Revista Espacio Humano Noviembre nº 201

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Entrevista con Angeles Parra que tengan muy claro de lo que estoy hablando. Sin embargo, en los corazones de mucha gente sí que florece una nueva forma de pensar y de sentir que no responde a los viejos modos del siglo XX, ya completamente obsoletos. ¿Sobre que sistema de valores se apoya la tendencia hacia lo ecológico? El respeto por la vida en cualesquiera de sus manifestaciones. La vida, por encima de todo. Entender la vida como un eje infinito realmente incomprensible para el ser humano, pero que hay que respetar a ultranza. Llamémosle “biofilia” o como quieras. Es entender que el mundo es algo más que un hecho “físico”. La ecología profunda no puede entenderse sin principios universales de una espiritualidad muy profunda y muy honesta, alejada de los tópicos, las jerarquías religiosas y los clichés estereotipados. Barcelona, Valencia, Bilbao, Madrid, Sevilla.. Tenéis experiencias en varias comunidades. ¿Las administraciones tienen la misma sensibilidad que el público en materia de ecología?

Cuando nosotros empezamos, incluso antes de la primera edición de BioCultura, es decir, hace 35 años, hablar de la agricultura ecológica, de la lactancia materna, del derecho a otras formas de educación, de las terapias complementarias… Todo eso era como predicar en el desierto. Era muy duro, a veces. La gente no nos comprendía y nadie quería saber nada de esta revolución silenciosa. Pero llegaron los escándalos de las “vacas locas”, de las dioxinas en los pollos… Y la gente no es tonta. Sabe que la alimentación contaminada es muy nociva. Al final, el que va con la verdad por delante, siempre tiene a alguien que le escucha… ¿Da la ecología respuesta/soluciones a los grandes problemas del planeta en siglo XXI ?

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Sí, absolutamente. De hecho, es el único movimiento social que aporta soluciones integrales y una visión holística sobre nuestro mundo. En este sentido, la obra de pensadores como Edward Goldsmith o Vandana Shiva, Hossein Nasr o Jerry Manders, es emblemática. El problema es que todos se quieren hacer ecologistas sin renunciar al lastre que llevan consigo. Por ejemplo, la izquierda clásica. Los nuevos problemas no se pueden solucionar desde viejos clichés. Y hay cosas que pueden ser muy de izquierdas… pero desde luego no son nada ecologistas. Ser ecologista es renunciar a las viejas formas de entender el mundo, divididas entre “izquierdas” y “derechas”, eso ya no sirve. Hay que cambiar el chip. Aunque algunos grupos políticos que han surgido en los últimos años ya renuncian a esta dicotomía, no creo

Ja ja ja. Sí, las administraciones tienen la misma sensibilidad: es decir, la nula sensibilidad. En otros países de nuestro entorno, el apoyo a la causa ecológica y a la alimentación “bio” ha sido una cuestión de Estado. Aquí, ha sido todo lo contrario. Ningún político en España ha apostado sinceramente por el mundo ecológico. Muestran su miopía total. Sólo Cristina Narbona hizo apuestas importantes en este sentido, y así le fue. En cambio, la población está a años de distancia del sistema político y económico fraudulento. La ciudadanía tira por sí sola de un carro al que la Administración sólo hace que ponerle trabas. Algún día se darán cuenta… Siempre hay excepciones, eso sí. Pero se pueden contar con los dedos de una oreja. En las ferias, BioCultura aborda aspectos muy variados del sector ecológico: consumo, producción de productos, educación infantil/escolar, editorial, sin olvidar los cursos de formación y asesoramiento. ¿Qué aspecto desarrollado pensáis que ha


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