal vez no existan?
III Puerto Piojo Dock Sud Buenos Aires - Puerto Piojo Camarones Chubut Dialogar entre lugares, trazar trayectos y encuentros. Con Expediciones a Puerto Piojo, luego de escuchar y recopilar relatos sobre la playa de Puerto Piojo en Dock Sud, estuvimos un año intentando llegar y hasta pensando que el lugar no existía. Finalmente su hallazgo, el reencuentro del sitio nos permitió reconectarnos con memorias de la experiencia vital recreativa ligada al río. Y estar nosotres mismxs caminando hipnotizados hacia la orilla y su horizonte, entre Ricinos, maderas, gomas y suelas acumuladas de a montones. Puerto Piojo resultó ser una playa muy querida por las personas que la habitaron antes. Del Dock Sud fuimos al Puerto Piojo de Ingeniero White. Pasamos por los de Montevideo, Santa Fe y San Isidro. Nos gustaría seguir nuestro recorrido hacia Camarones donde también hay una orilla nombrada de igual modo. Los señalamientos y activaciones de los Puertos Piojos
del mundo podrían funcionar como clave de acceso poético político por posibilitar dinámicas de pensamiento colectivo, regional, transdisciplinar, situado. Queremos conformar una red que reúna experiencias que ligue estos territorios que aunque distantes, atraviesan procesos similares. Los avances de las infraestructuras de exportación, la convivencia de los espacios productivos con los de recreación, la contaminación ambiental intrínseca al desarrollo industrial, el disfrute de las orillas por las clases populares, la pesca artesanal y la pesca masiva, las marcas del extractivismo, son sólo algunos índices de pérdidas y hallazgos que habitan fantasmalmente y resisten dispersos en la memoria social y en la afectividad de las comunidades.
IV Visita a las Cavernas de Viridis Mortis. Poner el oído sobre el suelo, escuchar el agua.
Álvaro y Gabi nos cuentan que por debajo de su casa pasa un río, que a veces, habla a los gritos. Nos gustaría caminar hacia las cavernas. Estar allí. Encontrarnos. Pensar en conjunto nuestros modos de habitar y presentar la Red de Puertos Piojos.
GuiÓn conjetural kumzungun - PAULA YENDE FERREYRA NAwefil -
El territorio como una lengua sobre ahora la ruta 40, una huella, cómo hubieron de nombrar esta parte de la tierra la gente antigua, atisbo a pensar como la luz de otoño que asoma, ahora, es la boca una caverna
Kura txolol kuze müley mew Kura txolol kuze müley mew Rupale enew rupaleenew Awkiñtungey
Una cavidad que aloja en el decir de esta boca, un movimiento hacia la escritura, ver lo que se oye:
Despojo Y Vida
Txolol cueva caverna, hoyo, pero tendrá sus particularidades que sea dentro de la montaña?, que sea de piedra, ¿cuál sería el eco de esa zona? Bien es sabido que la gente antigua mapunche se ocultó y vivió dentro de cuevas en las piedras, huyendo del genocidio, azotado por el despojo de tierras: reiteradamente desde 1890 hasta hoy, el genocidio continuo, reiteradamente desde 1890 hasta hoy, el genocidio continuo reiteradamente desde 1890 hasta hoy, el genocidio continuo también del brote la resistencia
…lengua forzada intersticios del terror la huida eco de qué voces te guarda el llanto esta lengua congelada qué marca de agua en las piedras oh cavidad con la luz del atardecer se oyen
las sombras…. Sin fuego para no levantar sospechas la noche entra como puñal en un cuerpo chiquito y blando Con qué lenguajes vamos a empezar a hablar de la obligación de los silencios…
wiralu feymew allkütungey wiralu feymew allkütungey
niebla escribir sobre las cavernas viridis mortis, escribir sobre las cavernas como espacio de supervivencia, como espacio intermedio como una cáscara de una supura una cavidad bucal en la escritura, un lengüetazo en el lenguaje, como un vapor qué sabrán estas piedras que nos llama familiar, hay
gente desde hace tanto lejos cuantas fronteras como alambrados y papeles con qué lenguas y lenguajes
como
ha de cruzar la gente para volver a volver a decir-nos borramiento, una escritura entre cortada, vacíos, túneles
Fachianthü trükur müley Fachiantü trükur müley küpaliegün kake mapun
Hay que seguir el camino del agua esas largas lenguas que guían entre opacos verdes secos la frialdad de la piedra viva esta estropeada y aún cobija Todo borde es niebla trükur ngen entonces, el decir
como aparece la niebla en algunos lugares de este territorio como la fuerza que acompaña Decir y escribir como un túnel Las cavernas de viridis mortis en silencio son una grieta temporal.
Las cavernas de viridis mortis existen o no?, planeo un viaje durante un fin de semana que me permite el trabajo realizar, es la semana santa de las celebraciones occidentales, la resurrección de la carne, dice occidente mientras convierte toda acción espiritual en consumo masivo de una ostentosa barra de chocolate, vivo en
furilofche actualmente. Cuando me llega la propuesta, armo el viaje, abro un archivo y eso implica activar memorias: acciones fronterizas, cruces entre lecturas, y escrituras, entre oralidades o contadas que empiezo a hilar para tratar de responder a esta invitación. El guion conjetural es el modo donde se fue desarrollando esta información: alojar desde tantas voces, un corto en modo poético del pensar, el territorio donde se cobijan las palabras el Üll y los “ bajo borramiento” de identidad . Entonces esta práctica de la escritura como un zurcido como un cercamiento a la práctica dialógica múltiple, como modo de trabajo interpelación, hacer visible la frontera esa frontera que hay que atravesar, en ella habitan la representación que se tiene del suceso y la experiencia de atravesarlo o no, y con qué voces vas habitar el texto y acá aparecen las otras voces que se entrecruzan, lengua y lenguajes, imágenes, ceremonias, textos académicos informes de uso de la lengua, conversaciones de viajes, crónicas, poesías y kiñe Üll grabado para el suceso, historias habitada por múltiples voces.
Kumzungun un guion poético, sin traducciones literales, un intento de coexistencia de re pensamiento propio situado: Una transgresión a la violencia con la que se piensa en dualismo y binarismos opositores y extremos desde vida y muerte, hasta, los más sofisticados, sin el transcurso de las líneas fuga, todo, lo que materialmente no se ve o no se traduce a lo conocido conceptual o no; como por ejemplo el territorio como la concepción del wallmapu, como sistemáticamente el silenciamiento de la negación y el ocultamiento seguido de persecución montaje y muerte resultan una reiteración continua en tiempo y forma, esta zona conocida como chubut, es parte williche de este territorio puelche, mapunche chewelche, a manera también de recordarnos que somos un fenómeno de acumulación por desposesión; que la usurpación y el despojo se erigieron plenamente avalados por un proyecto civilizatorio, que nos sitúa también hoy como un obstáculo para el progreso, proyecto teñido de sangre, dolor, olvido y desplazamiento del pensamiento propio. Y ante esto decir también que se continúa la vida, re existiendo; a modo de cierre este üll, que en la performance comunicacional, se
canta como de saludo de bienvenida a la fuerzas del lugar y en otras circunstancia, en este caso a modo de agradecimiento por la escucha y la lectura.
Referencias: 1-El üll es de Lorenza Aillapange de la filmación casera es recuperado: https://fb.watch/d2xb24gMNd/ 2-Flora Neculpan interpretando el üll Kumzungun 3-Sol tuero en Fotografías
Este fanzine se termino de editar en el taller-estudio de Proyecto Visitantes. El Hoyo, Comarca Andina Patagonia(s) Junio 2022