Es Madrid no Madriz Magazine

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Siendo tus padres grandes artistas estaba cantado que tú también lo serías, no se puede luchar con la genética, ¿cuándo decidiste que lo tuyo sería el arte? Me acunaron zarzuelas y cuplés pero a mis padres se les llevaban los demonios cada vez que planteaba que quería ser artista. Así que tuve difícil plantearme esa posibilidad. Y te iniciaste en la música en ¡una banda de rock! ¿No es así? Así es, con dos compañeras de estudios que tocaban la guitarra de punteo y la de acompañamiento y una profesora de piano que dejó el teclado para pulsar la guitarra bajo, formé un grupo de rock al que llamamos Las Akelas. Yo me encargaba de la percusión ¡y no veas cómo tocaba la batería! Aunque a tus padres no les hacía gracia que te dedicases a lo que realmente amabas, curiosamente, un desamor te llevó a lo que ha sido tu gran amor, el cuplé, ¿no es así? Sin duda alguna, la música fue mi terapia. Mi madre, que tanto se había opuesto al verme tan hundida, me sugirió que estudiara canto. A la tercera clase con mi querido maestro Arnedillo, ya empecé a mejorar. Olga Ramos, tu madre, fue quizás la persona que dignificó el cuplé y lo más importante, a las cupletistas, antaño tachadas de frívolas, en el mejor de los casos. Con tu madre este género y todas aquellas mujeres tuvieron el reconocimiento que merecían. Tú, como digna heredera del arte de Olga Ramos, además de seguir manteniéndolo vivo, ¿qué es lo que crees que has aportado al mundo del cuplé? Respeto, amor y calidad. Verás, respeto para no adulterarlo; amor porque si no se adora nunca se interpretará con verismo y hondura; y calidad… pues, a riesgo de parecerte petulante (la falsa modestia es la vanidad de los mediocres, como dijo Álvaro Retana), soy tan rigurosa y exigente conmigo misma que si no estuviese convencida de interpretarlo con un buen nivel, te aseguro que no me dedicaría a este género. Del cuplé nos hemos quedado con su parte pícara pero también hay un cuplé satírico, dramático y cómico. Esto obliga a no solo tener una buena voz, también a ser una buena actriz para interpretarlo ¿no es así? Ahí está la dificultad que encierra el cuplé. Para ser una buena cupletista hay que poseer una voz bien timbrada y delicada y, como bien dices, ser actriz para interpretar

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el drama sin hacerlo lacrimógeno, la comicidad sin convertirlo en mofa y la picardía sin cruzar la línea que lo haría obsceno. Sí, es un género difícil, aunque yo lo canto “como el que lava”… Aunque es de origen francés, el cuplé se españolizó y se convirtió en algo tan castizo como el chotis, tanto uno como otro han llegado al siglo XXI y sobreviven casi milagrosamente gracias a personas como tú ¿crees que el cuplé desaparecerá alguna vez? ¿Qué tiene este género que le hace casi inmortal? Vamos por partes, mi madre decía que el Cuplé seguirá vivo mientras alguien lo cante con verismo. Pienso igual que ella, no hay nada más mortífero para un género, ya sea bolero, zarzuela o cuplé que se adultere en aras de fusiones imposibles. Como dice Teresa Berganza: “Los clásicos no se tocan”. ¿Inmortal? Puede serlo, fíjate que a lo largo del tiempo el cuplé ha languidecido para volver a resurgir lleno de fuerza… Es una constante en su trayectoria. ¿Qué se perdería culturalmente con su desaparición? Si se perdiera, desaparecería parte de la memoria cultural y musical de España. Madrid tiene muchas bandas sonoras y, sin duda alguna, una de esas canciones sería un buen chotis o un cuplé cantado por tu madre o por ti. ¿Dónde podría ir un madrileño o visitante a disfrutar de este arte en la actualidad? La banda sonora de Madrid la forman, fundamentalmente, la Zarzuela madrileña, el Cuplé, el Chótis, por supuesto, y la Revista que, como sabes, contiene muchos chotíses: “La Lola” de Las cariñosas, “El Pichi” de Las Leandras, “Las taquimecas” de Las Castigadoras… Yo soy partidaria de que el Teatro de la Zarzuela, haciendo honor a su nombre, programe todo el año Zarzuelas (hay muchas de corte madrileño). Las Noches del Cuplé fue durante muchos años un referente para todo aquel que quería vivir Madrid por dentro y no me refiero al Metro… (risas). Bromas aparte, mi madre con su fino casticismo logró mantener el cuplé y el chótis a un magnífico nivel. Actualmente, mi espectáculo Del cuplé a la Revista es el único con el que la ciudad se identifica. Opino que para conocer en profundad una ciudad, además de verla, degustarla, tocarla y olerla hay que escucharla. Y hay tantas estampas musicales de Madrid: ¡Ay, Cipriano!, Colón 34, Si te casas en Madrid, Rosa de Madrid, Evocación, Los Nardos, Madrid… Pero, me


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