ERRR Book #03

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Marcia, de jalar y apretar la verga con su mano ansiosa, la acomodaba en la entrada de la vagina, impaciente, aunque sin errar ninguno de los movimientos. Habían sido hasta ese momento solamente amigos, los más íntimos, y lo que estaba sucediendo los tenía entre otras cosas en un arco de tensión generado por la envidia que los aislaba del placer, para sumergirlos ahí y en sus futuros encuentros en una ira implacable que no los abandonaría. Marcia y Tamara estaban ya dispuestas, una a emprender, la otra a aceptar, después de acompañarse a la salida de la escuela o al centro comercial a comer helados y mirar muchachos, o a andar sencillamente por ahí, a encerrarse en alguna de sus recámaras y compartir la cama. Se tocaban con algo más que inocencia, pero sin morbo todavía. Era placer y ya. Un estado de alegría extrema que les impedía revisar lo que hacían; por lo demás, sus cuerpos estaban listos. Con el índice y el pulgar en un pezón, y la palma completa removiendo el otro seno, pasaban horas mordiendo y retirando sus labios, metidas bajo las sábanas que las cubrían de pies a cabeza creando una órbita cálida. Las primeras veces se tomaban las manos, se contaban cosas, se justificaban de besarse bajo la mentira de que practicaban para cuando estuvieran frente algún tipo. Cada nueva ocasión dominaban con mayor pericia los elementos del juego, es decir, el manejo de los labios, la lengua, el paladar y hasta los dientes. Luego los besos no bastaron y empezaron a tocarse. Marcia se daba cuenta de que los senos de Tamara eran más grandes que los suyos. Tocarlos le producía envidia y placer. Ella iniciaba siempre, y conforme la envidia fue en


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