cómo el suelo, materializando la fuerza de la gravedad, lo jalaba ineludiblemente hacia la lona. Mientras tanto, después de despedirse y de avanzar hacia la protección de su hogar, el Turco traía de un cajoncito de su mente una entrevista con el escultor John Chamberlain que había visto en la televisión, en la que el artista norteamericano definía la escultura como una cosa que si te cae en los pies te los rompe. Al palmearse los hombros, antes de volver a sus soledades, a la vaguedad de sus vidas, hubo un reflejo blanco, un brillo idéntico, irónico, que se cruzaba en los ojos de ambos y que, vaciándolos, borraba al mismo tiempo el universo, y con certeza, ese solo reflejo marcó la vuelta, también, al territorio de la ausencia.
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