Deleuze, gilles conversaciones

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encadenamientos y que proyecta en cuanto tal un cierto modelo de verdad (la verdad es el todo...); por otra parte, un régimen cristalino, el de la imagen–tiempo, que opera mediante conexiones irracionales y reconstrucción de los encadenamientos, un régimen que sustituye el modelo de lo verdadero por el poder de lo falso como devenir. Justamente porque el cine pone en movimiento la imagen, posee medios propios para reelaborar la problemática de estos dos regímenes. Pero, con otros medios, se encuentran también en otros ámbitos: hace mucho tiempo, Worringer hablaba, en el terreno de las artes, de una confrontación entre un régimen orgánico “clásico” y un régimen inorgánico o cristalino, no menos vital que el anterior, pero cuya potencia vital no es orgánica sino bárbara o gótica. Vemos ahí el estilo en sus dos estados, sin que pueda decirse que uno de ellos es más “verdadero” que el otro, ya que lo verdadero como modelo o como Idea pertenece tan sólo al primero. Es posible que también el concepto, o la filosofía, presenten estos dos estados. Nietzsche es un ejemplo de discurso filosófico que se inclina hacia un régimen cristalino para pasar del modelo de lo verdadero al poder del devenir, del órgano a una vida no–orgánica, de los encadenamientos lógicos a los encadenamientos “páticos” (aforismo). Lo que Worringer llamaba “expresionismo” es un bello caso de comprensión de la vida no–orgánica que ha [112] encontrado en el cine una realización plena, y del que difícilmente podría hacerse cargo la noción de lo imaginario. Pero el expresionismo es solamente un caso, y no agota para nada el régimen cristalino: hay muchas otras figuras en otros géneros y en el propio cine. ¿Significa esto que no hay más regímenes que estos dos que hemos considerado aquí, el orgánico y el cristalino? Hay, evidentemente, 96


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