ERRR #39

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Querido nieto: Toma el ejemplo de Juno y Philip al comprar tus drogas. Dale a un dealer toda tu atención mientras te platica sobre sus proezas en la correccional y estarás condenado a asentir a todo lo que de su boca salga y sonreírle a la foto de su primogénito por más de media hora con tal de conseguir un buen par de revonael con las cuales elevarse por sobre la pena de los transeúntes cabizbajos para llegar a tu departamento cruzando la ventana en un tercer piso en la zona roja detrás de tal o cuál ancestral estación del metro. Los dealers comunes quieren atención. Por más anónimo que sea su oficio la fama siempre los perseguirá a los exactos catorce días de vender su primera planilla de LSD: una semana para dar a conocer el trip de su producto y otros siete días para que llegue la quincena de aquellos sus consumidores dispuestos a enamorar a los jóvenes delincuentes con sus miles gastados en fármacos multicolores. Así que, para saber más sobre la seriedad de tu proveedor –el enviado de dios que transmutado en humano te vende drogas– éste debe evitar la tentación de robarte por muy babeante que se encuentren sus armados chaperones. Eso lo hará ser reconocido entre la clientela regular que sólo busca la transacción. Como moscas apareándose.

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